La comida rápida en Vitoria es cara pero de calidad
La comida rápida tiene éxito entre la población. ¿Los motivos? La agilidad del servicio, su precio asequible y la flexibilidad de horarios. Pero tiene su cara menos amable: es comida poco saludable porque en pequeñas cantidades concentra muchas calorías, las vitaminas y la fibra brillan por su ausencia en estos menús, mientras que la cantidad […]
La comida rápida tiene éxito entre la población. ¿Los motivos? La agilidad del servicio, su precio asequible y la flexibilidad de horarios. Pero tiene su cara menos amable: es comida poco saludable porque en pequeñas cantidades concentra muchas calorías, las vitaminas y la fibra brillan por su ausencia en estos menús, mientras que la cantidad de grasas y colesterol es alta. En nuestro país cada vez consumimos más fast food, aunque en los últimos tiempos, las cadenas de comida rápida, motivadas por la mayor preocupación de la sociedad por su salud, introducen elementos saludables en sus menús. Eroski Consumer ha querido comprobar la calidad dietética de estos menús, aparentemente más benévolos.
Para ello, se analizaron un total de 100 propuestas de menús seudosaludables en 10 ciudades: A Coruña, Barcelona, Bilbao, Logroño, Madrid, Pamplona, Donostia-San Sebastián, Sevilla, Valencia y Vitoria. Se decidió dejar de lado las grandes franquicias, ya que los resultados hubieran sido poco dispares. En su lugar, se fijó la atención en establecimientos tradicionales y locales que incluyen en sus cartas hamburguesas, bocadillos, sándwiches, pizzas, platos combinados…
En Vitoria, se solicitaron 10 menús saludables de comida rápida (compuestos por un plato principal, una guarnición o un entrante, una bebida y un postre); tres en los que el elemento principal fuese la hamburguesa, tres la pizza, dos el bocadillo y dos el kebab. Los colaboradores de la revista se acercaban a cada local y solicitaban los menús más saludables, es decir, pedían al empleado del establecimiento que fuese él quien les aconsejase sobre qué era lo más saludable.
La decena de menús analizados en la capital vitoriana obtuvieron una valoración media de ‘bien’, por encima del ‘aceptable’ del estudio. Ocho de ellos aprobaron el examen de calidad dietética. Solo dos lo suspendían con un ‘mal’. Entre los aprobados, seis alcanzaron el ‘bien’, mientras que los dos restantes se quedaban en el ‘aceptable’.
15,2 euros por menú
Una de las características más atrayentes de la comida rápida es su precio, a priori bajo. Mientras los 100 menús analizados en el estudio tenían un coste medio de 12,7 euros, los vitorianos eran un 19% más caros y había que desembolsar una media de 15,2 euros.
Entre las diez ciudades en las que se realizó el estudio, los menús de Pamplona son los más onerosos con 16,4 euros de media, aunque la nota media de la calidad dietética de sus menús era de ‘regular’. Los más económicos, por su parte, se encontraban en Sevilla, donde el desembolso medio era de 7,9 euros (también la nota media en el examen nutricional de sus menús seudosaludables era de ‘regular’).
Carencias nutricionales
La comida y la cena son los momentos en los que habitualmente se suele tomar comida rápida. En ellos, los requerimientos nutricionales demandan consumir cereales o tubérculos, verduras y hortalizas y una cantidad moderada de alimentos proteicos (carne, pescado, huevo, legumbres o frutos secos). No importa si están separados en varios platos o juntos en uno único.
En este sentido, a pesar de la buena nota media de los menús analizados en la capital vitoriana, también se observaron carencias nutricionales en las propuestas recibidas, especialmente en cuatro de ellas (hay que recordar los dos ‘males’ y los dos ‘aceptables’).
Entre las carencias más importantes de los menús vitorianos estudiados destacaba el hecho de que no se podía escoger pan integral en nueve de ellos, a pesar de ser aconsejable fomentarlo. Además, en seis no ofrecían fruta fresca o lácteo sencillo como postre, cuando es una de las recomendaciones a la hora de comer equilibradamente. Eso sí, en siete incluían agua embotellada en la bebida.
Por otra parte, en tres de ellos se producía un desequilibrio nutricional. El motivo era que se incluían alimentos proteicos en exceso, es decir, ofrecían un plato principal en el que los alimentos de origen animal eran los protagonistas y después en la guarnición se añadían más ingredientes de origen animal (huevo cocido, bonito, anchoas, jamón y queso). Al menos, en 6 de la decena de menús estudiados se utilizaban técnicas culinarias que no aportan grasa al alimento, mayoritariamente plancha y horno.
Por otro lado, aunque las salsas acompañan y enriquecen los platos, hay que tener especial cuidado, ya que suponen calorías extra. Por ejemplo, una vinagreta puede añadir unas 165 kilocalorías a una ensalada y solo una cucharada sopera de bechamel, 123 kilocalorías. De modo que conviene utilizarlas en pequeñas cantidades. En los menús vitorianos analizados, en seis incluían salsas en el plato principal (kétchup y mayonesa) y en siete en las guarniciones (aceite y vinagre, principalmente).
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