Son muchas las aves que habitan en nuestro territorio pero la cigüeña blanca, una especie de patas largas y pico afilado, se ha convertido en símbolo de Álava en general y de Salburua en particular.
Las cigüeñas blancas son típicas de las zonas húmedas y desde hace años son varias las colonias que se asientan en el Humedal de Salburua, lo que convierte a esta especie, en una de las más comunes y abundantes del parque.
En total, son 168 las parejas de cigüeña blanca que han elegido Álava como su hogar.
Una única pareja de cigüeña blanca en 1985
En la actualidad es una de las aves que más abundan en el Humedal de Salburua y en 2020 fueron censados 60 nidos. Pero no siempre ha sido así, el pasado siglo como consecuencia de la hambruna esta ave zancuda sufrió un gran retroceso que la llevó a desaparecer en numerosos países.
En 1985, Vitoria-Gasteiz contaba con una única pareja de cigüeña blanca. Estas aves que habitaban en la torre de la Iglesia de la Natividad de Gamarra Mayor eran el único representante de esta especie en todo Euskadi.
Su capacidad para amoldarse a los cambios de su entorno, así como el control de sus poblaciones y la educación ambiental, hicieron que la especie resurgiese y volviese a sobrevolar nuestros cielos.
En la década de los 90, la cigüeña blanca se comenzó a asentar en la orla del Embalse de Ullibarri-Gamboa. La creación en 1994 del Humedal de Salburua, también ayudó a que esta ave zancuda hiciese del territorio alavés su hogar y se convirtiese en una vecina más.
Los datos
Gorka Belamendia, Técnico del Centro de Estudios Ambientales de Vitoria-Gasteiz, es quien más conoce a las cigüeñas de nuestra provincia. Lleva desde la década de los 90 estudiando la población de esta especie en nuestro entorno.
Año tras año, se encarga de controlar su población. No solo en cuanto al número de parejas asentadas, sino también a la cantidad de pollos que nacen: "Esto es muy importante para saber las tasas de reclutamiento de la especie y, por lo tanto, hipotetizar sobre su viabilidad a futuro".
En la actualidad, 168 parejas de cigüeña blanca habitan en Álava y esos datos apuntan que la población de cigüeña blanca en Álava es estable y asentada.
Debido a la escasez de esta especie en los 90, las instituciones, a través de los colectivos ambientalistas, instalaron nidos artificiales en distintos campanarios del territorio. Hecho que ayudó al asentamiento de estas aves. Hoy en día existen núcleos muy potentes de cigüeñas. Por tanto, la especie no necesita ningún refuerzo humano: "No necesita ayuda más allá del respeto y de nuestra simpatía hacía ella".
Tenemos una población de cigüeñas estable y asentada
La cigüeña blanca elige Álava
Las cigüeñas se reparten por todo el territorio y habitan en puntos como Rioja Alavesa, el Embalse de Ullibarri-Gamboa o el Humedal de Salburua. En Salburua y el Embalse de Ullibarri-Gamboa se concentra el 90% de la población alavesa de cigüeñas.
A la hora de alimentarse, estas aves eligen diferentes puntos, dependiendo del lugar en el que habiten. Mientras que la colonia de cigüeñas de Rioja Alavesa recorre el río Ebro en busca de alimento, la de la Llanada Alavesa recorre el embalse para alimentarse. La de Salburua por su parte, se dirige cada día al vertedero de Gardelegui para buscar algo que llevarse al pico: "Diariamente vemos cómo se dirigen a Gardelegui desde Salburua, y viceversa".
Debido a la escasa cantidad de materia orgánica existente en el vertedero, Gardelegui no es el lugar en el que encuentran más cantidad de energía. Poco a poco, según se vaya reduciendo la cantidad de materia orgánica que entra en el vertedero, las cigüeñas dejarán de acercarse a el: "Como conservacionistas es lo que buscamos", apunta Gorka.
Menos kilómetros
La cigüeña blanca es un ave migratoria que, históricamente, en el mes de agosto emigraba al África subsahariana. Estas aves zancudas llegaban hasta países como Malí o Senegal para buscar zonas más templadas donde pasar el invierno.
Hoy en día, debido a la bonanza climática, esas distancias se han visto recortadas. Si bien es cierto que parte de las cigüeñas alavesas siguen con la costumbre de desplazarse a África, otra parte tiende a migrar hacia Doñana, Madrid y los campos de Tudela. También hay un gran número de cigüeñas, en torno al 25%, que eligen quedarse en nuestros árboles y campanarios para invernar.
Por otro lado, Álava acoge a cigüeñas de otras procedencias: Bizkaia, Francia y otros países como Holanda, Suiza o Polonia. Aves que eligen el territorio alavés como su zona de invernada y que, dependiendo de cómo sea el invierno, estarán entre nosotros hasta enero-febrero. La población de cigüeñas invernantes en Álava se ha estabilizado en los últimos diez años.
Esa información se conoce gracias a los estudios que realizan los investigadores, y a las anillas de PVC que las cigüeñas portan en sus patas: "Mediante un telescopio podemos leer el código alfanumérico que portan y descubrir su procedencia".
162 cigüeñas han elegido Álava para pasar el invierno
Más sobre nuestras vecinas
La cigüeña blanca es una especie de ave ciconiforme de gran tamaño que pertenece a la familia ciconiidae. Ambos sexos tienen una apariencia idéntica, aunque los machos suelen ser más grandes que las hembras. Su aleteo es lento y regular con unos movimientos muy elegantes. El cuello lo llevan estirado hacia delante, y sus largas patas se extienden más allá del borde de su corta cola.
Su plumaje es mayoritariamente blanco con las puntas negras en las alas. Mide un promedio de 112 cm desde la punta del pico hasta el final de su cola, y sus alas pueden llegar a tener una envergadura de entre 155 y 215 cm.
La esperanza de vida de una cigüeña es larga. En cautividad alcanza los 35 años de edad, y en estado salvaje es superior a los 20 años.
A la hora de dar forma a los nidos, estas aves aprovechan los recursos disponibles en su entorno. Desde palos, hierba y paja hasta todo tipo de basura que el ser humano abandona en la naturaleza. Esa combinación de materiales aporta a los nidos una estructura sólida y resistente.
Los nidos pueden llegar a medir hasta dos metros de diámetro. Su amplitud les permite albergar tanto a las cigüeñas adultas como a sus pollos durante el período de cría. Su peso y robustez son necesarios para soportar las condiciones climáticas adversas.
Las orillas del embalse son una buena zona para observar y estudiar a las cigüeñas
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