La sonrisa de Gianluca en la gran cuadrilla de Talur

29 marzo, 2025

Gianluca lleva 8 años con la asociación Talur, que fomenta el ocio y tiempo libre en personas con discapacidad

Gianluca Capurso es un joven vitoriano con parálisis cerebral y muchas ganas de vivir. Hace 8 años, su madre Patricia decidió apuntarle a los campamentos que ofrece la Diputación para que disfrutara de diferentes actividades y ganará independencia.

Allí conocieron la Asociación de Ocio y Tiempo Libre para Personas con Discapacidad Talur y se enamoraron de actividades como el teatro musical, la piscina y la “joya de la corona", el pintxopote. 

Gracias a estas actividades, Gianluca disfruta cada momento y se ha convertido en un habitual del pintxopote. Aunque no se comunica con palabras, sabe hacerse entender sin problemas. Con gestos, miradas y sonrisas "participa activamente en el pintxopote y fortalece su relación con el grupo". Su entusiasmo por compartir estos momentos le ha permitido integrarse mejor y mejorar su capacidad de socialización.

Gianluca Capurso, miembro de Talur

Dentro del grupo, se “crean vínculos especiales”, como si fueran “abuelo y nieto”. Las personas más autónomas son "conscientes de las dificultades de los demás" y siempre están dispuestas a echar una mano. Este espíritu de colaboración hace que todas las actividades generen un ambiente "acogedor y familiar".

“En el pintxopote ves a personas mayores que participan en la asociación, dándose la mano, hablando, ayudando…”, explica Patricia, madre de Gianluca. Este ambiente de “complicidad y apoyo mutuo” es lo que hace que Gianluca y el resto de participantes se sientan como en casa.

“Hablamos siempre de sus necesidades y en la asociación le exigen mucho”

Además de disfrutar, estas actividades despiertan en Gianluca una nueva faceta. “Hablamos siempre de sus necesidades y en la asociación le exigen mucho”, comenta Patricia. Allí aprende cosas que en su día a día no puede practicar y que poco a poco le ayudan a ser más independiente, ya que cada actividad se adapta a las capacidades de cada persona.

Estas experiencias no solo benefician a quienes participan, sino también a sus familias. “Es una salvación”, asegura Patricia. Mientras Gianluca disfruta del pintxopote, su madre puede dedicarse a otras actividades. Así, ambos logran desconectar de la rutina y disfrutar de su tiempo libre.

“Las familias sobreprotegen a estas personas”

Amaia Del Valle lleva siete meses trabajando como voluntaria en Talur tras completar sus prácticas en el centro. Su labor se centra en actividades como el teatro musical y la activación cognitiva, donde "las personas con discapacidad aprenden a gestionar su dinero".

"Es un tema desconocido y requiere mucha implicación", explica Amaia. Su experiencia personal le ayudó a adaptarse rápido, pero admite que convivir con ellos en su día a día cambia la percepción, "Las redes sociales solo muestran la parte bonita y en la convivencia te das cuenta de lo que es".

Grupo de Personas Talur

Esta "sobreprotección", muchas veces, viene de las propias familias. "Ellos quieren ser independientes, gestionar su dinero… pero sus familias a menudo lo asumen por ellos", señala Amaia. Ya sea por "falta de tiempo o por creer que no pueden hacerlo", terminan limitando su autonomía.

Por eso, desde Talur trabajan también con los familiares. La clave, dice Amaia, es explicarles que deben guiar, no hacer las cosas por ellos, "es difícil, pero necesario".

La asociación Talur

La asociación Talur nació en 2011 con el impulso de siete mujeres que ya trabajaban en el ámbito de la discapacidad. Buscaban una nueva forma de inclusión, alejándose de modelos obsoletos. “En 50 años se había avanzado mucho, pero nosotras creíamos que había otra manera de hacerlo”, explica Amaia González.

Miembros de Talur

El proyecto, que comenzó con solo siete fundadoras, ha ido evolucionando con el tiempo. Hoy Talur ofrece un trato humano y familiar, adaptado a cada persona. “Hacemos reuniones previas para fijar objetivos individuales en cada actividad”, detalla Amaia.

"La sociedad sigue siendo hipócrita en cuanto a la discapacidad"

La asociación acoge tanto a menores de seis años como a personas de más de 80, fomentando relaciones intergeneracionales que enriquecen la experiencia de todos.

Sin embargo, "la sociedad sigue siendo hipócrita en cuanto a la discapacidad", señala Amaia. “Nos encanta hablar de inclusión, pero en la práctica no se refleja. Se nos usa para la foto, pero somos el colectivo con menos recursos”, lamenta.