Alimentar a las bestias
El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, ha denunciado y condenado este martes el último ataque que desconocidos realizaron el pasado fin de semana contra la lonja en la que se ubicará la Mezquita de Zaramaga. Varios desconocidos dibujaron varias dianas, cruces gamadas y pintadas en las que se leía "España no es un zoo". El […]
El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, ha denunciado y condenado este martes el último ataque que desconocidos realizaron el pasado fin de semana contra la lonja en la que se ubicará la Mezquita de Zaramaga. Varios desconocidos dibujaron varias dianas, cruces gamadas y pintadas en las que se leía "España no es un zoo".
El alcalde ha insistido y ha advertido de que las esvásticas y los símbolos neonazis no caben en Vitoria. Al mismo tiempo ha alertado de que en algunos sectores se está intentando radicalizar este asunto, y alejarlo del que, a su juicio, es el centro de la polémica.
El primer edil ha exigido respeto a todas las religiones y creencias, y ha insistido en que el interés del ayuntamiento es reubicar la mezquita en una nueva lonja. A su juicio, la Calle Martín Olave no podría soportar el flujo de gente que podría acoger la mezquita, impulsada por el colectivo paquistaní de Vitoria.
Por ello, Maroto ha insistido en que el problema no es de índole religioso ni cultural, sino de orden público. En estos momentos, el ayuntamiento se encuentra en negociaciones con los vecinos y con los promotores del templo para proponer nuevas ubicaciones. Sea como sea, el Ramadán arranca el próximo uno de agosto, y esa era en un principio la fecha marcada para la inauguración del local. Por ello, la comunidad paquistaní tendrá que recurrir a alguno de los otros siete templos existentes en la capital alavesa para realizar sus oraciones.
El alcalde ha lamentado que se esté intentando radicalizar el conflicto. Y es que esa radicalización, aún hoy en día, es un riesgo que siempre aparece cuando se hace referencia a ideologías y religiones. La reflexión es, pues, necesaria, más cuando tenemos muy viva la imagen de cómo un loco ha llevado al límite sus sentimientos e ideas en Oslo. A veces, las mayores locuras las cometen personas concretas que se esconden entre la masa.
Por ello es necesario evitar en lo posible cualquier gesto mínimo de rechazo al diferente. Para ello las conversaciones deben encaminarse hacia la convivencia y la integración de unos y de otros, dando la espalda y actuando contra aquello que pueda representar una amenaza.
Ya en la primera manifestación organizada en el barrio de Zaramaga algunos de los vecinos advirtieron de la presencia de jóvenes ligados a la extrema derecha. El posterior ataque con carne de cerdo (una de las ofensas más grandes que puede recibir cualquier musulmán) llevó a las asociaciones de vecinos a dar un giro a sus reivindicaciones, conscientes del riesgo de que sus quejas estaban siendo aprovechadas por quienes sólo tienen ideas de odio hacia los demás.
La condena del Ayuntamiento de Vitoria se hacía necesaria, pero ahora es necesario no sólo un acuerdo entre vecinos y promotores del templo. También hace falta un verdadero pacto de convivencia, en el que no exista ningún resquicio por el que poder alimentar ideologías xenófobas y cercanas al más puro nazismo.
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