Álava ya no es patatera
Los alaveses de la Llanada van camino, año a año, de perder una de sus señas de identidad. La patata alavesa se está convirtiendo en un cultivo testimonial y las estanterías de muchos supermercados están siendo ocupadas por tubérculos de Galicia, Francia y Castilla y León. Atrás quedaron los tiempos en que toda la llanada […]
Los alaveses de la Llanada van camino, año a año, de perder una de sus señas de identidad. La patata alavesa se está convirtiendo en un cultivo testimonial y las estanterías de muchos supermercados están siendo ocupadas por tubérculos de Galicia, Francia y Castilla y León. Atrás quedaron los tiempos en que toda la llanada estaba dominada por patatales. Hoy en día dominan los cultivos de cereal y de remolacha, mucho más rentables y cuyo proceso requiere un menor esfuerzo.
Para colmo, en 2011 el precio de la patata ha vuelto a caer por debajo de su coste. Según denuncia José Luis Ortíz de Elguea, responsable del sector patatero de la UAGA, el mercado ha vuelto a establecer el precio de venta por debajo de los 10 céntimos el kilo, lo que apenas compensa el coste de producción, y a duras penas permite obtener una mínima rentabilidad.
Esta situación ya se vivió en 2009, aunque el mercado se volvió a recuperar el pasado año. 2010 fue bastante positivo para los agricultores patateros, que llegaron a recibir hasta 25 céntimos por kilo. Esta circunstancia, sin embargo, ha acabado jugando en su contra, ya que a lo largo de esta temporada aumentó fuertemente este cultivo en otras zonas del Estado, llegándose a esta cosecha con un importante exceso de oferta. Esto ha rebajado el precio de la patata a granel hasta los 6 céntimos el kilo.
Además, las patatas no han vivido el mismo proceso de mecanización que otros cultivos. "Pese a la entrada de las cosechadoras, la mano de obra sigue siendo necesaria" y la cosecha acaba requiriendo un alto número de agricultores, la mayoría temporeros.
Por ello, según Ortíz de Elguea, los jóvenes agricultores prefieren optar por otros cultivos menos sacrificados y con mayores rentabilidades. El agricultor de Ilarraza reconoce que él mismo cada vez cultiva menos patata en favor de otros productos. Incluso, advierte de que "al final la patata va a desaparecer de la provincia porque los agricultores recelan, la semilla es cara".
Pero Ortíz de Elguea denuncia otros factores que acaban atacando a la patata alavesa. Para empezar, las fuertes subvenciones que la Junta de Castilla y León ha otorgado a agricultores azucareros para su reconversión. El cierre de las azucareras ha obligado a la región a apostar por nuevos cultivos para ellos, de forma que "se han aprovechado los regadíos de la remolacha para los patatales".
Competencia más barata
El problema también está en los puestos de venta al consumidor. Los agricultores denuncian que los precios de venta al público son mucho más elevados que lo que ellos reciben. En algunos casos, el precio se llega a multiplicar por diez. Pero además la patata alavesa no está especialmente protegida ni mimada por los distribuidores. En los supermercados de la capital alavesa el producto local acaba siendo el más caro.
El pasado sábado los agricultores ofrecieron sacos de 25 kilos por 8 euros, lo que equivale a 31 céntimos el kilo. Y el precio de venta directa está entre los 8 y 12 euros por kilo. La realidad, no obstante, nos dice que la mayoría de los consumidores adquiere las patatas en los supermercados.
Así, en Simply sólo se puede encontrar patata alavesa con Eusko Label a 80 céntimos el kilo, mientras que la marca blanca (producto nacional, aseguran) y la de Castilla y León se vende a 0,50 céntimos el kilo.
En el caso de Leclerc, la patata de Castilla y León cuesta 33 céntimos el kilo, muy por debajo del precio de la patata alavesa. En este caso hay una abundante variedad,el precio del producto local cuesta entre 60 y 90 céntimos el kilo en el establecimiento de Zabalgana.
Y en cuanto a Eroski, su marca blanca es patata alavesa, a un precio cercano a 75 céntimos el kilo. Sin embargo, también venden patata a granel a 54 céntimos el kilo, aunque en este caso se trata de patata francesa. Desde Udapa denuncian que esta patata es de la temporada pasada, pero que los franceses la venden ahora tras haberla almacenado.
Pero al margen de la venta directa al público, varios productores alaveses trabajan también directamente con Matutano y Celigüeta. En este caso, los productores pactan previamente el precio de venta y cierran contratos que este ejercicio alcanzan los 14 céntimos por kilo. Este tipo de cultivo cuenta además con ayudas del Gobierno Vasco.
El resto de los productores alaveses se encuentran agrupados a través de varias cooperativas, o bien venden a almacenistas de Logroño y Burgos. En el caso de las cooperativas, Udapa Alavesa de Patatas y Cooperativa de Ocón trabajan por ajustar el precio y organizarse con la venta.
Por cierto que desde la UAGA también censuran la moda de vender las patatas lavadas lo que, según denuncian "sólo acelera el proceso de envejecimiento natural del tubérculo". Y es esa obsesión por la estética lo que también lleva a las grandes superficies a importar tubérculos, lavados y preparados para la venta.
La patata alavesa, lo queramos o no, forma parte de la tradición y de la cultura locales. Y de todos y cada uno de los alaveses depende su supervivencia. Si finalmente otros enemigos acaban con ella, quizás en un futuro debamos explicar a nuestros hijos por qué nos llaman patateros.
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