Juanma Olivas: el triatleta que muestra la verdadera cara del trastorno bipolar
El gasteiztarra desmonta mitos sobre esta enfermedad y explica la creación del grupo 'Realidad bipolar'
Cada uno de los 1.600 triatletas que cruzaron la meta del Ironman hace ya más de un mes tiene su propia historia de superación y sus motivos para lanzarse a un deporte tan sufrido como el triatlón. Sin embargo, pocos casos habrá como el de Juanma Olivas. Este vitoriano de 47 años ha encontrado en este deporte la principal válvula de escape para sobrellevar su enfermedad: el trastorno bipolar.
El nombre de esta enfermedad mental sale muchas veces en conversaciones o en redes sociales, pero a menudo empleado a la ligera o de forma errónea. Ser bipolar no es exactamente pasar de la alegría a la tristeza en un segundo. Es mucho más. "La bipolaridad no se basa en los cambios puntuales de humor, esos los tenemos todos. Pero cuando esos cambios se mantienen en el tiempo ya sí se parece algo a lo nuestro. Es como un estado alterado de conciencia, en el que percibes la realidad de otra manera", explica Olivas.
A él le diagnosticaron esta enfermedad hace 15 años: "Puede surgir por cierta carga genética, pero también por circunstancias de la vida, como el estrés. En mi caso me afecta más en otoño; se acortan los días y con ellos mi energía. Para cuando llega mi cumpleaños, en octubre, no tengo ganas de celebrarlo y hay días que no tengo fuerzas ni para levantarme de la cama. He pasado varias veces por el psiquiátrico, una de ellas de varios meses, y es una experiencia que no le deseo a nadie".
El gasteiztarra especifica que la bipolaridad afecta de manera diferente a cada persona, y por eso también cada una de ellas tiene sus trucos para hacerla más llevadera. El suyo es el deporte, y no solo el triatlón. "Me gustaría hacer la Titan Desert el año que viene, porque la tendría que preparar en invierno y me vendría muy bien estar activo para entonces", explica en referencia a la prueba ciclista por el desierto que tiene lugar en abril.
Aunque ciertamente el triatlón ocupa gran parte de sus planes y de su tiempo libre durante todo el año. Y quiere que vaya a más. Participó en su primer Ironman en 2011, y desde entonces procura correr un triatlón de larga distancia al año como mínimo, más alguno de media distancia. Su plan es aumentar aún más esta frecuencia de participaciones y lograr, algún día, completar los 42 triatlones que forman el circuito Ironman. La número 43, la del Mundial que se celebra en Kona, la deja de momento aparte, como un sueño por cumplir.
Porque el triatlón no es solo un modo de terapia; también es una forma de visibilizar su enfermedad y hacerla más normal para el resto de gente: "Muchas veces estamos aislados y estigmatizados, puede que también por nuestra culpa. Pero los demás cuando saben que eres bipolar también te tratan diferente. Si yo no diría nada la gente no sabría que soy bipolar. Los que se dan cuenta son las personas de tu entorno, familia y amigos".
- La fuerza del grupo
El triatlón y el deporte son unos de los principales pilares en el día a día de Juanma Olivas, pero no los únicos. Su familia y amigos también le han ayudado a llevar su enfermedad durante todo este tiempo. Y desde hace unos meses cuenta con unos aliados más: otras personas diagnosticadas con trastorno bipolar.
Estas forman junto al deportista un grupo de unas 10 personas que se reúnen bajo el nombre Realidad Bipolar. Una iniciativa creada por el propio Olivas con el único objetivo de que los diagnosticados intercambien experiencias y se apoyen unos a otros. "Tratamos de romper los estigmas que también existen en nuestro propio grupo, de sincerarnos y de contar cosas que no podemos hablar con otras personas. Empezamos quedando cada 15 días, pero nos ha gustado tanto que ahora las reuniones son semanales", añade.
Pese a que al principio la idea no era muy del agrado de Osakidetza, los buenos resultados respaldan al grupo: "Colgué varios carteles en el hospital y me dijeron que los iban a quitar. Aún no lo han hecho, así que creo que eso es buena señal. Creían que íbamos a usar las reuniones para hacernos daño a nosotros mismos y hablar de medicación, pero no hablamos de eso ni jugamos a ser médicos. Es como hacer terapia entre amigos. Y es que es verdad;".
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