
Garrasi Isilak
En este espectáculo se traspasan las paredes de la esfera interior de los personajes y aparecen con ironía y humor suave. El narrador utiliza estas herramientas para llegar a nuestra realidad y contar en voz alta lo que se guarda en silencio. Un barrio, una calle, una plaza. Aparentemente todo es anónimo y cotidiano. Los transeúntes van de un lado para otro, y de pronto se oye una música suave. Una sola nota de una melodía llena toda la plaza. Los latidos se coordinan, y todo lo que en ellos sucede se concreta, se aclara y todas las vivencias son mutuas. Todas las vidas intervienen en las de las demás, como los colores de cada pincelada que forma un cuadro. Como un gran manto, como las notas de una melodía.