El cariño al enfermo
Foronda se muere. Está agonizando. Pero cuando un paciente está enfermo, parte de su curación se basa en el cariño y el entusiasmo que muestren en su recuperación aquellos que están a su lado. Desde su nacimiento en 1980 Foronda ha perdido la batalla. Y la fue perdiendo por un cúmulo de mala suerte, decisiones […]
Foronda se muere. Está agonizando. Pero cuando un paciente está enfermo, parte de su curación se basa en el cariño y el entusiasmo que muestren en su recuperación aquellos que están a su lado.
Desde su nacimiento en 1980 Foronda ha perdido la batalla. Y la fue perdiendo por un cúmulo de mala suerte, decisiones incorrectas y luchas provincianas. Todo ello pese a que el aeródromo alavés estaba llamado a ser el centro de la aviación en el norte de España, con seis capitales de provincia a menos de 100 kilómetros de distancia.
El aeropuerto de Foronda costó 2.700 millones de pesetas a la Diputación, y tiene una de las mayores pistas de aterrizaje a nivel nacional. Su terminal de viajeros quizás se haya quedado obsoleta. Nadie duda de la comodidad de usar una terminal pequeña, en la que no hace falta recorrer largas cintas para desplazarse. Pero de ahí a que resulte un edificio semiabandonado hay un camino.
Nunca se ha apostado decididamente por Foronda. Y ese es el primer error. Diputación y Ayuntamiento han dado palos de ciego a lo largo de los años. Algunas de las compañías que apostaron por Foronda quebraron. Y no lo hicieron por culpa del aeropuerto alavés. El último experimento de Foronda, Ryanair, también huyó de Foronda. El excéntrico Michael O'Leary adujo entonces que no era una ruta rentable pese a su alta ocupación. Los vuelos regulares a Madrid y Barcelona han desaparecido recientemente. Pero en este caso puede parecer hasta comprensible. En las distancias cortas el tren siempre tiene las de ganar, y el Alvia te da una comodidad que nunca aportará un avión.
Hay quien asegura que todo intento de Foronda por salir adelante se ha topado con el impedimento de Bilbao. Es cierto que la Cámara de comercio vizcaína intentó desde el primer momento que Foronda fracasara. Hubo incluso campañas en Vizcaya que animaban a no viajar hasta Álava.
Pero aquí Sondika supo moverse mejor. Pese a que el colectivo de pilotos siempre ha preferido viajar a Vitoria que a Bilbao y a las mejores condiciones de Foronda, la propaganda y el cruce de intereses agitaron la polémica, y Sondika-Loiu acabó llevándose el gato al agua. Con la colaboración, por supuesto, de las aerolíneas. Y mientras tanto los políticos alaveses observaban, inertes, la fuga de vuelos.
El pasado viernes, en el pleno del Ayuntamiento de Vitoria, uno de los concejales (lamento no recordar quién) hablaba de que Foronda debe resurgir como el ave fénix. Y ahora es momento de experimentos.
Ante todo, el aeródromo debe seguir apostando por la carga y evitar que Zaragoza le supere. Pero también hay que buscar el hueco de Foronda en el transporte de pasajeros, en colaboración con todos los agentes. Hasta hace dos o tres años, compañías como Iberojet operaban numerosos vuelos chárter que, sin embargo, las agencias de viajes no ofrecían luego a los vitorianos. Una compañía israelí usaba también Vitoria como puerta de entrada a España.
Estas conexiones han desaparecido o se han reducido a la mínima expresión. Desconozco por qué. Pero Vitoria es un aeropuerto de baja densidad de tráfico y abierto las 24 horas, lo que, a priori, debería favorecer la entrada de vuelos privados (Barça y Madrid vienen a Vitoria cuando juegan en Bilbao o San Sebastián.
Risa y resignación
Lo que más pena produce es la reacción de los vitorianos en la calle tras conocer la posibilidad de que un vuelo enlace Vitoria con Nueva York. La gran mayoría se lo toma a risa, y muchos de ellos aseguran, resignados, que se lo acabará llevando Bilbao.
El primer paso para que toda idea se haga realidad es creer en ella. Y Foronda, pese a pertenecer a AENA, es un aeropuerto pagado sólo por los alaveses. Y somos los 300.000 patateros los que debemos creer en Foronda. Los que tenemos que desear que se den pasos, en la dirección que sea, pero que se den.
Llegan las elecciones. Pero en esto no hay dudas. Todos los partidos quieren apostar por Foronda. Lo interesante sería saber qué hacer. Dicen que los experimentos se hacen con gaseosa. El problema, en este caso, es que Foronda se ha quedado ya sin gas.
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