Ángel Vicente: De Dj a maestro heladero en Angelato
Peras al vino, aguacate y balsámico o maracuyá y albahaca son algunos de los helados que se pueden degustar en Angelato
'Helados de... y no con sabor a...'. Así describe Ángel Vicente los helados que elabora cada día en Angelato y a los que no hay gasteiztarra que se haya resistido a probar. Y es que su pasión por la repostería doméstica viene de lejos, pero siempre guardaba esta faceta para su ámbito más privado.
Durante años fue uno de los Dj residentes de Círculo, discoteca referente de la música house en Vitoria-Gasteiz. Y, coincidiendo con su cierre en 2013, Ángel decidió dar un giro de 180º a su vida y lanzarse a esta nueva aventura gastronómica. Pasó de Dj Angeloop a Angelato.
"Mi pareja de aquel entonces era italiana y me di cuenta de que en Vitoria el helado era muy tradicional, que no se avanzaba, así que me dije: si me gusta esto, ¿por qué no?", cuenta. Viajó entonces a Bolonia para formarse en la Universidad del Helado y con todo el conocimiento adquirido arrancó en Vitoria su nueva carrera profesional: "Mis inicios fueron muy americanos, pero en vez de empezar en un garaje, yo lo hice en casa, con una máquina pequeña con la que hacía un kilo de helado en una hora".
Comenzó invitando a sus amigos a que probaran sus nuevas mezclas de sabores y trabajando para algún restaurante, pero cuando la demanda comenzó a aumentar, decidió alquilar un local en Pío XII y abrir el primer Angelato, que vio la luz en abril de 2016. "Al principio era un volcán de ideas, sacaba 6 sabores nuevos cada semana. Poco a poco, y gracias al boca a boca, empecé a hacerme un nombre. A la gente le llamaba mucho la atención la originalidad de los sabores", cuenta. Ángel pasó así de poner el sonido a la fiesta a darle el mejor sabor.
Dos heladerías por sorpresa
La segunda heladería vino por casualidad: "Hubo un problema con el propietario a raíz del IBI y decidí cambiarme de local. Encontré uno en la calle Prado que me encantó y firmé los papeles para trasladarme, pero nada más hacerlo, el arrendador de Pío XII me dijo que ya estaba todo solucionado. De repente me vi con dos locales y decidí seguir adelante".
Las colas que hace años aguardaban de madrugada a Ángel en General Álava, ahora se repiten todas las tardes de calor en la calle Prado, aunque con un público muy distinto: "Creo que el éxito se debe a la honestidad. Si digo que un helado es de avellana es porque está hecho con avellanas, no porque sabe a avellanas. Doy mucha importancia a la materia prima y esta tiene que ser la perfecta. Además, echo mucha cantidad de producto". Ángel también apuesta por productos kilómetro 0 y en 2019 fue reconocido con la distinción de Slow Food. Para sus elaboraciones utiliza productos tan alaveses como la sal de Añana o el aceite de Moreda.
Sabores originales
El día a día de Ángel se basa en ir "de la cama a la heladería y de la heladería a la cama. Así durante seis meses al año. Jamás he trabajado tantas horas". A primera ahora de la mañana se acerca al obrador, ubicado en el propio local de la calle Prado, y arranca la maquinaria: "Planifico la producción teniendo en cuenta los alérgenos, hay que tener mucho cuidado. Además, cada vez tenemos más opciones veganas".
Sus elaboraciones se caracterizan por mezclar diferentes especias con frutas, como por ejemplo el helado de naranja, canela y jengibre, o el de maracuyá y albahaca. También se pueden saborear los postres de toda la vida como el queso Idiazabal con membrillo y nueces, pero en formato helado.
Una de sus últimas elaboraciones ha sido el sabor de peras al vino: "Estaba en Logroño de pintxos y probé uno de foie que venía con una pepita de reducción de vino para echarlo por encima. Se me ocurrió entonces un helado de pera al vino con un dosificador de jarabe. Y ha sido todo un éxito", cuenta. Y es que la imaginación de Ángel no para y maquina cada día nuevos sabores para sorprender a su clientela: "Escuché que los abuelos sicilianos tomaban para desayunar café con una bola de queso ricota y decidí convertirlo en helado. Creía que la gente no se iba a animar con el y se ha convertido en uno de los favoritos".
Solete de verano
Ángel afirma que lo que más le gusta de su profesión es “que no hay límites para la imaginación y puedo elaborar todo lo que se me ocurra. Además, estoy viendo muchos niños crecer y pienso que cuando sean mayores me recordarán como la heladería de su infancia".
Angelato acaba de recibir un ‘Solete de verano’ por parte de la Guía Repsol, un reconocimiento que al heladero le da fuerzas para continuar trabajando. “Ya solo falta que el Ayuntamiento nos deje instalar una terraza. Somos la única heladería de Vitoria que no tiene espacio para que la clientela se siente tranquilamente a disfrutar, ojalá esta distinción nos ayude a conseguirla”. Mientras ese momento llega, Ángel seguirá dejando volar su imaginación para sorprender a los paladares más exigentes de la ciudad.