Las huelgas del 76 en Vitoria: entre la muerte de Franco y el 3 de marzo

6 febrero, 2020

Los trabajadores de diferentes fábricas fueron adhiriéndose a la huelga entre enero y marzo de 1976

En enero de 1976, dos meses después de morir Franco, comenzó en todo España un fuerte movimiento de huelgas laborales. Tan solo en ese mes, medio millón de trabajadores se pusieron en huelga, la mayor parte de ellos en Madrid, Cataluña y País Vasco. Ante esta crisis, el presidente Arias Navarro, autorreconocido como heredero de Francisco Franco, militarizó algunos servicios como Correos o Renfe para hacer frente a las huelgas.

Portada del periódico Norte Exprés del día 29 de enero de 1976 donde se hace eco del nombramiento del nuevo Gobernador Civil de Álava Rafael Landín. Hemeroteca Liburukik.

Portada del periódico Norte Exprés del día 29 de enero de 1976 donde se hace eco del nombramiento del nuevo Gobernador Civil de Álava Rafael Landín. Hemeroteca Liburukik.

Las movilizaciones buscaban negociar los convenios colectivos, que en el caso de Álava destacaban tres untos. En primer lugar, un aumento salarial: de 5.000 a 6.000 pesetas conforme al aumento del nivel de vida (1975 se cerró con una inflación de más de 17%). En segundo lugar la reducción de la jornada laboral a 40 o 42 horas semanales, más un mes de vacaciones y media hora para el bocadillo. Pero también se pedían mejoras sociales.

Las estructuras de la Dictadura aún estaban vigentes y la negociación entre empresarios y trabajadores se realizaba en el llamado Sindicato Vertical (único legal en aquel entonces), integrado en la estructura del régimen franquista. Sin embargo, el sindicalismo oficial fue rechazado por los trabajadores de las empresas, constituyendo estos las Comisiones Representativas como órgano representativo de los mismos en la negociación.

En los primeros días de enero, Forjas Alavesas y posteriormente MEVOSA (actual Mercedes), Aranzábal, Gabilondo y Areitio se unieron a los paros. La respuesta, tras los dos primeros días de huelga, fue el cierre gubernativo de los centros de trabajo. Pese a ello, las asambleas en la propia empresa o en las iglesias de la ciudad fueron una constante.

El número de trabajadores y empresas en huelga fue incrementándose conforme iban pasando los días. El 22 de enero tuvo lugar la primera asamblea conjunta de las fábricas que se encontraban en huelga. Buscaban un frente común en sus reivindicaciones mediante la Coordinadora de Comisiones Representativas.

huelga general 1976

Portada del periódico Norte Exprés del día 3 de febrero de 1976 donde se hace eco de la manifestación del día anterior. Hemeroteca Liburuklik.

Tras un mes de conflicto, el número de empresas en conflicto se fue extendiendo al mismo ritmo que las movilizaciones en la calle. La mayoría de los empresarios abogaban por una negociación individual, rechazando la negociación con la Coordinadora. La situación se había ido enrareciendo con el paso de las semanas. Siguieron las huelgas y hubo 128 despidos.

El 2 de febrero unas 4.000 personas, según la prensa local, se dirigían al centro de la ciudad desde la parroquia de San Francisco de Asís cuando, a la altura de la plaza de Santo Domingo, la policía cargó para disolverla. Fueron los primeros heridos y lesionados del conflicto. Pese a ello, unos 2.000 lograron llegar a la sede de los Sindicatos en la calle Cercas Bajas con Samaniego, donde también fueron disueltos. Por aquellos días también se convirtió en una imagen habitual en las calles de la ciudad ver a las mujeres de muchos de los trabajadores en huelga pasear con las bolsas de la compra vacías.

huelga general 1976

Portada del día 16 de febrero de 1976, primera jornada de huelga general de las tres que hubo. Hemeroteca Liburuklik.

El 16 de febrero tuvo lugar la primera huelga general que, si bien tuvo un importante eco, estuvo lejos de convertirse en una huelga general total, como afirma el historiador Carlos Carnicero en su libro “La ciudad donde nunca pasa nada, Vitoria 3 de marzo de 1976”.

El 23 del mismo mes se convocó una segunda, que tampoco cumplió las expectativas de los convocantes. Esto hizo cambiar de estrategia, para que la tercera convocatoria de huelga general del día 3 de marzo fuera un éxito. Se puso especial énfasis en las asambleas de barrio y en extender las reivindicaciones al resto de la ciudadanía de Vitoria-Gasteiz que, hasta el momento, no había participado activamente.

Los días 1 y 2 de marzo hubo varias asambleas de barrios, conjuntas de trabajadores en huelga y de obreros no parados. Hubo gran éxito de asistencia, lo que vaticinaba una huelga general exitosa al día siguiente.

Portada del periódico Norte Exprés del día 3 de marzo de 1976 antes de producirse la masacre de la iglesia de San Francisco de Asís. Hemeroteca Liburuklik.

Portada del periódico Norte Exprés del día 3 de marzo de 1976 antes de producirse la masacre de la iglesia de San Francisco de Asís. Hemeroteca Liburuklik.

Así las cosas, según las crónicas periodísticas de la época aquel 3 de marzo, Vitoria-Gasteiz amaneció prácticamente paralizada. Aparte de los 4.500 obreros parados en ocho empresas de la capital desde hacía dos meses, se unieron a la protesta 13.500 trabajadores pertenecientes a las plantillas de 72 empresas, lo que suponía un total de 80 factorías paradas y, cuando menos, 18.000 huelguistas.

Ya desde la mañana hubo importantes incidentes en diferentes lugares de la ciudad, con especial virulencia en la zona de la Avenida de Gasteiz y Txagorritxu, donde la policía no dudó en utilizar fuego real para disolver a los manifestantes. Hubo allí más de una docena de heridos, algunos de ellos de bala. A las cinco de la tarde estaba convocada en la iglesia de San Francisco de Asís una asamblea abierta, como venía siendo habitual, de la Coordinadora Representativa de Empresas en Lucha.

Sin embargo, la policía no impidió el acceso hasta casi las cinco. Queda pues sentado que las Fuerzas de Orden Público no impidieron que la iglesia se atestase de asistentes a la asamblea de cuya realización tenía, evidentemente, conocimiento la autoridad gubernativa. Sin embargo, se había decidido acabar de una vez por todas con un movimiento que ponía en peligro la continuación del régimen. Así lo había considerado el propio Manuel Fraga, Ministro de Gobernación y lo expresa en sus memorias.

El desenlace final de aquella asamblea es por todos conocido. Cinco muertos: Pedro María Martínez Ocio, Romualdo Barroso Chaparro, Francisco Aznar Clemente, José Castillo García y Bienvenido Pereda Moral, así como más de cien heridos.