La Vitoria del Hambre
Cientos de personas no tienen acceso al derecho básico de la alimentación en nuestra ciudad
The New York Times ilustraba hace un mes un reportaje sobre España con gente buscando en los contenedores. Eran fotos sacadas en Andalucía, pero bien podrían haberlo estado en Vitoria. Son cada vez más las personas, tanto inmigrantes como vascas, que abren la tapa de los contenedores o aguardan al cierre de los supermercados para poder conseguir algo que llevarse a la boca.
El Hambre existe en Vitoria y por ello desde el pasado mes de mayo Círculos del Silencio se concentra cada jueves en la Virgen Blanca para gritar en silencio e insistir en una realidad que a muchos les queda lejana. Juncal se acaba de jubilar y hace apenas unos meses tomó por primera vez contacto con estas personas, a través de Círculos del Silencio. Viene del mundo de la enseñanza y reconoce estar sorprendida por la situación de muchas personas, que buscan en contenedores o acuden a diversas asociaciones en busca de algo que llevarse a la boca.
Círculos del Silencio está integrada por más de una decena de asociaciones de todo tipo. Para ellos el principal problema está en las condiciones de acceso al Comedor Social de Desamparadas. En 2012 apenas se ha gastado un 30% de su presupuesto en nueve meses, algo que el Ayuntamiento atribuye al mayor control contra el fraude y a que muchos inmigrantes han abandonado Vitoria.
Sin embargo, esa lectura queda totalmente anulada cuando acudimos a Berakah, una asociación que nació hace seis años fruto de la unión de las cuatro parroquias del Casco Viejo. Hoy en día Berakah reparte cerca de 150 meriendas a diario, consistentes en un bocadillo caliente, café o chocolate, refresco y una pieza de fruta de esas que en los supermercados no se venderían por su 'fealdad'. Pero también reparte 450 bolsas mensuales de alimentos básicos a familias, los lunes atiende a 120 personas en Santa María y los martes reparte 80 vales de Desamparados, pagados al Ayuntamiento con sus propios recursos o depositados en los cepillos parroquiales por algún feligrés. Además, los miércoles y viernes dos hombres voluntarios dan pequeñas comidas en las Salesas. Quienes reciben todas estas atenciones son gentes con necesidades, sin ningún ingreso y a los que se niega el acceso a ayudas o al comedor de Desamparados.
La merienda: única comida del día
Ismael tiene 19 años y llegó hace dos años a Vitoria desde Tánger. Su familia sigue en Marruecos y él vive ahora en una vivienda abandonada en Ariznavarra. No tiene acceso a las ayudas sociales y su única comida diaria es la merienda que acaba de tomarse en la Calle Las Escuelas. "Para comer más tengo que ir a las tiendas y robar, no tengo nada más y no tengo dinero". El amigo con el que vino desde Tánger se fue a comienzos de año a Noruega. Ismael también quiere irse de España: "Prefiero pasarlo mal en Alemania o Francia que aquí. Por lo menos quiero intentarlo e irme de aquí cuanto antes". Ha pedido a varios conocidos una pequeña parte de sus ayudas sociales para poder comprar un billete en dirección norte.
A su lado se encuentra otra mujer de unos 35 años (no quiere dar su nombre) y de nuestra ciudad, que está a la espera de empezar a cobrar por primera vez las ayudas. Tuvo que recurrir a ellas en verano y teme que aún tarde bastantes meses en llegar el primer pago. Mientras tanto acude a diario al bocadillo caliente. Le preguntamos dónde vive actualmente y si tiene contrato de alquiler. "Yo ahora mismo estoy en transición entre una cosa y otra" sentencia.
Ellos no tienen acceso a Desamparados porque no cumplen los requisitos. Desde Círculos del Silencio Juncal nos recuerda que "desde que pides la Renta de Garantía de Ingresos dejas de recibir el vale; el problema es que pueden pasar meses hasta que se recibe el primer pago".
Para acceder al comedor también es necesario un contrato de alquiler, algo que el Gobierno municipal niega pero que tanto Berakah como Círculos del Silencio confirman. Este pequeño detalle deja fuera a quienes viven en pisos patera, en la calle o en viviendas de amigos y familiares.
"Son personas que tienen lesionados sus derechos, y todo municipio tiene la obligación de dar un plato de comida al día a todo aquel que esté aquí", insiste Juncal, quien admite que es necesario un control pero pide "no traficar con la miseria. La alimentación no es un derecho social: es un derecho humano". Y aunque Desamparados está abierto a todo el que lo desee, las tarifas son de las más altas del estado: 4 euros por la comida y 3 euros por la cena.
"Hay personas mayores, de aquí, que malcomen y no se atreven a acudir a los comedores". De hecho, un índice importante de pobreza en nuestra ciudad corresponde a personas mayores sin familia y sin recursos.
Círculos del Silencio comparecerá el próximo lunes en el pleno del Ayuntamiento. Y el jueves volverá a clamar en silencio en la Virgen Blanca. Duele escuchar su lema: "En Vitoria hay gente que pasa hambre".
noticia anterior
Foronda: entre el H12 y la llegada de Helitt
El aeropuerto funciona a pleno rendimiento durante el día pero sin aviones
noticia siguiente
¿Dónde está el columpio?
¿Dónde están los columpios de Salburua? La zona de recreo de Gabriela Mistral se ha quedado sin parte de los columpios para los más pequeños. Desde ahora esa barra ha quedado sin uso, al desaparecer la cadena y el balancín que tenían. ¿Habrá querido alguien hacerse unas cadenas con los columpios? Sea cual sea la […]