El jardín Amárica: pavos reales y una arboleda a los pies de la Calle Dato
Vitoria-Gasteiz perdió a finales de los 60 un gran jardín propiedad del pintor Fernando de Amárica, que tenía hasta pavos reales

Aspecto del antiguo jardín de Amárica, sin su arbolado, visto desde la esquina entre Manuel Iradier y Dato en 1965. Fondo Fundación Sancho el Sabio.
Hace poco más de cincuenta años, la acera derecha de la calle Dato, una vez pasada la calle Florida, se encontraba ocupada por el palacete de la familia Amárica y su gran jardín. Una perspectiva muy diferente a la que nos encontramos hoy en día, donde en su lugar hay una manzana de edificios relativamente recientes que rompen con la estética del ensanche del siglo XIX.
Aquel viejo palacete fue construido en 1851 por el abuelo de Fernando de Amárica quien, pese a estudiar Derecho, ha quedado para la historia local como pintor. Aquel edificio se levantó como casa de campo, años antes de la apertura de la calle Dato cuando llegó el ferrocarril a la ciudad.
Con el paso de los años aquella casa dejó de estar en las afueras de la ciudad y quedó integrada, junto con su amplio jardín, en el entramado del ensanche vitoriano. La gran arboleda y sus pavos reales que se asomaban a las verjas forman parte del recuerdo, aun hoy, de muchos vitoriano como recuerda el cronista local Venancio del Val en su obra Calles vitorianas.
Sin embargo, tras la muerte de Fernando de Amárica sin descendencia en 1956, la casa familiar pasó a manos de la fundación benéfica instituida por él mismo, que terminó vendiéndola a la Caja de Ahorros Municipal para lograr financiación para el cumplimiento de su tarea.

Durante la década de los sesenta el jardín sirvió para acoger actividades como este concurso infantil de dibujo y pintura en 1963. Fondo Fundación Sancho el Sabio.
Durante los siguientes años la casa familiar de los Amárica fue el lugar donde estuvieron expuestas las obras del pintor por expreso deseo del mismo quien las donó a su ciudad, hasta su traslado a mediados de los sesenta a la ampliación del Museo Provincial de Bellas Artes. Su frondoso jardín, talado en 1958, dio paso a un espacio abierto usado por niños como lugar de recreo o para vivero.
José María Bastida, experto en historia local, recuerda que por aquellas fechas se colocó una placa en la que se podía leer "En homenaje a Don Fernando de Amárica que donó este solar al pueblo de Vitoria para parque infantil”. Esta inscripción, recuerda Bastida, no se ajustaba a la realidad y provocó que al construirse los apartamentos que ocupan ahora dicho espacio se creyese que no se había cumplido la voluntad de Fernando de Amárica.
En 1966 se encuentran los primeros antecedentes de proyectos que pretenden transformar la zona, derribando el palacete y dando paso a nuevas construcciones. La piqueta y la especulación de los denominados "años del desarrollismo" también tuvieron cabida en este céntrico y cotizado enclave. El primer proyecto presentado fue rechazado por el consistorio ya que pretendía edificar edificios de mayor altura que los del entorno, similares al edificio colindante del número 40 de la calle Dato.
También se rumoreó por aquellas fechas con la construcción del nuevo edificio de oficinas municipales que finalmente se construyó en la esquina con la calle General Álava y que actualmente se encuentra vacío.
En 1967 se aprobó el proyecto final. El consistorio decidió nombrar a la nueva plaza que se iba a construir con el nombre de Fernando Amárica, que ya ostentaba una calle en el callejero vitoriano desde 1960 en una de las proyectadas en el entorno de la Avenida Gasteiz y que hoy forman el barrio de San Martín.
Durante años, el antiguo jardín fue un parking hasta que a mediados de la década de los setenta y tras la venta del solar a una empresa constructora se iniciaron las obras en la zona. En 1975 se inició el derribo del palacete y de algunos edificios de viviendas que se encontraban donde hoy se encuentra la plaza. A lo largo de los siguientes años y hasta la década de los ochenta se fueron construyendo la mayoría de los edificios que hoy existen. El antiguo arbolado ha dado paso a una plaza moderna que no ha estado exenta de polémica con la construcción del parking inaugurado en 2011.