¿Quién es Alex, la artista callejera del tapiz en la Calle Dato?
Cada día, esta artista inglesa trabaja y expone su arte en las calles de diversas ciudades, entre ellas Vitoria-Gasteiz
Cada día, Alex enfila desde el camping de Ibaia hasta su oficina particular en el centro de Vitoria-Gasteiz. La esquina de Dato con Postas es el lugar que ha elegido esta artista callejera para mostrar su maestría con el tapiz.
Las verjas de un comercio cerrado se han convertido en panel improvisado donde lucir su destreza. No solo con sus trabajos pasados, también con el actual. Porque, cual Penélope moderna, no para de bordar y bordar durante varias horas casi todos los días.
5-6 años por tapiz
Cinco horas se traducen en, como mucho, diez centímetros más de tapiz. Una pieza completa es fruto de su esfuerzo y dedicación a lo largo de 5 o 6 años. Un proceso largo y costoso, ya que siempre pueden surgir nuevos elementos en sus obras. La creatividad, al igual que la naturaleza que refleja en sus tapices, fluye.
La suya lo hace desde que era bien pequeña. Fue en su hogar de Stevenage, una localidad a unos 48 kilómetros al norte de Londres, donde aprendió a tejer con su madre. Con "6-7 años hice mi primer tapiz". Y no ha parado hasta ahora, que tiene 58. "Yo hago arte de tapiz, no es coser sin más", apunta.
Es su pasión y su forma de vida, ya que desde hace tres décadas se gana la vida en la calle con los donativos de quienes, mientras pasean, admiran su arte. Y ella feliz. Por trabajar en lo que le gusta y porque, al mismo tiempo, la gente lo disfrute.
Su arte no está en venta
Y es que, si en algo es tajante es en que sus tapices no se venden. "Mi trabajo es para todos", deja claro en los carteles que lo acompañan, en castellano y euskera. "Solo expongo, nunca lo vendo. No me interesa. Si alguien lo comprara, significaría que tiene mucho dinero. Y, para mí, los ricos ya tienen suficiente. Quiero que la gente disfrute de mi arte en las calles", reivindica.
Lo ha conseguido, ya que durante todos estos años ha viajado por numerosos países. Aunque, tras la pandemia, reconoce que "las cosas han cambiado" y se ha ceñido más al País Vasco "y un poquito de Francia".
Donde se siente a gusto. No en vano, en Vitoria-Gasteiz aterrizó por primera vez en 1996. Desde entonces, recala "un poco cada año". La visita más reciente fue el pasado verano, cuando estuvo hasta fiestas de La Blanca. Ahora ha vuelto por unas semanas, antes de poner rumbo en diciembre a Bilbao.
Regalos de bobinas de hilo
En la capital alavesa se aloja en una caravana en el camping de Ibaia. Allí guarda sus 4 tapices. Dos son los que cuelgan en su expositor callejero. Confiesa que lucen algo más "apagados y difuminados" por el sol recibido a lo largo de los años. "Ese lo terminé en 2009", explica señalando el de tonalidades más azules. "Estuve trabajando en él 6 años y, claro, la luz hace los colores bastante más claros", justifica.
Su gusto por lo colorido se aprecia también en el tapiz que tiene entre manos. Como en otro más que tiene, pero que no muestra porque "es muy fino y necesito ponerle otra tela detrás. Llevo pensándolo 3 años pero claro, me tiro toda la semana cosiendo, más mi día de descanso", justifica sonriente ante su falta de tiempo.
A su alrededor, dos recipientes de plástico acumulan decenas de bobinas. Uno abarca toda la gama de azules. El otro hace lo propio con los verdes. Los colores que necesita en este momento. Los demás, aguardan en su casa temporal, a la espera de que llegue su momento. "La gente me regala un montón, yo casi nunca compro", admite.
"Mucha mucha suerte"
De sus dedos, a través de la técnica del medio punto, cobra forma un paisaje onírico y vistoso, a base de árboles, ríos y flores. "La naturaleza me gusta y me inspira", admite mientras se estira. En el suelo, una fina almohadilla la resguarda apenas del duro suelo.
Pero no le importa. Aunque no lo parezca, Alex asegura que las horas que pasa encorvada en la misma postura no le pasan una factura física excesiva. "Hay veces que lo noto un poco en los hombros", admite, pero la espalda no se resiente. "Tengo suerte, porque la tengo bien. ¡Y ando mucho!", ensalza.
Como trotamundos, no le queda otra. Alex no tiene casa, siempre va de ciudad en ciudad, con su arte hecho tapices a cuestas, para lucirlo y ganarse la vida. "Tengo suerte, mucha mucha suerte", se despide.
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