Cuatro partidos para cuatro escaños
Alfonso Alonso, Emilio Olabarria, María Teresa Rodríguez Barahona y José Javier Lasarte son las cuatro voces que los alaveses han tenido durante el final de la presente legislatura en el Congreso de los Diputados. Cuatro voces, con mayor o menor peso dentro de su partido, pero que pueden parecer apenas una mota de polvo en […]
Alfonso Alonso, Emilio Olabarria, María Teresa Rodríguez Barahona y José Javier Lasarte son las cuatro voces que los alaveses han tenido durante el final de la presente legislatura en el Congreso de los Diputados. Cuatro voces, con mayor o menor peso dentro de su partido, pero que pueden parecer apenas una mota de polvo en el hemiciclo.
Álava es una circunscripción pequeña. No tanto como Huesca, Cuenca o Guadalajara. Estas provincias tan sólo pueden elegir a tres representantes para la Cámara Baja. Álava se encuentra, por tanto, en el penúltimo escalón, fruto del reparto que se realiza en función de la población.
Sin embargo, desde las elecciones a Cortes Constituyentes de 1977 el partido vencedor en Álava siempre ha acabado dominando el Congreso y accediendo así a La Moncloa. El sistema electoral vigente premia a los partidos mayoritarios, pero está claro que con cuatro escaños por repartir no parece muy fácil buscar alternativas. Si en 1977 y 1979 UCD se llevaba la victoria en España y dos escaños en Álava, desde entonces PP y PSOE se han alternado en la victoria en nuestra provincia al mismo tiempo que se alternaban en La Moncloa.
El tripartidismo en Álava ha sido una realidad perenne. Tan sólo en 1986 y 1989 Herri Batasuna pudo intimidar algo a la antigua Alianza Popular, al situarse a menos de 5.000 votos de diferencia. En aquel entonces los conservadores no eran una alternativa de gobierno, y sus seguidores aumentaban sólo en detrimento del CDS y de UCD. Sin embargo, ni siquiera en esa situación pudo la izquierda abertzale auparse a la tercera posición.
Fue en 1993 cuando se produjo el cambio que se ha mantenido hasta la fecha. El Partido Popular arrebató la segunda posición al PNV, en unos comicios que José María Aznar parecía tener ganados, pero que se acabó llevando por última vez Felipe González. Ese año ni Unidad Alavesa ni Herri Batasuna se acercaron siquiera a la posibilidad de obtener representación
Desde entonces, el inicio del hundimiento de Izquierda Unida y de Unidad Alavesa, así como la abstención y posterior ilegalización de la izquierda abertzale, han dejado poco margen para sorpresas.
La aparición de nuevos partidos como Equo, UPyD no se va a traducir en un vuelco electoral y no amenaza en absoluto a los grandes partidos, al menos en Álava. Sí que puede hacerlo en otras circunscripciones como Madrid o Barcelona, con 35 y 31 escaños a repartir.
La amenaza para PP, PSE y PNV se llama Bildu. La izquierda abertzale obtuvo en las pasadas elecciones forales 8.000 votos más que el PSE, quedándose como tercera fuerza política a tan sólo 7.000 del PP, quien ganó. Es evidente, y así ha quedado probado en numerosas ocasiones, que los resultados de unos comicios no tiene nada que ver con otros. Sin embargo, según el cálculo realizado por este periódico sobre una simulación, si el 20N se repitiesen los resultados del 22M, PP, PSE, PNV y Bildu obtendrían un escaño cada uno.
Así las cosas, la irrupción de Bildu perjudicaría al partido ganador, que vería cómo por, primera vez en muchos años, cuatro partidos llegan al Congreso en tablas. Mayor igualdad imposible, pero de aquí al 20N aún queda mucho camino por recorrer.
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