Julián Zulueta, el alcalde alavés de La Habana: negrero y el más rico de Cuba

19 agosto, 2019

Julián de Zulueta se dedicó al tráfico de esclavos y se convirtió en el hombre más rico de Cuba

Artículo publicado originalmente el 11 de octubre de 2018.

Más conocido como “el negrero” por dedicarse con gran éxito a ese sucio negocio, Julián Zulueta y Amondo fue también un hombre inteligente, emprendedor y carente de escrúpulos que amasó una considerable fortuna diversificando sus negocios con gran visión comercial. Como político llegó a ser alcalde de la Habana y se relacionó con los círculos de poder del gobierno central.

  • Relato sobre Julián Zulueta

"Como siempre, Julián se ha levantado muy temprano. Impecablemente vestido, desayuna un chocolate presidiendo la larguísima mesa del comedor. La fiera luz de La Habana aún no atraviesa los suntuosos cortinajes, pero la gran lámpara de gas llena la estancia arrancando matices marfileños a las siete estatuas de mármol que la decoran. Deja la taza en el platillo.

Ambas piezas, como toda la delicada vajilla, están marcadas con las iniciales JZ, también el puro que se dispone a fumar con parsimonia lleva una anilla con el escudo del Marqués de Álava. Después irá a visitar sus almacenes principales, cerca del puerto y de la aduana, un lugar privilegiado para hacer buenos negocios.

Seguramente habrá arribado alguno de los muchos navíos que posee, goletas, bergantines, vapores… los mejor equipados, los más veloces y los de mayor tonelaje que puedan verse en los mares. Cargados a la ida con el producto de sus ingenios azucareros y otros géneros de ultramar, a la vuelta con mercancías europeas y americanas que en Cuba doblarán su valor. Los provenientes de África atracan en calas escondidas, muchas veces al abrigo de la noche.

Julian Zulueta obtiene grandes beneficios del tráfico de esclavos en Cuba

El negocio del tráfico de esclavos es realmente lucrativo desde que se ha prohibido la trata. Los precios se han disparado: puede nutrir a sus cinco enormes y modernizados ingenios azucareros de mano de obra a bajo coste, y además la venta a otros propietarios le reporta enormes beneficios.

Pero es arriesgado. Multas, pérdida de barcos y cargamentos, apresamientos y deportaciones para la tripulación,… incluso le ha costado la cárcel, aunque el dinero y sus contactos le han hecho salir indemne de las acusaciones. Al fin y al cabo, el capital de sus asociados proviene de gente muy importante.

Incluida la corona española que, de un modo discreto participa a través de Zulueta and Company, la empresa londinense de su pariente y socio, y no son los únicos. No es que viaje muy a menudo a Europa (ni siquiera posee una casa en Vitoria ni en Madrid) pero cuando lo hace no pierde la ocasión para estrechar lazos con las personas adecuadas.

Por algo le han concedido la gran cruz de Carlos III (con el tratamiento de excelentísimo señor), el título de Marqués de Álava, el de Vizconde de Casablanca y le han nombrado senador vitalicio por Álava y padre de la provincia. Siempre es generoso con su provincia natal y desde luego, con aquellos que puedan corresponder a sus favores con prebendas y apoyos. Como hijo de labradores sabe que hay que plantar para cosechar.

Naturalmente, el gobierno español condena pública y enérgicamente el tráfico de esclavos, y apoya la actuación de los barcos ingleses que interceptan a los traficantes y liberan a los esclavos. Pero muchas veces los desembarcan en un puerto cubano a merced de funcionarios corruptos y avispados revendedores.

Cuando desde el gobierno se optó por importar trabajadores chinos como alternativa a los esclavos Julián vio otra oportunidad. Teóricamente arriban a Cuba con un contrato por ocho años, en la práctica las condiciones son semejantes a la esclavitud, sin embargo su transporte, manutención y posterior venta aumentan su ya considerable fortuna.

Sobre las 10 regresa para almorzar: pescado, carne, sopa, huevos con jamón, vino y café. Nada que ver con lo que comen los criollos, el arroz con frijoles no le resulta agradable, lo mismo que las ideas de independencia de ese colectivo. No es que no desee una mayor libertad respecto a las directrices del gobierno central, es que no le conviene para sus intereses financieros.

En 1868 colaboró activamente en la traída de los tercios vascongados y fue coronel del segundo batallón de voluntarios. Pero, a pesar de las arengas patrióticas contra los revolucionarios y el apoyo demostrado en los periódicos en los que tiene participación, Julián no está de acuerdo con los más radicales. La guerra siempre conlleva importantes pérdidas económicas y ésta está resultando muy larga.

Julián Zulueta fue alcalde de La Habana y utilizó su cargo para los negocios privados

Aunque también ha sabido aprovechar las oportunidades de negocio. Se ha hecho con contratas para mantener y transportar al ejército, préstamos,… Porque si de algo puede presumir el excelentísimo señor Zulueta es de que sabe sacar dinero de las piedras. Como ya ha hecho con el derribo de las murallas de la Habana, el empedramiento y mejoramiento de calles y plazas, la colocación de bancos en los parques,… desde la comisión creada a ese respecto en el Ayuntamiento de la Habana.

Ni como concejal, teniente de alcalde, alcalde, presidente de Círculo de hacendados o miembro de la junta para expropiaciones de propietarios,ha mostrado ningún tipo de escrúpulo en utilizar su cargo para promover negocios privados.

¿Quién mejor que él para traer la piedra molida desde EEUU para empedrar las calles, encargar los bancos desde sus oficinas en Nueva Orleans, conseguir los trabajadores para las obras, adquirir los terrenos dejados libres por el derribo de las murallas o comprar lo expropiado a bajo coste?

Después del almuerzo se encarga de gestionar sus numerosos negocios. En el amplio despacho, junto a escribientes y secretarios, debe vigilar sus inversiones en el ferrocarril, en diversos bancos, revisar el cobro de los alquileres y préstamos, la producción de azúcar y mieles de sus ingenios, que constituye el 1,3 % del país, las instalaciones anexas que surten de víveres a los trabajadores, su flota de cargamento y pasajeros, sus muelles y almacenes, el alambique de Cárdenas (que más tarde dará al mundo el ron Havana club), el dique flotante en Nueva Orleans, la fábrica de harinas del Zadorra (Álava), la fábrica de tejidos en Andoain (Guipuzcoa), la contrata de traslado de delincuentes a Fernando Poo, tramitar la correspondencia con sus oficinas en Nueva Orleans, Londres y Cádiz,… tantos y tan lucrativos quehaceres.

Los hijos de Julián dejaron un importante patrimonio en Vitoria, tras fallecer él por la caída de un caballo

¿Quién podía haberlo imaginado cuando llegó en la década de los 30 desde Anúcita (Álava), “pobre y animoso”, a trabajar para su tío Tiburcio? Y no debe olvidar su último proyecto: construir un centro comercial en los terrenos adquiridos con el derribo de las murallas. Un lugar que se convertirá en el cogollo comercial de la Habana."

No pudo verlo finalizado. El sábado 4 de mayo de 1878, a los 64 años, murió en su palacete de la Habana por las complicaciones derivadas de una caída del caballo en la ciudad de Colón mientras visitaba sus propiedades de la zona de Matanzas.

Los hijos de su primer matrimonio con Francisca Sama Mota, los hijos de su segunda esposa Juliana Ruíz de Gámiz Zulueta, los hijos de su tercera esposa Juana María Ruíz de Gámiz Zulueta, 11 en total, y esta última, recibieron una herencia en metálico. Más de 200 millones de reales de oro, además de numerosas propiedades muebles e inmuebles. Algunos de sus herederos se quedaron en Cuba; otros volvieron al País Vasco o se asentaron en Madrid.

Las huellas de la fortuna de Zulueta en Álava son numerosas: su viuda en Anúcita realizó donaciones, en Vitoria su hijo Julián levantó un “hotel” en la calle Florida ahora desparecido, Alfredo construyó el palacio Zulueta y Elvira el palacio Augusti-Zulueta (Museo de Bellas Artes), además de numerosas obras de beneficencia.

La capilla-panteón de Julián Zulueta en el cementerio de Santa Isabel de Vitoria, donde fueron trasladados sus restos cuando se acabó de construir en 1882, obtuvo el privilegio de ser construida en una intersección de calles. La piedra arenisca ha sufrido el embate del tiempo, sus vidrieras el de los gamberros, pero aún se yergue en recuerdo de aquel aldeano que se convirtió en el hombre más rico de Cuba.