Los Guerricaechevarría: una familia vitoriana de cine

22 junio, 2025

Jorge Guerricaechevarría ha trabajado con Álex de la Iglesia, Daniel Monzón y Pedro Almodóvar, y su hija Laura sigue sus pasos con una mirada propia que dará que hablar

Familia y cine. Dos palabras que definen el universo compartido por Jorge y Laura Guerricaechevarría. Padre e hija que, entre Madrid y Vitoria-Gasteiz, han hecho del séptimo arte no solo una profesión, sino una forma de estar en el mundo.

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Jorge Guerricaechevarría es uno de los guionistas más influyentes del cine español contemporáneo. Su firma está detrás de títulos como Celda 211, El día de la bestia o Los crímenes de Oxford, junto a directores como Álex de la Iglesia, Daniel Monzón o Pedro Almodóvar.

Laura Guerricaechevarría ha encontrado su voz en el cine desde una mirada personal y única. En mayo presentó Deja de hablarme en el festival FANT, el Festival de Cine Fantástico de Bilbao. Se trata de una pieza intimista sobre el silencio entre madre e hija en un apartamento detenido en los años setenta.

Juntos representan dos generaciones distintas que sienten la misma pasión por la gran pantalla. Lo suyo no es una saga, ni una escuela. Es una complicidad creativa que se forja en lo cotidiano: entre guiones, rodajes y sobremesas cinéfilas.

Primer acto: los orígenes

La filmografía de Jorge Guerricaechevarría está ligada a la de Álex de la Iglesia, con quien comenzó en los años 90. "Mis inicios fueron en el cortometraje con Alex de la Iglesia, a partir de un decorado que él había hecho para otro cortometraje y decidimos aprovechar el set para rodar algo más. Ese fue el inicio de Mirindas Asesinas. A partir de esa experiencia intentamos poner en marcha otro cortometraje que terminó siendo el germen de Acción Mutante".

Así, la escritura para el cine fue ocupando cada vez más una parte importante de su tiempo y de su vida: "Hasta convertirse en una profesión en la que llevo trabajando ya desde hace más de treinta años", recuerda.

Lo que nació de una improvisación, terminó siendo una carrera consolidada, una firma reconocible tras guiones que han puesto en pie a directores como Daniel Monzón o Pedro Almodóvar. En 2010 recibió el Goya al Mejor Guion Adaptado por Celda 211, dirigida por Daniel Monzón. Doce años después, volvió a alzarse con el ‘cabezón’ por Las leyes de la frontera, también bajo la dirección de Monzón.

Segundo acto: una pasión heredada

Laura Guerricaechevarría no heredó solo una pasión, sino también una forma de estar en el mundo: observando, narrando, imaginando. "Es cierto que crecí viendo muchísimas películas y me generaron un mundo interior ficcional muy grande. Escribía mucho desde pequeña en un estilo más literario y estudié Bellas Artes. En la universidad hice mis primeras películas experimentales".

Pero realmente llegó a hacer cine cuando se dio cuenta de que era el medio narrativo en el que podía integrar todas las artes a la vez y no renunciar a nada de lo que le gustaba: "La primera vez que rodé fue un flechazo. Pensé: quiero aprender y seguir haciendo esto siempre", asegura.

Ahora se encuentra en plena postproducción de El Asombro, un documental rodado durante el festival Magialdia en Vitoria-Gasteiz. Una pieza cinematográfica que se adentra en el misterio íntimo de la magia, producida por Fantamagoría, la productora que fundó junto a su padre.

Tercer acto: trabajo y hobby

En casa de los Guerricaechevarría, el cine no es solo trabajo, "es nuestro hobby", explica Laura. Un hobby que se ha convertido en "una actividad muy central en nuestra vida familiar", añade Jorge.

El cine suena de fondo como una banda sonora constante: acompaña los días, se cuela en las sobremesas, y se convierte en conversación habitual. "Disfrutamos mucho viendo películas juntos en familia y comentarlas antes, mientras y después", señala Jorge.

"Convivimos mientras escribimos. Es como si nuestros personajes vivieran con nosotros"

Pero no solo ven cine: lo piensan, lo modelan, lo escriben. Su hogar es también un taller narrativo donde las ideas se cuelan entre páginas de guion. "Convivimos mientras escribimos. Solemos charlar sobre la trama o la investigación, pero sobre todo los detalles interesantes. Es como si nuestros personajes vivieran con nosotros", explica Laura.

"Al mismo tiempo tratamos de no condicionar la visión del otro, de respetarla, incluso de ayudarle a potenciarla", añade Jorge. "Somos dos personas diferentes con intereses y formas de comunicar también distintas", señala.

Cuarto acto: convivencia creativa

Y es precisamente en esa convivencia creativa donde se ha forjado una relación artística que va mucho más allá del parentesco. Crecer con un referente tan fuerte podría haber sido intimidante, pero en el caso de Laura, ha sido todo lo contrario.

"Mi padre tiene una sensibilidad fuera de lo común y es algo que lo define como persona y como creador. Yo he crecido con esa doble realidad en la que vive, dentro de sí mismo y fuera con mi madre y conmigo". De él dice que aprende cada día: sobre el oficio de narrar, sobre la rutina de sacar adelante un proyecto, y sobre todo, sobre cómo amar lo que hacen de forma incondicional.

Para Jorge, ver a su hija seguir un camino tan cercano al suyo ha sido una experiencia compleja y reveladora. Por un lado, siente la satisfacción de compartir con ella una pasión que ha marcado su vida. Pero también, la preocupación inevitable de quien conoce el terreno: "No es lo mismo encontrarte obstáculos y tratar de esquivarlos que conocer todos los que van a estar ahí. Que te gustaría poder ahorrarle pero sabes que no es posible".

Jorge ha descubierto facetas de Laura que no conocía, a pesar de haber compartido tantos años bajo el mismo techo

Y al ver el primer trabajo de Laura, llegó la sorpresa: descubrir en ella facetas que no conocía, a pesar de haber compartido tantos años bajo el mismo techo: "Conocer a alguien a través de una faceta artística siempre proporciona una visión diferente y muchas veces más amplia que conocerla en el día a día", expone Jorge.

Epílogo

¿Trabajarán algún día juntos en un mismo proyecto? "No solo no lo descartamos, sino que tenemos ideas de proyectos que nos gustaría desarrollar juntos, pero en un futuro, no en lo inmediato", responde Jorge. "Hay historias que nos llaman a los dos, pero a cada uno le fascina por un motivo, ahí hay potencial para realmente poder colaborar con fuerza", añade Laura.

Y aunque sus trayectorias los lleven a menudo lejos de casa, ambos mantienen firmes sus raíces en Vitoria-Gasteiz, una ciudad que también respira cine.

Para la familia Guerricaechevarría Vitoria-Gasteiz tiene una gran comunidad de cineastas

"Vitoria, sorprendentemente para su tamaño, tiene una comunidad de cineastas muy amplia. Y también de cinéfilos. Solo hay que ver el éxito de las sesiones del CineForum que se celebran todas las semanas con la sala llena un martes por la noche y la discusión que continua fuera de los cines, en los bares de alrededor", explica Jorge.

Para Jorge esto sería difícil encontrar en Madrid, un local en el que cuarenta o cincuenta personas discutan y compartan su pasión por las películas que acaban de ver como ocurre en la capital alavesa. Laura coincide: "En ese aspecto se ha creado un espacio de comunidad, que es verdaderamente lo que busca el cine. Unir a la gente".

Al final eso es también lo que une a los Guerricaechevarría: el deseo de contar historias que conecten, que inspiren, que reúnan. Como aquellas noches de CineForum en Vitoria-Gasteiz. Como esas historias que esperan el momento adecuado para ser escritas a cuatro manos.