El ruido limita las noches en El Bahía
El Ayuntamiento reduce el horario de funcionamiento nocturno de este bar y obliga a su insonorización completa
El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz se ha puesto las pilas con el cumplimiento de la ordenanza de ruidos de la ciudad. Al menos en lo que al sector hostelero se refiere. Y la cafetería Bahía es un claro ejemplo. Una resolución municipal limita su apertura por las noches, debido al exceso de ruido detectado.
Desde mediados de octubre, solo puede abrir hasta las 22 horas. Algo fatal para este local, que tiene las cenas como uno de sus puntos fuertes, y donde muchas cuadrillas acuden, sobre todo los fines de semana, a degustar sus cachopos, bocadillos o raciones.
El local estaba catalogado como un negocio de grupo 2, con margen de cierre hasta la 1 de la madrugada entre semana, y hasta las 2:30 los viernes, sábados y vísperas de festivo. Pero ahora deben bajar la persiana mucho antes tras la notificación municipal. Los efectos ya empiezan a sentirse en El Bahía, que ha tenido que prescindir de personal. Y cuyo futuro, de seguir así, sus responsables observan con incertidumbre.
Denuncias vecinales desde 2003
Y es que la convivencia entre el ocio nocturno y el descanso vecinal no siempre es sencilla. Este local de la calle Coronación es buena prueba de ello. Bien conocido en el barrio y en la ciudad, data de los años 70 del siglo pasado. Abrió en una época de escasa exigencia normativa. Aunque el tiempo ha pasado y hay nuevas leyes sonoras, no se ha adaptado a ellas. Su reforma de 2021 fue insuficiente y no abordó la necesaria insonorización. Así hasta hoy.
Las denuncias vecinales comenzaron en 2003. Y la ordenanza municipal vigente data de 2010. Aquella ordenanza daba un plazo de 12 años a todos los locales vitorianos para insonorizarse. En 2022, la moratoria se extendió hasta el 2 de diciembre de 2024.
Con la fecha a la vuelta de la esquina, y numerosas denuncias de por medio, las consecuencias han sido fatales para el Bahía. Y para su titular desde enero de 2023, que sufre el resultado. "Una vecina ha crujido al local a denuncias desde hace años, porque a su casa llega ruido al no estar insonorizado", explica Kenna.
Es consciente de que dos mediciones recientes de técnicos municipales confirmaron niveles de ruido superiores a los 25 decibelios permitidos, a partir de las 22 horas, para no afectar al vecindario. "Un día llegó a los 30. Fue al principio, cuando abrimos, hicimos un concierto sin saber lo que pasaba y ahí nos dimos cuenta de toda la historia. Luego otra vez, después de las 11 de la noche, fueron 26 decibelios por las voces de la gente que está cenando", apunta Kenna.
Insonorización total
Estos resultados, sumados a todas las denuncias previas existentes, precipitaron la resolución municipal. "Nos dijeron que, si tuviéramos el problema de insonorización, pero sin denuncias ni molestar a vecinos, la cosa no habría ido a más. Y nos advirtieron de que no somos los primeros ni seremos los únicos, que es algo que está pasando ahora", confirma la responsable de El Bahía.
La actual responsable del Bahía gradecería haber sabido antes las cargas que tenía este establecimiento. "Cuando vas al Ayuntamiento a darte de alta y cambiar la razón social, habría estado bien conocer las denuncias, la situación y los plazos de la normativa. Si estás avisada, decides qué hacer o cómo trabajar. Si no, te comes el marrón", reclama.
Marrón que tiene ahora en forma de resolución municipal. En ella se especifica que en el local se impone una "actuación global". "Dados los antecedentes de todo tipo, los valores registrados y la nitidez con que se reproducen los sonidos en la vivienda, así como el hecho de que ya las simples conversaciones de los clientes aportan a veces niveles de ruido superiores a los permitidos", recoge.
"Hay que insonorizar suelo, techo y paredes. De 200.000 euros para arriba"
Porque en locales antiguos como este "no es posible legalizar equipos que vayan más allá de la música ambiental a muy bajo volumen". Tampoco "las mejoras parciales de aislamiento ofrecen garantías". La única opción viable, una insonorización total que lo adapte a las exigencias de la actual ordenanza.
Hasta que eso ocurra, se insta a "limitar el ejercicio de la actividad al periodo diurno".
Reducir plantilla por el nuevo horario
Reformas que conllevan un coste muy elevado. "Son 200.000 euros para arriba. Hay que hacer un cubo dentro del cuadrado del local. Insonorizar suelo, techo y paredes. Tirarlo y volverlo a hacer, partir desde 0", sostiene Kenna.
"En estos casos, el Ayuntamiento solo da tres opciones a los propietarios: vender la lonja, dejar morir el local o reforma. Todas son catastróficas", incide.
La situación ya ha empezado a afectarles: han tenido que reducir personal. "A un chico que venía por las tardes y a otro de extra les dije que teníamos que prescindir de ellos. Nos hemos quedado una empleada por las mañanas y mi pareja y yo haciendo medias jornadas de 14 horas para cubrir turnos", reconoce.
"Una vecina no deja entrar en su casa para medir el ruido y hacer el estudio acústico" que les exige el Ayuntamiento
Lo peor es que "el Ayuntamiento nos avisó de que va para largo". Y con la Navidad a la vuelta de la esquina.
La requisitoria municipal les insta a aportar un proyecto de reforma integral del establecimiento. Este, "deberá venir avalado por un estudio acústico completo que defina las soluciones constructivas" que realice "una empresa o persona especializada en el campo de la acústica arquitectónica".
Los problemas continúan
El Bahía, un bar muy arraigado y querido en el vecindario, está en ello. Han contratado a una empresa especializada que ya ha hecho las mediciones pertinentes en su local y en una vivienda. Pero se han encontrado con otro problema.
"La vecina de las denuncias no les deja entrar en su casa para medir el ruido. Es la tercera vez que viene la empresa, más otras veces que han contactado con ella. Si no entran, no podemos avanzar, porque sobre la base del estudio y sus mediciones se determina qué hacer", sostiene Kenna.
Por eso han remitido la situación al Ayuntamiento. "Si ella es la primera interesada en solucionar esto y no quiere... Al final tendrá que venir la Policía para que puedan medir", añade. Aunque para Policía, la que tiene noche sí y noche también en su puerta, controlando que cumplan los horarios.
Situación "frustrante"
"Verles con las sirenas o las luces es una presión añadida. El sábado teníamos cena de una cuadrilla. A las 10 justo estaban los chicos ya marchándose. Vino la policía y pidió documentación. Si me dices que somos un bar conflictivo, que la liamos y no aportamos al barrio, lo entiendo. Pero damos buen servicio, somos un sitio sano, nunca ha habido problemas ni peleas...", lamenta Kenna. "Vernos en esta situación es frustrante", zanja.
De momento, no les queda otra "que esperar, intentar tirar lo más que podamos y, si no, tomar decisiones. Tanto por nuestra parte, los titulares del negocio, como por el propietario del local". "Solo queremos trabajar, nada más. Sin conflictos ni líos, respetando a todo el mundo y en un barrio donde estamos genial. Ver estas cosas es triste", se despide Kenna.
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