Maria Ángeles: medio siglo entre chuches, juguetes y revistas en Coronación
La tienda de golosinas y prensa de Coronación no ha cambiado en medio siglo de vida
La vida de Maria Ángeles Frías ha sido muy dulce. Desde pequeña ha estado ligada a las golosinas, los juguetes, la prensa y las revistas. Son los productos que encuentran los vecinos de Coronación en esta tienda que a diario abre sus puertas en la esquina de Domingo Beltrán de Otazu con la plaza de La Ciudadela, junto al bar Pasapoga.
Allí, hace ahora 53 años, los padres de María Ángeles levantaron la persiana de este local. Eran comerciantes nacidos en el Casco Viejo, en la Herre y en la Kutxi, donde residían, y tanto las características del comercio como del barrio de Coronación les atrajeron.
Desde entonces, la tienda no ha cambiado nada. Por fuera, un letrero publicitario con apariencia añeja anuncia algunos de los productos a la venta. Dentro, las muñecas y osos de peluche comparten espacio en los expositores y en un lateral del recinto con sets de maquillaje infantil, juegos de bolos, coches, excavadoras e innumerables figuritas de princesas, súper heroes y animales diversos.
En otro lado, tras la barra, multitud de golosinas dulces y saladas atraen la vista y el olfato de los clientes, como también lo hacen la prensa expuesta en el mostrador y las numerosas revistas que no dejan ni un resquicio libre en el escaparate.
Juguetes clásicos
Un paraíso para muchos que también lo ha sido desde pequeña para María Ángeles. "Criarse en una tienda de golosinas da mucha felicidad. Es muy ameno. No veas qué bien, cada vez que llegaban los pedidos, los primeros eran para nosotras", rememora con sonrisa nostálgica.
Ese privilegio despertó en esta pequeña de tres hermanas cierto gusto por el negocio, que no pasó desapercibido para sus padres. "Me crié en esta tienda y me tiraba. Mis padres me involucraron y me quedé aquí", resume. Ahora lleva tres décadas al frente del negocio. Sabe a la perfección todo el género que tiene y dónde está. "Tengo el ordenador en la cabeza" y eso que, reconoce, "ya se van olvidando algunas cosas".
Pero no tiene problemas para atender a clientes y proveedores, hacer números y elegir los juguetes infantiles "hasta 6-8 años" que decoran las paredes y escaparates del local. "Me muestran los catálogos y escojo lo que, más o menos, creo que tendrá buena acogida. Nada de cosas raras o que me parezcan feas. Me guío por lo que me gusta, que son los juguetes clásicos, como soy de antes...", justifica.
Allí será complicado localizar tamagotchis o la realidad aumentada de Alien Vision. Dos de los juguetes estrella de estas Navidades. Pero sí habrá otros que traerán muchos recuerdos a más de un padre y abuelo.
Y eso que, de un tiempo a esta parte, su volumen ha descendido. "Esto no es nada con lo que hemos llegado a tener. Normalmente está a tope. Pero desde la pandemia el juguete ha bajado mucho", lamenta María Ángeles. Ella lo achaca al incremento de los precios: "La gente ya no gasta como antes en coger un cochecito o una muñequita, recortan gastos de donde pueden".
Tampoco las chuches se libran de la quema. Aunque, siendo objetiva, reconoce que ahora "tampoco podría con el volumen que teníamos antes".
Ticket Bai
Nacida y criada también en la Kutxi, como sus hermanas, desde hace años reside en la misma calle de su negocio. Un barrio donde conoce a gran parte de sus vecinos. "Estoy muy a gusto. A ver, ha cambiado como todo, la gente se hace mayor y unos van y otros vienen", apunta.
"¿Por una gominola tengo que usar Ticket Bai? Me sale más caro eso que la gominola"
Y entre esas idas y venidas deja caer que su marcha también llegue más pronto que tarde. Con 63 años, María Ángeles es la pequeña de las hermanas y, pese a que ellas también se turnan para atender el negocio familiar, reconoce que es muy esclavo. "Abrimos todos los días de la semana, sin cerrar a mediodía. Son muchas horas, atender al público, a los proveedores, gestiones...", advierte.
El relevo, a priori, parece complicado. Y más para un local del que no son propietarias. "Estamos intentando a ver si algún sobrino... Pero no les gusta y lo entiendo. Este trabajo es sufrido y muy sujeto. Si lo coge alguien, una persona sola no puede llevarlo. Y, si haces horario de oficina, no sale adelante", insiste.
No es el único factor. La implantación del Ticket Bai tampoco les ha ayudado. María Ángeles, desde luego, tiene claro que no va a utilizarlo. "¿Por una gominola tengo que ponerlo? ¡Pues me sale más caro eso que la gominola! O por el periódico diario, un ticket para cada uno. No tiene sentido. Son márgenes muy pequeños y hay que pensarlo todo", plantea.
"Si me hubiera pillado antes, pues igual lo hacía, porque no queda más remedio. Pero a estas alturas de la vida ya estoy cansada y me sobrepasa un poco", confiesa. Por ese motivo tampoco han adquirido más juguetes para estas fechas. "Es que no sé hasta dónde vamos a tirar, hasta donde podamos. Si con lo del Ticket Bai nos dejan un poco más, pues lo haremos y si no...", advierte.
Despedida cercana
Su situación, cada vez más, se repite y extiende por el pequeño comercio vitoriano. "No se mantiene, ves que van cerrando todos y da una pena tremenda", lamenta. Son muchas horas pasadas, para bien y para mal, entre esas paredes.
"Me da pena, han sido muy buenos años y no me arrepiento de nada"
Y muchos dulces disfrutados. Porque María Ángeles es golosa. Y claro, con la tentación tan a mano, resulta difícil resistirse a un sugus, un paraguas de chocolate o unos Conguitos. "Hemos nacido con ello. A estas alturas menos, porque con la edad hay que controlarse, pero soy mucho de dulce, sí", admite con sonrisa tímida.
Aún así, ya está mentalizándose de que la despedida puede estar cerca. "A veces digo, venga, un año más. Porque me da pena. Pero hay momentos en que me encuentro muy cansada", justifica. Eso sí, si pone en una balanza toda su trayectoria, lo positivo gana por goleada. "Han sido muy buenos años, no me arrepiento de nada", recalca. Porque, como ella misma dice, su vida "es muy dulce".
Artículo publicado por primera vez en 2022
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