La segunda juventud hostelera de la Kutxi

23 marzo, 2019

La mítica calle del Casco Viejo atraviesa su mejor momento en las últimas décadas en cuanto a consumo

Es un sábado cualquiera en Vitoria-Gasteiz. No hace falta que haga muy buen tiempo, que juegue el Alavés ni que se celebre un evento especial en la ciudad para que la calle Cuchillería (la Kutxi, de ahora en adelante) esté prácticamente a rebosar. Sobre todo en la entrada desde la Cuesta, pero también en muchas zonas de sus casi 500 metros de longitud.

kutxi vitoria

Y es que, en apenas medio kilómetro, hay aproximadamente unos 40 locales hosteleros abiertos y con licencia, sin contar los situados en los cantones. Probablemente más que nunca. Lo mismo ocurre con la clientela: hay más personas y más diversidad de la que posiblemente haya tenido antes la histórica calle de Vitoria-Gasteiz. Está viviendo sin duda una segunda juventud. O quizá esta sea solo la verdadera.

Al menos, para Txus, responsable del mítico bar El Siete, no hay duda: "La Kutxi tiene más oferta que nunca". No lo dice cualquiera; este establecimiento es uno de los más antiguos de la calle. Sus puertas han vivido más de medio siglo de historia gasteiztarra: abrió inicialmente en 1954. Desde 1992 lo llevan los actuales dueños, pioneros junto con otros locales en algunos de los cambios que han dado un nuevo aire a la calle.

En esto coinciden también los dueños del Ioar, otro de los bares con varias décadas de vida. "Cuando empezamos habría unas dos personas en el bar durante las horas de poteo. Ahora tenemos que estar dos camareros en la barra para atender a todos. En los últimos cinco años ha habido un aumento enorme del trabajo y de los clientes", asegura uno de los dueños del local, que regentan desde hace 30 años.

La Kutxi no solo ha aumentado su oferta gastronómica, también la cultural

La expansión de la Kutxi se debe a ciertas razones. "Anteriormente solo había ocio nocturno, sin terrazas y con muy poca gastronomía. En su momento algunos bares apostaron por esa gastronomía; no solo con pintxos, también ofreciendo menú del día", explica el hostelero de El Siete. Prueba de esto es que la Kutxi actualmente no solo tiene actividad los sábados a la noche; también a lo largo de todo el día y, en menor medida, el resto de la semana.

No solo ha aumentado la oferta gastronómica y horaria, también la cultural. Uno de los locales que ha contribuido a ambas es el Dazz. Solo lleva tres años abierto (donde en su día estuvo el mítico 70), pero tanto este establecimiento como los de su alrededor han dado otro ambiente a la parte final de la calle.

"En la Kutxi siempre ha habido clientela, pero en la zona más cercana a la Cuesta. Ahora según el día hay más gente por aquí abajo, sobre todo entre semana. Esto es porque los bares de la zona ofrecen mayor oferta cultural. Hay conciertos los jueves o los domingos, y ambiente y clientela a diario. La gente necesita algo más aparte de pintxos y bebidas", razona Beñat Lasagabaster. En su local suele haber sesiones de jazz, blues y estilos similares de música. En ese tramo el del San Marcos es de los pocos locales que están actualmente cerrados.

  • La depresión de la Kutxi

Ahora vive una segunda juventud, pero la hostelería en la Kutxi también pasó por sus momentos de depresión. Ocurrieron, según los hosteleros entrevistados, a finales de los años 80: "Antes había problemas de droga y de política. El descenso de estas cuestiones le ha dado mucha vida a la calle, igual que las terrazas, que antes tampoco había", explica uno de los responsables, que no ha querido desvelar su nombre ni el de su local en este reportaje. A finales de los 90 y comienzos de siglo XXI los disturbios y las cargas policiales eran una constante casi cada sábado en esta calle, en los años más duros de la violencia callejera.

Y es que la Kutxi estuvo ligada durante muchos años a la izquierda abertzale, como también reconoce el responsable de El Siete. Ahora existe una mayor diversidad social y una apertura, coincidente con los nuevos tiempos políticos. Algunos locales y clientes siguen vinculados con dicha ideología, pero esto no tiene por qué ser negativo para la calle.

  • La competencia es buena

La cantidad de bares donde elegir tomarse un pintxo, comer algo más contundente o recurrir directamente al cubata es casi abrumadora en la Kutxi. Pero esto no es un problema para los dueños de estos locales, al contrario. "Como hosteleros, esto es bueno para todos. No sé si para el vecindario, pero sí para nosotros. La competencia es lo que te hace ser mejor. No hace falta ser mejor que el resto de bares; sino mejorar tu bar. Yo trabajo mejor desde que tengo más competencia", opina Txus.

kutxi fiesta bares

De la misma manera piensa uno de los responsables del Ioar: "Todos los bares se han ido renovando y aquí no sobramos ninguno. Que un sábado a las 21:00 no se pueda casi ni andar por la Kutxi es prueba de ello. Cuanta más variedad mejor, nos viene bien a todos". En los últimos años también se ha convertido en polo de atracción de las despedidas.

El éxito de la Kutxi va en paralelo al descenso de la hostelería en calles como San Prudencio. Clientes que antes poteaban en el Centro ahora se animan a subir La Cuesta hacia la colina. Y la acumulación de gente también tiene un efecto paralelo: el ruido que provoca en los vecinos la gente en la calle.

Eso sí, no solo de bares vive Cuchillería: Hay alrededor de una veintena de comercios y locales diferentes a la hostelería. Entre los portales se pueden encontrar tiendas de ropa, de alimentación, de souvenirs y hasta un estanco, una peluquería, un estudio de tatuajes o una tienda de interiorismo. Sin olvidarse de las múltiples asociaciones o sedes de organizaciones.

Otra decena de locales aparentemente vacíos son, en realidad, almacén de la hostelería: establecimientos cercanos se agrupan para mantener el género en un mismo espacio.

  • ¿'Envejecerá' la Kutxi?

Actualmente la Kutxi vive un momento dulce. Quizás el mejor momento de su historia. ¿Tiene fecha de caducidad este periodo? Los hosteleros creen que sí lo tendrá, aunque de momento no se vea el final. "Muchos bares somos relativamente nuevos y tenemos ganas de hacer cosas para mover a la clientela. Seguramente tendrá fecha de caducidad, pero no a corto y a medio plazo", afirma el responsable del Dazz.

Con él coinciden sus vecinos más veteranos: "En algún momento pasaremos de moda, pero aun así seguirá viniendo gente. De momento no vemos que descienda el número, pero hay que prepararse para cuando llegue ese descenso. Que no sea demasiado grande".