Juego de trileros.

2 agosto, 2011

Hemos girado ya la cartulina que presidía Julio. Hemos dado ya la vuelta al calendario para adentrarnos en un mundo de colores cálidos que auguran épocas vacacionales. Algo más de tranquilidad o algo menos de estrés, según se mire, que invitan a relativizar y a mirar el mundo desde una perspectiva más amable. Rojo es […]

Hemos girado ya la cartulina que presidía Julio. Hemos dado ya la vuelta al calendario para adentrarnos en un mundo de colores cálidos que auguran épocas vacacionales. Algo más de tranquilidad o algo menos de estrés, según se mire, que invitan a relativizar y a mirar el mundo desde una perspectiva más amable. Rojo es el color que eligen todos los calendarios para avisarnos de dichas fechas, mientras la multitud sólo piensa en azules cristalinos en los que zambullirse para escabullirse del mundo.

Rojo es el color que este verano tiñe hasta el mar, burlándose de no pocos inversores que, ataviados con sus aparatos electrónicos y a la sombra de la primera sombrilla que encuentran, se les está cortando hasta la digestión viendo cómo los mercados les van a privar casi hasta del aperitivo de mañana.

Rojo es el color de este verano, que nos anuncia la enésima ruptura de soporte. Rojo el color que nos lleva de viaje más abajo de los 9200 puntos, prometiéndonos aventuras de alto voltaje en las cercanías de los 9000. Definitivamente, rojo es el color con el que han hecho acto de presencia los 400 puntos básicos de prima de riesgo.

Sangre es lo que están haciendo en los parqués los mercados, alejados de las playas, amparándose en agencias de rating, en desastrosas negociaciones para elevar el techo de deuda, en voraces especuladores que, según les viene en gana, minimizan los datos positivos, como los decentes resultados empresariales, o maximizan los datos negativos, haciéndonos aprender de golpe lo que significan siglas tales como el ISM manufacturero.

El fantasma del rescate vuela con más fuerza que nunca, el agobio por una nueva recesión se acrecienta. Mientras, los ciudadanos de a pie intentamos resguardarnos, luchando contra la resignación, sabedores de que hagamos lo que hagamos la tenemos bastante clara en nuestra vida económico-laboral.

En medio de todo este berenjenal, surge la sensación de que todo está más que manipulado, de que el mercado dista bastante de ser un lugar donde la oferta y la demanda se baten en duelo en medio de un ambiente de fair play. Quizá los grandes gurús, los analistas de primera linea, tengan buenos argumentos para todas las posturas pero, sin serlo, desde el punto de vista del pequeño inversor, hay cosas que llaman la atención y preguntas que deberían ir respondiéndose.

Actualmente, el centro de las miradas recelosas están siendo las empresas de calificación o rating. Se han convertido en los jueces que ponen precio al coste del crédito. Y no crean que hablamos de un sector que se caracteriza por su amplitud y diversidad. Existen 3 grandes agencias de rating que se reparten el mercado. S&P y Moody's se reparten aproximadamente el 80% del negocio y Fitch, más de un 10%. Estas empresas se dedican a calificar la situación financiera de los países así como su deuda, y también califican todo tipo de productos financieros y a otras empresas. Pero a su vez, estas empresas tienen en su accionariado a importantes entidades que difícilmente no condicionan la calificación que a ellas les otorgan. En definitiva, un evidente choque de intereses que se añade a las suspicacias que ya levantaron por sus graves errores del pasado reciente, en el que no supieron predecir las quiebras de países como Islandia, o de entidades como Enron, AIG o Lehman Brothers. Tampoco se olvida su error en el caso de las hipotecas subprime, que no se hubieran comercializado sin su aprobación. Europa ya ha expresado que desearía restringir el uso del rating.

El Ibex-35 ha cerrado hoy en los 9114,9 puntos, (-2,18%), su nivel más bajo desde que empezó el año. La jornada ha producido un importante deterioro en los gráficos técnicos de los valores, donde muchos de ellos han roto soportes. Aún así, la sorpresa de la jornada la ha dado Bankia. Un valor que fue noticia en los meses previos a su estreno por la rebaja en el precio de salida de la acción que tuvo que llevar a cabo para cubrir, a duras penas, la demanda. Su estreno en el parqué fue en rojo y con la sensación y opinión de los expertos de que sería difícil verla a corto plazo por encima de su precio inicial, fijado en 3,75€. El primer día, y después de mover una millonada de títulos consiguió, para sorpresa de todos, cerrar exactamente en el precio inicial, lo que llevó a comentarios sobre el equilibrismo sorprendente del cuidador de la acción. Figura ésta que despierta gran curiosidad. Precisamente hoy, a primera hora de la mañana, conocíamos que el consejo de Bankia ha invertido, durante estos días, 2,3 millones de euros en acciones de la entidad. Quién diría que para sujetarla. Pues bien, en un día como el de hoy, Bankia ha terminado la jornada superando por vez primera su precio de salida, con un alza del 4% y un cierre en 3,90€. Con una subasta de cierre espectacular y un total de 59 millones de títulos negociados.

Juzguen ustedes mismos hasta qué punto llega la especulación y el “manejo” del mercado.

El segundo día de vacaciones para millones de personas termina, además de con los nervios a flor de piel, con el apoyo de Bruselas al Gobierno Español y el rechazo total al rescate.

Los tiempos siguen poniendo exámenes de altura a póliticos de bajo vuelo que, evidentemente desbordados e inmersos en la situación financiera mundial, no tienen ni un segundo, cómo tenerlo, para asuntos de bajo coste como las hambrunas o las matanzas en el norte de África.

Si lo consiguen olvídense hasta de su Iphone y disfruten de las vacaciones. Feliz verano.