El reto extremo de Bego Alday: 30 horas sin parar en la Antártida para completar el primer ‘Ironhuman‘
La atleta vitoriana se prepara para nadar, pedalear y correr en condiciones extremas mientras reivindica su identidad no binaria y graba un documental
La vitoriano Bego Alday responde al teléfono desde el Pirineo. Le quedan seis semanas para embarcarse hacia la Antártida, donde intentará algo que nadie ha hecho antes: completar un Ironman en el continente blanco. O como ella prefiere llamarlo, un Ironhuman. “Mucha gente me pregunta qué día es la prueba”, dice riendo. “Pero no es una carrera con dorsal ni meta, es una expedición. Lo haremos el día que se den las condiciones”.
Capitana de barco, aventurera y creadora de contenido, Bego se prepara para estar más de 30 horas seguidas sin dejar de moverse en un lugar donde se superan los treinta grados bajo cero. Para soportarlo, entrena durante horas cada día, trabaja la exposición al frío y sigue un plan nutricional para ganar entre tres y cuatro kilos antes de partir.

Bego Alday en Islandia
El cuerpo como laboratorio
El reto consiste en completar las tres disciplinas de un Ironman (3,8 kilómetros de natación, 180 en bicicleta y 42 de carrera a pie) en el lugar más extremo del planeta. Pero aquí todo cambia: el agua está a apenas dos grados, la bici rodará sobre nieve y las temperaturas desafían cualquier límite físico y mental.
Bego reconoce que no hay nadie que te diga cómo entrenar para eso. “Un Ironman normal lo puedes hacer en ocho horas, aquí son mínimo 30 horas y no puedes comer cuatro geles, tienes que comer comida real, el cuerpo reacciona distinto”, expresa.

Bego Alday en Groenlandia
Su preparación es un rompecabezas entre nutrición, resistencia al frío y ensayo-error. Lo cuenta con la confianza de quien ya sabe lo que es enfrentarse a temperaturas imposibles: en 2025 se convirtió en la primera española en terminar la Arctic Ultra, una carrera de 195 kilómetros en el norte de Canadá con sensaciones térmicas de -45 °C.
De capitana a exploradora
Antes de convertirse en figura de las redes, donde cuenta con más de 450.000 seguidores en Instagram, Bego fue militar, futbolista y capitana de barco. Estuvo varios años en el ejército, después trabajó en barcos mercantes, petroleros, fue capitana de la Antártida y estuvo en el reality 'El conquistador'. "En mi tiempo libre hacía deporte extremo, montaña, parapente...", comenta.
Su paso como capitana en la Antártida fue el punto de inflexión. Allí conoció de cerca el hielo, el riesgo y la soledad. “Siempre he sido muy friolera, la típica que va con ochenta capas, pero tras muchas horas en el frío me di cuenta de que podía enfrentarlo”. De ese viaje nació la semilla del IronHuman, y también su deseo de contarlo.

Bego Alday en Canadá
El precio de un sueño
El proyecto incluye un documental que se rodará durante la expedición. Pero no será una producción cualquiera. “Nosotras solo damos trabajo a mujeres o disidencias”, subraya. “Son mundos muy masculinizados. Parece que todo está cambiando, pero en realidad siguen siendo los mismos”.
El rodaje, además, implica una logística enorme. Bego y su equipo han invertido sus ahorros, gestionan permisos internacionales, seguros, contratos, transporte y un barco que cuesta 1000.000 euros. “Parece un superviaje divertidísimo, pero nos está costando mucho más de lo que pensábamos. Antes de ver un euro, pierdes mucho dinero”.
Los patrocinadores les ayudan a sostenerse, pero Bego recalca que este viaje no se costea con "cuatro logos en Instagram". A falta de seis semanas para partir, aún les faltan 50.000 euros para cerrar el presupuesto.
Además de los gastos, Bego es consciente de que parte de una posición privilegiada: "Yo sé que tengo voz y altavoz, la gente me conoce en redes y eso ya es un privilegio. Por eso quiero usarlo bien. Soy una excepción que confirma la regla".

IronHuman, no Ironman
El término IronHuman no es casual. Es una reivindicación lingüística y política: “No quiero que me presenten como ‘la primera mujer’, me considero una persona no binaria”. Ese no binarismo es una conquista personal para Bego. "El género es una construcción social enorme; cuando vas a nacer, ya hay alguien que decide quién vas a ser”, expresa.
“No quiero que me presenten como ‘la primera mujer’, me considero una persona no binaria”
Bego estudia actualmente un máster en Estudios Feministas y de Género en la EHU y reflexiona con soltura sobre el tema: “La mirada del mundo sigue siendo masculina. Lo que no es hombre, es mujer. Yo quería reivindicar algo distinto. Si la prueba se llama Ironman, ¿cómo vas a pensar que tú también puedes hacerla?”.
De ahí su decisión de reemplazar el “man” por “human”. "Lo difícil no es entrenar. Lo difícil es creer que puedes hacerlo, y yo quiero demostrar que los límites no están en los géneros ni en las etiquetas”, subraya.

Bego Alday en Groenlandia
El frío y la metáfora
De las tres disciplinas, la natación es la que más respeto le da. “Ahí estás más cerca de la hipotermia. Si te desmayas, no puedes salir del agua”, admite. Pero lo que más le preocupa no es el frío, sino su equipo. “En la Antártida todo es imprevisible. Tengo la responsabilidad de que volvamos todos a casa sanos y salvos”.
Conoce bien lo que significa el riesgo. En enero de 2024 vivió un accidente grave en Cabo de Hornos: “Tuvimos una vía de agua en el barco. Pensé que nos íbamos al fondo. Nos rescataron, pero ver el frío tan de cerca me marcó”.
Para Bego, el hielo no es solo un escenario: es un símbolo. “La Antártida es el único continente que no pertenece a ningún país. No hay normas. Intentar cambiar las normas desde el único sitio donde no las hay es una metáfora en sí misma. Allí puedes ser quien quieras”, expresa.

Bego Alday nadando en Groenlandia
Esta joven vitoriana, a sus 29 años, ha cruzado el canal del Beagle, completado la Arctic Ultra con -40 °C, escalado montañas en Islandia y dormido entre glaciares. También ha participado en una flotilla solidaria hacia Palestina, una decisión que le obligó a parar su proyecto durante un mes. “Ha sido un año muy duro a todos los niveles”, confiesa.
Dentro de unas semanas volverá al hielo. Un mes de travesía. Treinta horas seguidas de esfuerzo. Pero su objetivo va más allá de la prueba física: demostrar que los límites, como el hielo, se pueden romper. “Voy a poner mi vida en riesgo, pero no deja de ser un altavoz. Si logro cruzar la meta, no será solo mi victoria; será un mensaje para todas las personas que creen que hay límites imposibles", concluye.
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