Colapso de los psicólogos: la salud mental en Álava pide ayuda

21 diciembre, 2024

La demanda de atención psicológica se dispara en Vitoria, pero la falta de recursos públicos y privados hace que las listas de espera se alarguen durante meses

Encontrar ayuda psicológica en Vitoria-Gasteiz es un reto. Las listas de espera se extienden durante meses, tanto en la sanidad pública como en las consultas privadas. La salud mental, más visible que nunca, pide ayuda.

“En la privada, las listas de espera varían entre algunas semanas y hasta ocho meses. En la pública, aún más. Los profesionales nos encontramos cada vez más desbordados sin poder asumir tantos pacientes nuevos”, expresa José Antonio Pérez Suárez, vicedecano del Colegio Oficial de la Psicología de Álava. Las consultas están saturadas, y la problemática, a juicio de los profesionales, no deja de crecer.

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La pandemia fue un punto de inflexión. Puso de relieve un aspecto que a menudo pasaba desapercibido: la salud mental. Sin embargo, el sistema no estaba preparado para este aumento de la demanda. Hoy, tanto en el ámbito público como en el privado, psicólogos y pacientes coinciden: hace falta más inversión, más recursos y, sobre todo, más tiempo para atender a quienes lo necesitan.

“La demanda no puede ser asumida porque se ha desbordado el sistema público de salud. Ahora el ámbito privado está con listas de esperas cada vez más importantes”, asegura  Pérez Suárez.

Un problema de números

En Álava, hay 601 psicólogos colegiados y unos 100 gabinetes privados. Aun así, no son suficientes. Según datos del Colegio de Psicología, España tiene 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes, muy lejos de la media europea, que se sitúa en 18.

Esta realidad la sienten los profesionales alaveses en el día a día: “El tiempo entre la solicitud de una cita y la primera consulta es crítico. Cuanto más tiempo pasa, más se agravan los síntomas”, comenta Pérez Suárez.

España tiene 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media europea, que es de 18

El sistema público de salud, ya saturado antes de la pandemia, no da abasto. “Las citas cada vez son más lejanas, y las consultas menos frecuentes”, lamenta Pérez Suárez. Esto obliga a muchas personas a recurrir al ámbito privado, donde las listas de espera también son largas. En algunos casos, la espera para una primera consulta puede fluctuar entre unas semanas y un mes, y para consultas más especializadas, hasta 8 meses.

Ansiedad, depresión y estrés postraumático

El impacto psicológico del COVID-19 todavía resuena en muchas consultas. Según Pérez Suárez, los casos de ansiedad, síntomas depresivos y estrés postraumático son los más comunes.

Miren Ruiz, psicóloga especializada en el ámbito social, añade que la pandemia fue la gota que colmó el vaso: “Destapó problemas que muchas personas ya tenían y los exacerbó”. Sin embargo, el crecimiento de la demanda no ha ido acompañado de un aumento proporcional de los recursos.

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Esto tiene consecuencias directas en la calidad de la atención. “Cuando sabes que no puedes dar abasto, tu servicio se resiente. Estás pensando en el próximo paciente mientras atiendes al actual”, reconoce Ruiz.

El coste económico

Para quienes logran acceder a un psicólogo privado, el coste puede ser un desafío. Ane es una médica que acude regularmente al psicólogo, y reconoce que es "el mejor dinero invertido en mi vida”. Pero admite que no todo el mundo puede permitírselo. Sus primeras experiencias fueron en servicios gratuitos, pero las sesiones eran limitadas y, en ocasiones, ineficaces.

"Ir al psicólogo es el mejor dinero invertido de mi vida"

Inés Gómez de Segura, directora de la clínica Haztúa, destaca que el estigma hacia la terapia sigue presente en algunos sectores, aunque está disminuyendo. “Tuvimos el caso de un chico que, al llegar, le dijo a su madre: ‘Ya has conseguido llevarme al loquero’. Ahora viene contento y ve que esto es lo más normal del mundo”.

Sin embargo, Gómez de Segura coincide en que todavía hay barreras económicas.“La terapia no es algo eterno, pero el acceso debería estar garantizado para todas las personas”.

Medicación como recurso rápido

Ante la saturación del sistema, muchas personas recurren a los medicamentos. Según Pérez Suárez, España es uno de los países con mayor consumo de antidepresivos y ansiolíticos del mundo. El psicólogo señala que esto es una consecuencia de la falta de atención: “A menudo se recetan como una vía rápida, pero a largo plazo, la medicación puede tener efectos perjudiciales”.

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La psicóloga Ruiz señala que esta dependencia farmacológica no siempre es culpa de los pacientes: “Es la única opción que muchos profesionales pueden ofrecer cuando saben que no hay recursos para una terapia adecuada”.

Los medicamentos, explica, son una solución rápida, pero no siempre adecuada. “Pueden ser adictivos y a largo plazo generan más problemas. La terapia es más eficaz en la mayoría de casos, pero la saturación deja pocas alternativas”, expresa.

Un futuro incierto

La solución no es sencilla. Pérez Suárez insiste en que es necesario aumentar los recursos tanto en el sistema público como en el privado: “La introducción de psicólogos en atención primaria sería un gran paso, como ya ocurre en otras comunidades”.

En este sentido, destaca también la importancia de combatir el intrusismo profesional. “Hay personas desesperadas que acuden a pseudoterapeutas sin formación acreditada, lo que puede ser muy peligroso”.

Miren Ruiz, además, reclama un aumento de plazas PIR (Psicólogo Interno Residente) para formar a más especialistas en salud mental. Esto permitiría reducir la saturación tanto en la atención pública como en la privada, mejorando la calidad del servicio.

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Un cambio en la percepción

A pesar de los problemas, algo está cambiando. Según los expertos, cada vez más personas son conscientes de la importancia de la salud mental. “La pandemia ayudó a normalizar la terapia”, comenta Gómez de Segura. “Hoy en día, incluso la gente mayor lo ve como algo habitual y necesario”.

Ane lo confirma: “Recomendaría ir al psicólogo a casi todo el mundo. Es una inversión en tu bienestar”. Y aunque todavía existen prejuicios, especialmente entre las generaciones mayores, el estigma va perdiendo peso poco a poco.

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“La gente es mucho más consciente de la importancia de la salud mental. Y eso es muy importante porque llegan antes a la consulta, no pasa tanto tiempo como hace unos años”, expresa el psicólogo Pérez Suárez. Y añade que ahora el problema está en la saturación de los servicios: “Las listas de espera impiden a la persona acudir al psicólogo cuando lo demanda, y una atención temprana es fundamental para que los síntomas no vayan a más y desemboquen en otros problemas más graves”.

En Álava, la necesidad es evidente. Más recursos, más psicólogos y más educación sobre la salud mental podrían marcar la diferencia. Pero mientras llegan los cambios, cientos de alaveses seguirán esperando una cita que, para muchos y muchas, no puede llegar lo suficientemente pronto.