La alfombra vitoriana testigo de bodas vuelve a brillar
La alfombra de la Sala de Receptores del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz ha sido restaurada durante tres meses
El tiempo no perdona a las obras de arte. Desgastes, pérdida de color y daños acumulados son inevitables. Y más cuando estas piezas están en constante uso como es el caso de las alfombras. Pero con dedicación y habilidad es posible devolverles la vida.
Este es el caso de la histórica alfombra de la Sala de Receptores del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, escenario de bodas y otros acontecimientos. Una pieza que tras décadas de uso ha sido sometida a un meticuloso proceso de restauración a cargo de Itziar Viana.
Durante tres meses esta restauradora textil trabajó para preservar la esencia de esta pieza. La alfombra, de grandes dimensiones, presentaba desgastes y daños en las áreas más expuestas como el medallón central y las zonas bajo mesas y sillas. Las pisadas de los ciudadanos y el movimiento de los muebles habían dejado 'cicatrices' visibles.
Así que Itziar tenía una misión: restaurar la alfombra hecha en la Real Fábrica de Tapices de Madrid y devolver su esencia para que pudiera seguir formando parte de la historia de la ciudad. Una tarea que exigió una labor cuidadosa en la que cada paso requirió paciencia, habilidad y un respeto por la pieza.
"¿No tenían algo más pequeño?"
El proyecto llegó a través del servicio de restauración de la Diputación de Álava que recibió una llamada de protocolo del Ayuntamiento para restaurar una de sus piezas. Se trataba de la primera obra municipal que iba a ser reparada en dependencias forales.
Cuando Itziar visitó la sala de Receptores lo primero que le impresionó fue el imponente tamaño de la alfombra: 4,10 x 8,26 metros. Su reacción fue una mezcla de asombro y humor: "¿No tenían algo más pequeño?", recuerda entre risas.
Era la primera vez que trabajaba con una alfombra de esas dimensiones por lo que requirió un espacio especial para desplegarla y manipularla. Y la Diputación le cedió parte de su taller para extender lo máximo posible la pieza. De este modo, tras enrollarla cuidadosamente y envolverla la pieza fue transportada por Arteka, una empresa especializada en el manejo de obras de arte.
La alfombra tuvo que pasar por un procedimiento que elimina cualquier insecto
Nada más cruzar las puertas del servicio de restauración, la obra textil tuvo que pasar por un tratamiento de anoxia, un procedimiento que elimina cualquier insecto o plaga que pueda haber en sus fibras. Durante un mes la pieza permaneció herméticamente sellada en una bolsa donde el oxígeno fue reemplazado por un gas. Este proceso aseguró que la alfombra estuviese libre de amenazas y protegió otras piezas del taller.
La limpieza: entre confetis y microplásticos
Con la alfombra lista para ser intervenida, Itziar inició el proceso de restauración en septiembre. Su primer paso fue un exhaustivo estudio de la pieza además de documentarse sobre las medidas, materiales y técnicas de confección: "Cuanta más información, mejor es la restauración", asegura.
"Cuanta más información, mejor es la restauración"
Eso sí, se encontró con todo un rompecabezas. La información de la pieza que el consistorio disponía era escasa y se limitaba a confirmar su procedencia, la Real Fábrica de Tapices de Madrid. Una procedencia que se podía corroborar gracias a una discreta firma en un lateral de la alfombra, sin más detalles de fecha ni composición.
La fábrica tampoco aportó mucha información, dejando en manos de Itziar la tarea de descifrar los secretos. Pero logró descubrir lo que buscaba: se trataba de una alfombra del siglo XX hecha de lana y algodón.
Después de analizar la técnica de fabricación, Itziar tuvo que limpiar la alfombra por anverso y reverso hasta tres veces ya que encontró microplásticos. Los rastros de los confetis utilizados en las bodas y otros acontecimientos no se desprendían de los nudos.
Había rastros de confeti utilizados en las bodas
Además de aspirar, Viana realizó una limpieza superficial acuosa para hidratar y suavizar el pelo de la alfombra que estaba apelmazado por años de uso.
Reparar los daños estructurales de la alfombra
Una vez limpiada y preparada, Itziar comenzó uno de los mayores retos de esta restauración: reparar los daños de la alfombra. Y lo hizo completamente sola: estuvo apoyada en unos tablones elevados durante tres meses, dedicando sus mañanas en cuerpo y alma a esta pieza.
Con una lupa y agujas curvas, restauraba las zonas más afectadas como el medallón central, donde los rotos eran visibles para todos. También reparó las áreas sometidas a constante desgaste como aquellas bajo las sillas y las mesas.
Todo su trabajo fue manual. Cosía con hilos de algodón y poliéster las áreas dañadas, integrando materiales de colores otoñales como marrones, verdes y naranjas oscuros para devolver la unidad visual a la pieza.
Para el ojo inexperto sus intervenciones son "invisibles"
Faltaban también nudos de lana en algunas zonas afectadas y los tiñó de manera manual para garantizar una reintegración estética. Solo ella es capaz de diferenciar dónde están sus intervenciones. "Para el ojo inexperto son invisibles", asegura.
El valor de lo hecho a mano
El enfoque artesanal de Itziar contrasta con los métodos modernos que se utilizan más en el norte de Europa: "Algunos países europeos apuestan por el uso de adhesivos", explica la restauradora. Pero la costura manual permite revertir cualquier intervención en el futuro. Con un simple corte de hilo, puedes hacer y deshacer las veces que quieras la pieza: "Esto es lo que nos diferencia de Europa", señala.
La costura manual permite revertir cualquier intervención en el futuro
Esto es una ventaja para este caso ya que a diferencia de otras restauraciones destinadas a museos donde las piezas no vuelven a utilizarse esta alfombra será devuelta a su lugar de origen y continuará siendo pisada por muchos años más. Así que en un futuro y después de muchos años cuando la pieza deba ser de nuevo restaurada las partes dañadas se podrán desprender a golpe de tijeretazo.
Pero esto será en un plazo lejano ya que por ahora la pieza se convertirá en un puente entre el pasado y el presente. Gracias a la labor de Itziar, la alfombra seguirá siendo testigo de las decenas de bodas que se organizan en la Sala de Receptores. Seguirá formando parte de esos momentos tan festivos y bonitos de la vida de cientos de vitorianos.
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