Así nació Taj Mahal: el primer restaurante indio de Vitoria-Gasteiz
Faraz y Qamar son dos emprendedores pakistaníes que trajeron la comida india a Vitoria hace 16 años
Faraz y Qamar no tenían experiencia previa en hostelería. Tampoco sabían cómo se montaba un restaurante indio desde cero. Pero lo que sí tenían era una visión clara: querían traer los sabores de su tierra a Vitoria-Gasteiz.
Aterrizaron en la capital alavesa entre 2001 y 2005, provenientes de Punyab, una región del noreste de Pakistán. En aquel entonces Vitoria-Gasteiz apenas ofrecía experiencias gastronómicas internacionales.
Los pocos que existían eran restaurantes asiáticos que ofrecían comida china. La comida india era una desconocida para los paladares vitorianos. Pero ellos lo vieron claro: "Vimos que no había comida india". Y allí, en ese hueco, decidieron entrar.
Con ilusión y un poco de incertidumbre se lanzaron a la piscina. Así nació Taj Mahal, el primer restaurante indio de Vitoria-Gasteiz, en octubre de 2008. Lo abrieron en la calle Nueva Fuera y ahí sigue hoy en día, 16 años después, siendo parte del paisaje y de la memoria gustativa de muchos vecinos.
Aunque Faraz y Qamar son originarios de Pakistán, explican que la comida que ofrecen en su restaurante es prácticamente la misma que la india con muy pocas diferencias.
No es casualidad: India y Pakistán formaban parte del mismo país bajo dominio británico hasta 1947, cuando lograron su independencia y se dividieron en dos naciones. A pesar de esta separación, muchas tradiciones culinarias siguen siendo comunes a ambos lados de la frontera.
En cuanto al nombre del restaurante, sabían que necesitaban uno que sonara familiar y que dejara claro desde el principio de qué tipo de comida se trataba. Lo tuvieron claro: Taj Mahal. Un nombre conocido, fácil de recordar y que todos asociarían rápidamente con la India.
Abierto desde 2008
Los inicios, como suele ocurrir, fueron difíciles. Abrieron en plena crisis económica de 2008, una época en la que se veían más carteles de 'Se vende' que nuevos restaurantes.

Imagen de las pakoras, uno de los platos estrellas del Taj Mahal
Además, había otro reto: conquistar a un público poco familiarizado con la cocina india. "La gente pensaba que todo picaba y tenía muchas especias", explica Faraz. Ese fue uno de los estereotipos más difíciles de romper. Ellos, acostumbrados a sabores más intensos en su día a día, supieron adaptarse: bajaron el nivel de picante y suavizaron los aromas.
Taj Mahal comenzó con 96 platos
Empezaron con 96 platos para mostrar toda la riqueza de su cocina. Pero con el tiempo fueron viendo qué era lo que más gustaba. Ahora la carta incluye 52 platos: "Hemos mantenido lo que más pedía la gente", dice Faraz.
Entre los favoritos están las pakoras, verdura frita con diferentes salsas, el pollo con mango de sabor suave y el pan de queso. También animan a probar platos como el pollo al curry que muchos evitan por pensar que pica, pero que "no pica tanto", asegura Faraz entre risas. La variedad vegetariana sigue siendo uno de sus puntos fuertes y ha ido conquistando a más comensales con el paso de los años.
"La gente ya nos conoce"
Faraz y Qamar siguen al frente del negocio: "Somos los mismos que abrimos en 2008", dicen con orgullo. A lo largo de los años, no solo han visto cambiar su clientela, sino también su entorno más cercano. La calle Nueva Fuera ha vivido una transformación: la peatonalización y la posibilidad de poner terraza les ha beneficiado. "Hay más movimiento", afirman.
Pero no solo ha cambiado la calle. Vitoria-Gasteiz también ha evolucionado: hoy en día es una ciudad mucho más abierta a los sabores del mundo. Han llegado restaurantes latinoamericanos, japoneses, turcos y por supuesto indios. Los vitorianos han aprendido a probar cosas nuevas.
"Ahora la gente ya nos conoce", cuentan Faraz y Qamar. Y no solo han ganado clientes, también amigos. Muchos de los que entraron por curiosidad en sus primeros años siguen viniendo.
Así, la historia del Taj Mahal no se detiene. Lo que empezó como un salto al vacío en plena crisis se ha convertido en un clásico de la ciudad. Faraz y Qamar siguen allí cada día fieles a una idea que rompió moldes en 2008. Y aunque la ciudad ha cambiado, ellos han sabido evolucionar con ella sin perder su esencia.
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