De San Martín a San Francisco: el vitoriano que trabaja en Google
Iker Jamardo cuenta cómo una pasión temprana por la programación lo llevó de Vitoria a liderar proyectos tecnológicos en Google
Iker Jamardo habla con la calma de quien lleva años dando forma al futuro digital. Pero bajo esa voz serena sigue latiendo la curiosidad de aquel chaval de Vitoria que descubría los primeros lenguajes de programación en una academia cerca de la calle Gorbea. Hoy vive en San Francisco, trabaja en Google y colabora en proyectos que mezclan inteligencia artificial, 3D y realidad aumentada.
Jamardo creció en el barrio de San Martín, donde la informática llegó a él casi por instinto. Su primer “ordenador” fue un MSX, con cartuchos y cintas de casete. Pronto quiso algo más que jugar. Quiso crear.
“A los 12 o 13 ya pedí que me enseñaran a programar”, recuerda. Se apuntó a una academia donde le hablaron del lenguaje QBasic, aquel que usaba incluso un joven Bill Gates. El contexto ayudaba: “Justo uno de los primeros proveedores de Internet en España estuvo en Vitoria, se llamaba Jet Internet, estaba en la calle Abendaño, súper cerca de mi casa. En 1994 podías marcar con el módem un número con el prefijo 945, y conectarte directamente desde tu habitación”.
De aquella conexión salió algo más que entretenimiento. “Me bajaba tutoriales para aprender a programar gráficos”. Ahí empezó a germinar su vocación. “Aprendí la base de la programación gráfica, cómo hacer videojuegos”, resume.
En el mundo de los videojuegos
A pesar de que le recomendaban estudiar Física, porque “los videojuegos tienen mucha matemática”, Iker optó por Ingeniería Informática en Deusto. “No me gustó mucho mi carrera porque yo tenía muy claro que quería hacer videojuegos y no me enseñaron mucho sobre ello”, reconoce. “Aprendí sobre todo de mis compañeros, de ir al centro de cálculo a hacer nuestras cosillas por nuestra cuenta”.
Terminada la carrera, entró a trabajar en una empresa de videojuegos en Bilbao. Dos años después, volvió a la universidad, esta vez como profesor. “Estuve dando bastantes asignaturas relacionadas con videojuegos, pero también programación y un montón más”, explica.
También hizo un máster en realidad virtual en el año 2000. Aquello le mantuvo en contacto con la industria. Pero algo empezó a pesar. “Surgieron bastantes cosas en la universidad que me hicieron perder un poco la ilusión por seguir. Me entraron ganas de descubrir otras cosas”, expresa.
De Vitoria a San Francisco
La salida llegó gracias a un excompañero de piso: Eneko Knörr. “Justo había vendido su anterior empresa y había empezado un nuevo proyecto al que llamó Ideateca”, cuenta. Jamardo empezó como consultor, pero pronto Eneko le pidió que se implicara más: “Me preguntó si quería ir a desarrollar la tecnología de forma más industrializada”.
De aquella etapa salió la idea de hacer videojuegos en HTML5, una tecnología emergente. “¿Por qué no hacemos los juegos en esta tecnología? Así funcionan en la web, en Facebook, pero también en iOS y en Android”. Aquello derivó en una empresa y, con el empuje de Eneko, en un viaje de ida a Silicon Valley.
“Allí estuvimos cinco años intentando sacar el proyecto adelante”, explica. “Aprendí un montón, no solo de ingeniería, sino de cómo hacer pitches para inversores, cómo gestionar equipos de forma remota”. Trabajaron en proyectos con gigantes como Disney, Nickelodeon, Samsung o Ford.
Cuando Eneko regresó a España, Iker decidió quedarse. Su visado dependía de la empresa, así que decidió buscar trabajo. Participó en un hackathon -una especie de maratón de programación-, ganó, y ese fin de semana su vida cambió. “Conocí a una persona que desarrolló el proyecto conmigo y me contrató cuatro meses para desarrollarlo. Luego me contactó una empresa que se llama AllSpaceVR. Y también conocí a gente de Google”.
Uno de los puntos clave fue su capacidad para actuar con iniciativa: “Me dijeron que igual me mandaban un prototipo de hardware, pero justo sabía que un amigo mío había ganado ese dispositivo en otro hackathon, se lo pedí un fin de semana, hice un proyecto, lo mandé a Google… y les gustó un montón”. De ahí a un contrato temporal y, finalmente, a un puesto fijo.
Hoy, en Google
Actualmente Iker Jamardo lidera proyectos en Google. “Lo que hago es coordinar proyectos y gente. Últimamente estoy programando un poco más, pero principalmente me encargo de que mi equipo esté centrado en las prioridades, y de pensar todo el rato en el futuro”.
Se nota que no ha perdido la ilusión. Ni la perspectiva. Silicon Valley le fascina, pero no le ciega: “Es un sitio maravilloso, con posibilidades estupendas, pero también con sus contradicciones. Es uno de los sitios más ricos del mundo, pero también hay gente que se muere en las esquinas”.
Iker nunca se imaginó trabajar en EE.UU, aunque admite que si se te da bien la tecnología, tienes muchas más posibilidades. “Entrar en Google es difícil. En mi caso, fue una combinación de trabajo bien hecho y algo de suerte: justo buscaban a alguien con mi perfil”.
Trabajo, suerte, y Vitoria en la memoria. Iker Jamardo ha pasado de su vida en San Martín a San Francisco, pero sin olvidarse del módem que marcaba el 945.