Los dos montañeros vitorianos explican en primera persona su estancia en Nepal

5 mayo, 2015

Aitor González y Patxi Peña han relatado cómo consiguieron regresar a España

Langtang arrasado tras la avalancha.

Langtang arrasado tras la avalancha.

Aitor González y Patxi Peña han remitido a Gasteiz Hoy un comunicado, en el que explican en primera persona su estancia en Nepal. Reproducimos íntegramente el texto, tal y como ellos lo han solicitado:

"Este comunicado pretende trasladar los acontecimientos vividos en el Valle de Langtang (Nepal) desde el 25 de abril, día del terremoto, hasta el sábado 2 de mayo, en que hemos llegado a Vitoria-Gasteiz. Con el pretendemos únicamente contar lo que realmente ha pasado en Langtang. La magnitud de la tragedia y los momentos vividos no pueden relatarse en pocas palabras ni pueden cobrar cuerpo en una nota de prensa, pero quizá contribuyan a aclarar la información sobre el seísmo y favorezcan una reflexión profunda y constructiva sobre la importancia de la gestión de situaciones como esta.

El sábado 25 de abril de 2015 nos encontrábamos realizando el conocido trekking del Langtang, una actividad al alcance de cualquiera que desease conocer esta hermosa zona del Himalaya, que no requiere de las exigencias alpinísticas que presentan los cercanos ochomiles del Everest, por lo que ciertas opiniones vertidas en algún blog sobre los riesgos que deben asumir los montañeros, en este caso, sencillamente, no proceden. El trekking de Langtang era uno de los activos turísticos más importantes para la economía nepalí de la zona.

Salimos del pueblo de Langtang (3.430m) a las 7.30 de la mañana, en dirección a Kianjin Gumba (3.830m), a donde llegamos en torno a las 10. Nos dirigimos a uno de los lodges del pueblo para pedir habitación. Subimos y comenzamos a preparar la mochila para salir inmediatamente hacia el pico Kyanjin Ri (4.773 m), una de las opciones que ofrecía la ruta. En ese momento, en torno a las 11.30, comenzamos a notar un gran temblor que va cada vez a más, empiezan a caerse las paredes y techos de la habitación sobre nosotros. Escapamos corriendo escaleras abajo hacia el exterior, donde nos encontramos con el resto de gente del lodge que momentos antes estaba en la cocina.

Rescate de algunos supervivientes.

Rescate de algunos supervivientes.

El temblor duró un minuto y medio aproximadamente. Medio minuto más tarde, una vez cesa, vemos aproximarse hacia Kianjin Gumba una inmensa nube blanca procedente de lo alto de las montañas, a gran velocidad y con una fuerza descomunal. Sin protección alguna ante semejante avalancha de hielo, nieve y piedras —que iba oscureciéndolo todo a su paso, como si estuviese haciéndose de noche— permanecimos frente al lodge. Rápidamente se nos vino encima, tirándonos al suelo con gran violencia y cubriéndonos de blanco por completo, mientras todo tipo de materiales volaron de las casas durante un minuto eterno.

Una vez finalizada la avalancha nos encontramos ante un panorama desolador. La mayoría de los lodges destrozados, sin techos y con las paredes derruidas, muertos entre los escombros y la mayoría de la gente habiéndolo perdido todo. Intentamos recuperar parte de nuestras pertenencias y salimos rápidamente hacia el pueblo de Langtang para pedir ayuda, creyendo que la catástrofe solo afectaba a Kianjin Gumba, al ser el pueblo más alto del trekking. Partimos hacia abajo seis personas, entre las cuales se encontraban un porter nepalí y dos chicas canadienses que se habían quedado sin nada y a las que les dimos parte de nuestra ropa y calzado. Nada más llegar a Langtang comprobamos la gravedad de la situación, mucho mayor que en Kianjin Gumba.

El pueblo había sido arrasado por completo por la avalancha posterior al terremoto, en la que una ladera se desplomó por completo, impactando su onda expansiva en la contigua y barriéndolo todo a su paso. De unas 250 personas que se encontraban en él —el día anterior había sido fiesta y hubo celebraciones en el monasterio— quedan 20 supervivientes. Intentamos seguir bajando hacia Shyaprubesi, punto de inicio del trekkinng, pero rápidamente vemos que es imposible porque la avalancha lo ha tapado todo.

Nos instalamos en el lugar que creemos más seguro, el único lodge no derruido por completo, en una colina en lo alto de Langtang. Allí nos reunimos unas 150 personas entre occidentales y nepalíes, todos procedentes de Kianjin Gumba y Langtang.

La situación es dramática, hay heridos graves que deben ser urgentemente evacuados, sacamos a una chica con la cara desfigurada. No hay ni comida ni agua. La noche se nos va echando encima y nos instalamos como podemos, sin cobijo alguno, salvo las paredes de ese lodge. Llueve durante toda la noche, continúan las réplicas del terremoto.
El domingo 26, a lo largo de la mañana, aparece un helicóptero militar con seis ocupantes y provisto de medicinas. Evacúa a unas quince personas. No traen ni comida ni agua, cuatro militares se quedan con nosotros a pasar la noche.

Restos del único lodge que quedó en Langtang.

Restos del único lodge que quedó en Langtang.

El lunes 27 un grupo de occidentales nos organizamos para bajar a Lantang en busca de algo de comida y ropa, la subimos al punto de supervivencia. Encontramos un lugar junto a las paredes de la montaña por donde cae un reguero de agua de donde podemos llenar un bidón de 25 litros que transportamos a la zona de nuestro refugio, a una media hora caminando. Durante el lunes un helicóptero evacúa a quince personas, trasladando entre ellas a una alemana que lleva una lista con los nombres de todos los supervivientes que estamos allí. Esa es la lista que ha sido publicada en internet, a través de las redes sociales, y por las que las familias empiezan a saber de nosotros. Al atardecer viene un helicóptero militar nepalí, recoge las medicinas y se lleva a los militares que estaban con nosotros sin evacuar a ningún herido y dejándonos allí.

Nos quedamos solos, sin ayuda exterior afrontamos la tercera noche. El martes 28 aparece un helicóptero israelita con una persona de rescate que evalúa la situación, 80 occidentales y 15 nepalíes. Muy poca comida, sin ropa de abrigo y a 3.500 m de altura. El rescatador pasa la noche, en la que no cesa de llover, con nosotros, intentando gestionar la evacuación con la mayor urgencia posible.

El miércoles 29, cinco días después del terremoto, el helicóptero militar inicia el rescate a las 10 de la mañana, en grupos de 20 personas y por trayectos entre Langtang-Ghodatabela-Dhunche (1960 m), desalojando todo el Valle de Langtang salvo a algunos nepalíes que deciden permanecer en sus lodges de Kianjin Gumba (3.830m).

Somos trasladados a la base militar de Dhunche, donde no hay suministros. Las embajadas danesa, noruega y sueca ya han tramitado el traslado de sus nacionales, que ese mismo día y gracias a la celeridad de sus gobiernos son evacuados a Kathmandú en helicóptero.

Nosotros contactamos inmediatamente con el consulado español en Nepal, dando nuestros datos y comunicando la situación y el amplio número de españoles que allí nos encontramos. Posteriormente hablamos con la familia. Pasamos la noche en el suelo en unos plásticos facilitados a modo de campamento.

El jueves 30 de abril volvemos a llamar, en dos ocasiones, al consulado. Para nuestra sorpresa vuelven a pedirnos nombres, datos y situación. Ese mismo día las embajadas de Francia y Bélgica evacuan a sus nacionales a Kathmandú. Continúan produciéndose réplicas, lo que, unido a la impracticabilidad de las carreteras, completamente cortadas entre Dhunche y Kathmandú, impide una evacuación por tierra. Salir andando de Dhunche es muy peligroso, de hecho tenemos constancia del fallecimiento de una chica que lo intentó. Mientas tratamos de llamar la atención del consulado, seguimos hablando con nuestras familias, que intentan, sin éxito, tramitar con la embajada nuestra evacuación de Dhunche y, paralelamente, comienzan las gestiones con el seguro de montaña de la Federación Vasca.

Kianjin Gumba cubierto después del alud.

Kianjin Gumba cubierto después del alud.

El viernes 1 de mayo nuestros allegados, ante la inactividad reinante, y dada la precariedad en la que nos encontramos, nos comunican que un helicóptero gestionado por la familia nos trasladará de Dhunche a Trisuli, primera localidad circulable hasta Kathmandú. A las 10.30 de la mañana nos recoge un helicóptero que en 30 minutos nos deja en Trisuli. No hay desde allí posibilidad de transporte a Kathmandú, pero un grupo de israelitas nos acogen amablemente en un autobús privado que se dirige a su campamento de Kathmandú. Son las 14.00 h, ese día teníamos previsto el regreso en vuelo comercial a las 21.00, por lo que rápidamente, y ante la perspectiva de quedarnos atrapados en Kathmandú, nos dirigimos desde el campamento al aeropuerto. El sábado 2 de mayo llegamos a Vitoria-Gasteiz.

La noticia, sin duda, está en el terrible terremoto que ha dejado más de 7.000 muertos, miles de heridos y desplazados, y así queremos recordarlo. Pero la tragedia, aunque de distintas dimensiones y ya no mediática, también está aquí, en las familias de los muertos y desaparecidos que no verán llegar a sus seres queridos. Ahora se abrirá un periodo duro para ellos y también, en mucha menor medida, para quienes hemos regresado. La sensación de desprotección, de impotencia, de falta de interlocutor institucional e información que muchos hemos experimentado, jugará sin duda un papel relevante en el duelo que se abre. Esperamos que esta nota de prensa informe e invite, de modo constructivo, a una profunda reflexión sobre la gestión de los acontecimientos.

Queremos agradecer a todos los medios de comunicación la cobertura informativa de nuestra situación y, muy especialmente, a nuestras familias, amigos, a la gente de la Federación Alavesa de Montaña y a todas aquellas personas que han colaborado en nuestro regreso a casa; así como destacar y agradecer la incansable gestión de información que a través de la “Plataforma de familiares de españoles afectados por el terremoto en Nepal” y “Langtang missing/found people”, se ha realizado. Redes humanas que han sido, no solo tremendamente efectivas, sino un gran apoyo para muchas familias y amigos de afectados a los que trasladamos nuestro cariño, especialmente a las familias de los siete españoles aún hoy desaparecidos en el Valle de Langtang.

Asímismo, nos gustaría recordar en este texto a todas las personas que han estado en Langtang durante estos largos cinco días, tratando de sobrevivir en una situación francamente dura, en la que hemos comprobado que la solidaridad prevalece ante la devastación, ocupando el lugar de una protección que no ha llegado de la mejor manera posible.

Aitor González Pérez y Patxi Peña Sagastuy
Vitoria-Gasteiz, 4 de mayo de 2015"