"Me he llegado a gastar 1.500 euros en una tarde"
Laura es adicta al juego, ha perdido miles de euros, joyas y casas, ha acumulado microcréditos y ahora lucha para no recaer
Laura siempre ha jugado. Solo al bingo, como dice ella. Pero, lo que para mucha gente es una afición esporádica, para ella se ha convertido en su particular descenso a los infiernos. Una adicción que le ha hecho perder todo su dinero, sus joyas, su vivienda… A sus 53 años no dispone apenas de efectivo por temor a jugárselo. Porque, como reconoce, "me he llegado a gastar 1.500 euros en solo una tarde. Es muy triste decirlo".
En el Día sin Juego de Azar, esta vitoriana de 53 años nos cuenta cómo vive la ludopatía, una pelea casi diaria que también desde Asajer (Asociación Alavesa de Jugadores en Rehabilitación) quieren visibilizar. Y, con especial incidencia, la de las jugadoras. Porque, si bien el porcentaje de mujeres ludópatas es casi igual al de los hombres, ellas son más invisibles.
Un estigma para las mujeres

Las mujeres prefieren las tragaperras, el Bingo o los sorteos a otro tipo de juegos.
"No suelen tener mucho apoyo en lo familiar ni en lo social. Los hombres acuden a pedir ayuda junto a su familia. Las mujeres, en su mayoría, vienen solas. Están mal vistas y es un estigma para ellas. Hay una tendencia, en lo familiar, a que si la mujer tiene un problema es suyo, no se comparte como algo común, lo tiene que afrontar por ella misma", explica Ana Herrezuelo, psicóloga de la asociación.
Tras quedarse en paro, las horas libres y la soledad empujaron a Laura a frecuentar el Bingo
"Parece que la mujer tiene que ser cuasi perfecta, la familia, la casa, el trabajo... Y cuando se conoce su adicción, son más incomprendidas y se reprueba su conducta. Por eso muchas lo ocultan, llevan una doble vida", añade. Como ejemplo, señala que solo el 10% de las 150 personas que atienden al año son mujeres.
Laura (nombre ficticio) es una de ellas. Ha jugado "toda la vida, desde los 18, y con mi hermana y mi madre era de lo más normal ir al Bingo alguna vez y echar unos cartones". Luego descubrió las máquinas de Bingo y fue su perdición. "Para cuando ganas algo, pierdes un montón. Te enganchas, pierdes, quieres recuperarlo y al final… Yo echaba en varias máquinas a la vez, a ver en cuál tocaba algo. Y así horas, imagínate", asume.
En su caso, y aunque no suele ser lo habitual, fue su pareja quien la acompañó a solicitar ayuda. Hace tres años y medio. Tras toda una vida de trabajo, llevaba seis meses en paro y sus visitas puntuales al Bingo se habían convertido en habituales. Laura tenía muchas horas libres y se sentía sola, "mi chico trabaja varias tardes y noches al mes y la gente tiene su vida y sus planes". Buscó el consuelo del juego. Y la emoción efímera.

Laura no pisa un Bingo desde marzo y trabaja para cambiar de hábitos y evitar las recaídas.
"En esos momentos sientes la adrenalina, el subidón. Voy allí, estoy tranquila, en mi espacio, a gusto", confiesa. El bajón viene al salir: "Sales muerta, pensando que cómo justificas las pérdidas, cómo lo dices, cómo lo recuperas. Yo nunca he mentido, salvo por el juego".
"El juego es como una droga. Ahora me echo las manos a la cabeza"
Pero ese dinero, por lo general, no vuelve. Laura lo sabe. "Una vez, con los 600 euros que llevaba para pagar unas cortinas, me fui a jugar y los perdí. Otra vez gané un Bingo de 5.000 euros, y esa misma semana los gasté en el mismo sitio", enumera.
Ejemplos como ese tiene a montones. Vendió sus joyas para obtener cash. "Una pulsera que tenía desde mi Comunión, otra que le regalé a mi madre… Todo", admite con vergüenza. "Ahora empiezo a pensar en ello, a ver la luz, y me echo las manos a la cabeza. Mientras estás ahí, te da igual, no lo ves. El juego es como una droga, igual igual. Y, hasta que no hay un deterioro de dinero, no salta la liebre", recalca.
Y, como en otras adicciones, hay recaídas. Pese al trabajo con Asajer, era incapaz de resistirse a las máquinas, siempre las de Bingo. Cualquier bajón anímico la conducía allí. "Una discusión, si un día te sientes sola... El tema emocional es lo que desencadena el volver al juego, que ves como una desconexión", advierte.
Bienestar emocional
Como Laura, es en la edad madura cuando muchas ludópatas se refugian en las tragaperras, el Bingo o los diversos sorteos. Porque son más de estos juegos y menos de apuestas, ruletas o cartas. "El hombre empieza en la adolescencia y la mujer es más tardía. Muchas comienzan con 40 años. Hasta ese momento igual no era habitual, pero en poco tiempo llegan a consecuencias importantes", analiza Herrezuelo.
A Laura estuvieron a punto de acusarla de alzamiento de bienes
Coincide en que ven el juego como una válvula de escape, un disparadero. "Una depresión, la ansiedad, la soledad... Pueden estar tiempo sin el juego, pero un día aparece algo emocional y vuelven. Buscan ese bienestar emocional, aunque no sea realmente así".
Por eso a ellas les cuesta más dejar de jugar que a los hombres. "Iniciar el tratamiento no es solo dejar de jugar, sino que se trata de mejorar su situación en todos los ámbitos en los que el juego ha podido repercutir", insiste la psicóloga. “Los hombres lo dejan antes, en ellos lo emocional tiene peso, pero hay otras cuestiones más como el estrés, demostrar sus habilidades en juegos activos... La mujer solo busca sentirse mejor, el bienestar emocional", analiza.

Ana Herrezuelo lleva desde 1989 trabajando con personas adictas al juego en Asajer.
Ese objetivo facilita que, a la hora de mejorar, en su conjunto, "lo logren primero las mujeres. Porque, en cuanto tienen un espacio para hablar de lo que les pasa, se sienten identificadas y se apoyan entre ellas. Ahí empiezan su recuperación", destaca.
20 euros al día
En este proceso está ahora Laura, que desde hace un año acude al grupo de mujeres en rehabilitación que Asajer creó en 2017. Allí, cada dos semanas, se reúnen, ayudan, comparten historias y trabajan para resistir la tentación. Un camino en el que ella ha cumplido siete meses. En marzo fue la última vez que pisó un Bingo. Y no gastó mucho.

El grupo de mujeres, creado en Asajer en 2017, les ayuda a compartir historias y apoyarse mutuamente.
Tiene claro que no quiere volver al peor momento de su vida. Julio de 2021. Laura toca fondo. En medio, un via crucis. Desde que en otoño de 2018 intensificara sus visitas al Bingo, ella y su pareja han perdido su vivienda, se ha quedado sin la mayoría de sus ahorros y sin sus joyas. Ha acumulado créditos rápidos por valor de 50.000 euros que tiene que devolver.
"Mi chico me guardaba el dinero, pero compré un abrelatas y abrí la hucha metálica. Ahora tiene una caja fuerte y la clave solo la sabe él"
"Este tema tenían que regularlo y controlarlo más, ver si la persona puede pagarlos.Pporque la mayoría de la gente que ves jugando tiene estos microcréditos. Pides unos para poder pagar otros, sigues jugando, acumulas y entras en bucle", asegura.
El traslado a una localidad cercana a Vitoria-Gasteiz, lejos de los bingos, tampoco había funcionado. "Seguía igual, día que tenía sola, iba al bingo. En Asajer nos aconsejaron que mi chico guardara mi dinero, pero me compré un abrelatas y abrí la hucha metálica. La dejé vacía. Veía que aquello se me desmadraba, me pasaba las noches sin dormir", añade.
Fue entonces cuando optó por pedir la Ley de la Segunda Oportunidad (LSO), un proceso administrativo que permite a una persona cancelar sus deudas por ley. Pero no le salió bien y estuvieron a punto de acusarla de alzamiento de bienes.
"No tener dinero a mano es primordial. Si ahora fuera al Bingo, perdería 50 euros, como mucho"
"Claro, vieron que movía muchas cantidades, pero ¿cómo demostraba que ya no tenía mi dinero? ¿Que no había hecho nada con él, que me lo había gastado en el juego? La amenaza del tema penal, ver todo bloqueado y que me quedaba sin nada, que dependía de mi chico para todo, me vino bien para salir del bache, ver que tenía que parar", admite
A día de hoy, tiene bloqueadas todas sus cuentas. Su dinero está retenido y es un administrador concursal el que le ingresa el equivalente al salario mínimo. "Luego lo saco y se lo paso a mi pareja. Él lo guarda ahora en una caja fuerte, con una combinación que solo sabe él. Y al día me da unos 20 euros, para un café, un recadito…". Es una decisión consensuada que antes ninguno de los dos quería adoptar, pero que ahora ambos consideran básica para salir adelante.
"El no tener dinero a mano es primordial, que te lo controlen. Ahora, si fuera al bingo, perdería, como mucho, 50 euros. Me ayuda a darle valor al dinero, a darle importancia", explica Laura.
Nuevos hábitos
Y pese a que, entre confidencia y confidencia no pierde la sonrisa, admite lo complicado que es afrontar su situación actual. "Esto ahora mismo me está matando por dentro. Miro lo que podía haber tenido y no queda nada. Me duele. Perder toda una vida es muy duro. Estoy hundida, pero al final no me va a llevar a nada, hay que levantarse y tratar de reconstruir", se anima.
"Espero no recaer, sobre todo por mi pareja. No se lo merece"
En ello está. Poco a poco se lo ha ido contando a su entorno y la mayoría de su familia y amistades no le han dado la espalda. Cuenta con el apoyo constante de su pareja, "que lo sabe todo desde el principio", y el de las mujeres del grupo de Asajer, que la impulsan a esforzarse a diario. También de las psicólogas de la asociación, "que me han ayudado a darle un sentido a la vida".
Un presente en el que ha cambiado de hábitos. Acude a aquagym, se anima a arreglarse y salir a dar una vuelta ("antes me plantaba el chandal y solo iba al Bingo"), a caminar… Busca estar "entretenida y activa, juntarme con gente y volver a trabajar. Estoy mucho mejor, tengo más ganas de todo".
Aún así, es consciente de que la recaída acecha siempre al menor despiste. "Espero que no ocurra, y quisiera mantenerme así de por vida. No solo por mí, que también, sino por mi chico. Se lo debo, trabaja mucho y llegar a mitad de mes y no tener ni un duro… Se lo merece", desea con emoción evidente en su rostro.
Publicado originalmente el 29 de octubre de 2022.
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