El hospital de los animales
Cientos de animales silvestres se recuperan cada año a los pies de la Sierra de Badaya
Muchos recordarán Martioda como el mini-zoo que hace dos décadas tenía multitud de animales, y donde los niños acudían a disfrutar de ellos. Ese Arca de Noé hace tiempo que cerró sus puertas a las visitas. Pero desde hace más de 10 años esa casona a los pies de la Sierra de Badaya se ha convertido en un hospital para los animales silvestres que habitan nuestra provincia.
El Centro de Recuperación de la Fauna de Martioda ha vivido un verano marcado por el Brote de Botulismo Aviar,que desde comienzos de mes afecta a las aves en Álava, especialmente a los patos. A Martioda han llegado en 20 días un centenar de aves enfermas. Son las que más suerte han tenido: pudieron ser rescatadas para iniciar su tratamiento.
El Botulismo es una enfermedad que provoca una debilidad extrema en las aves: les imposibilita nadar o moverse e, incluso, son incapaces de mantener recto el cuello. Las aves que fallecen deben ser incineradas inmediatamente para evitar contagios. Las que han sido encontradas enfermas se trasladan a Martioda, donde entran en la UVI.
Porque el Centro de Martioda funciona como cualquier hospital: cuenta con diversas salas, jaulones y estancias en la que los diversos animales se establecen, en función de la especie y de su estado de salud. El brote de Botulismo ha desbordado las instalaciones, y han tenido que habilitar una UVI para enfermos de Botulismo en el voladero de aves nocturnas. Allí se encuentran los pacientes más débiles, a los que incluso tienen que alimentar manualmente y que son incapaces de mover, ni siquiera, el cuello.
La mayoría de estas aves enfermas sobrevive si superan la primera noche. Tras unos días en la UVI, donde se recuperan y cogen fuerzas, pasan a 'planta'. En uno de los jaulones del exterior se encuentran más de una veintena de patos azulones, que afronta la penúltima fase de su recuperación. Todos ellos pertenecen a la especie más azotada por la enfermedad, pero han logrado sobrevivir a ella: han fortalecido ya su cuerpo y vuelven a valerse por sí mismos. En unas pocas jornadas serán de nuevo libres.
Junto a esta jaula se encuentra otra más pequeña, donde algunos patos ya sanos conviven junto a una espátula (también recuperada del Botulismo) y a un ejemplar joven de cigüeña. Llegó cuando apenas era un polluelo: cayó del nido y ha crecido en Martioda. Es habitual para los trabajadores del Centro ejercer de padres de estos animales, aunque en todo momento deben mantener las distancias con los pollos.
"Hay que dar de comer al pollito con unas pinzas o incluso con marionetas que imitan el pico de su madre", asegura Ricardo, uno de los responsables del centro. Y es que los animales silvestres deben mantenerse alejados del hombre: "Es importante que los animales silvestres sigan teniendo un cierto miedo al humano; lo tienen que conservar porque, si no lo hacen, tienen muy pocas posibilidades de supervivencia cuando sean liberados".
En el jaulón principal asoman tres buitres, criados en cautividad tras ser encontrados de pequeños. Junto a ellos se encuentra el cadáver de un jabalí atropellado recientemente y que llegó a Martioda para servir de carroña a estas aves. Sobre el suelo varias codornices corretean por la jaula, ante la atenta mirada de las rapaces: son su alimento. En Martioda crían ratones, ratas y codornices, que servirán de alimento para las rapaces enfermas: inicialmente tomarán carne muerta, pero poco a poco deberán aprender a cazarlas si quieren sobrevivir. Es el paso previo e imprescindible antes de ser soltadas. "Para soltar a un ave tiene que volar perfectamente y saber cazar". Durante 15 días los carnívoros trabajan la caza de presas vivas en los diversos jaulones.
Pero Martioda no sólo es un hospital para aves. El centro también atiende a zorros, comadrejas, erizos, corzos, ciervos o jabalíes, entre otros. Especies todas ellas propias de nuestro territorio, que son posteriormente liberadas de nuevo en el mismo lugar en que fueron encontradas, muchas veces en presencia de la misma persona que llevó a Mártioda a esos ejemplares.
El centro también se encarga de otros animales, los que no corresponden a la fauna alavesa y han sido instroducidos por el hombre. Es el caso de Visón Americano, una auténtica amenaza para el Europeo. En Martioda se sacrifican estos animales, mientras que los visones europeos son registrados y posteriormente liberados de nuevo. En el caso de serpientes tortugas u otros animales exóticos, su destino final está en Centros Especiales, donde serán exhibidos o permanecerán aislados, para evitar posibles problemas en la naturaleza.
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