Un nuevo inquilino en el Centro

7 mayo, 2011

La calle Prado tiene un nuevo inquilino. Ahora ya sabemos que se trata de un homenaje a Eurobask, el consejo vasco del movimiento europeo, en su 60 aniversario. Sin embargo, al pasar este viernes junto a la escultura tapada, se podían oír diferentes interpretaciones del destinatario de la figura. La escultura, completamente metálica, está situada […]

La calle Prado tiene un nuevo inquilino. Ahora ya sabemos que se trata de un homenaje a Eurobask, el consejo vasco del movimiento europeo, en su 60 aniversario. Sin embargo, al pasar este viernes junto a la escultura tapada, se podían oír diferentes interpretaciones del destinatario de la figura.

La escultura, completamente metálica, está situada en una ubicación privilegiada en Vitoria-Gasteiz. La Calle Prado es, tras su reforma, una de las arterias principales de Vitoria-Gasteiz. Por ello, había quien se atrevía a aventurar que la escultura era una traslación del trofeo de la green capital. Otros aventuraban que quería ser un símbolo del Plan Alhóndiga. Incluso alguno aseguraba que se trataba de un homenaje del actual alcalde a sí mismo.

Sin embargo, es un homenaje al Consejo Vasco del Movimiento Europeo, una entidad de la que probablemente el 95% de los vitoriano jamás haya oído hablar antes. Se trata de un grupo de ciudadanos de nuestro territorio que, desde 1942, participaron activamente en los procesos encaminados a lograr una unificación de los pueblos de Europa en una federación. Lo hicieron desde el exilio. Ya antes, durante la Guerra Mundial, participaron en diferentes intentos de crear asociaciones.

Su fundación se produjo en 1951, aunque desde 1948 participaban en las reuniones del Consejo de Europa.  Siempre han estado presentes en las distintas organizaciones Paneuropeas.

El homenaje que ahora le tributa la ciudad de Vitoria, en una ubicación privilegiada frente al Parlamento Vasco, busca conmemorar el 60 aniversario de la creación oficial de este movimiento. Un intento por recordar a quienes han trabajado en la construcción de una Europa unida y en paz.

Y por ello se ha construido una escultura, de casi cuatro metros de altura, que se encargó a Néstor Basterretxea, quien estuvo ayer supervisando en persona el estado de instalación de la Obra. El autor de la Paloma en Bilbao ha utilizado el metal para el recuerdo del europeísmo vaso.

No parece, por tanto, exagerado el homenaje. Pero quizás hay que aprovechar para recordar a todos aquellos que, en Vitoria-Gasteiz, también se merecen un reconocimiento. Son muchos los vitorianos ilustres del último siglo que aún no tienen su homenaje, su recuerdo. Si acaso el Celedón de oro o la Medalla de oro. Y no es por empezar a nombrar vitorianos, porque probablemente caeríamos en el error de olvidarnos a más de uno y de dos.

La escultura pasará a estar a partir de ahora, en las guías turísticas de Vitoria. Habrá que intentar, al mismo tiempo, aprender a conservarlas.