Los Martínez de Aragón: del último diputado general de Álava al republicano exiliado en Palestina

La saga de los Martínez de Aragón es la de unos vitorianos ilustres con vidas intensas

Esta es una historia de una saga, los Martínez de Aragón. Una saga familiar que comienza con el último Diputado General de Álava ante de la abolición de los fueros. Y concluye en Palestina, donde murió uno de sus descendientes en el exilio. Marta Extramiana repasa su historia en este relato:

Domingo Martínez de Aragón

21 de octubre de 1883, Vitoria.

Vista en la distancia, la balconada de la iglesia de San Miguel parece un mar de negrura. Un viento frio agita velos y tafetanes, levitas y capas, pacíficas pero constantes oleadas de paños negros que se estremecen como si formaran parte del ánimo entristecido que reina entre los asistentes.

Podría pensarse que incluso el aire desciende del Gorbea para despedirse de aquel que impulsó la traída de agua de sus cumbres hasta la población de Vitoria.

Son las honras fúnebres de Domingo Martínez de Aragón Fernández de Gamboa (1828-1883), el último Diputado General de Álava. Síndico, concejal, diputado… un político respetado pero también un hombre querido. Uno de aquellos que en Madrid lucharon con tesón por el mantenimiento de los fueros, tras su abolición renunció a su cargo considerando que éste había perdido su sentido.

Domingo Martínez de Aragón

Desde luego un hombre honorable. Sin embargo, no comulgaba con las ideas carlistas, era un hombre liberal, cuando esa palabra aún no había trastocado su sentido. Abogaba por la libertad y la modernidad, eso sí, sin renunciar a los viejos derechos forales. Lo mismo que su hermano fallecido dos años antes en Madrid, Bruno Martínez de Aragón Fernández de Gamboa (1816-1881), padre de la provincia, teniente de Diputado en la Diputación alavesa, Diputado a Cortes, primero por Vitoria y después por Amurrio, y durante la Primera República miembro de la Asamblea Nacional.

El obelisco central del panteón familiar, en la calle San Vicente número 75 del cementerio de Santa Isabel, apenas sobresale entre un mar de flores. Ramos y coronas como muestra de homenaje y de sentido dolor por la pérdida.

Flores negras de seda festoneadas de azabache, pensamientos morados, una corona de roble con flequillos de oro,.. la viuda de Don Domingo, Pilar Urbiztondo Eguia, se apoya en el brazo de su hijo Gabriel sobrecogida por la pena, pero también emocionada ante aquellos mensajes provenientes de toda Euskalherria.

20 de febrero de 1898, Vitoria.

El viento frío viene cargado de pequeñas y afiladas gotas, agita las copas de los cipreses y hace que las cintas de las coronas parezcan crepitar. De nuevo está Gabriel acompañando a su madre, esta vez a su última morada, junto a su esposo.

Es el mismo orgulloso obelisco, pero más viejo. Su mármol empieza a acusar las inclemencias del tiempo aunque todavía son poco perceptibles. Gabriel Martínez de Aragón Urbiztondo (1865-1934), ha seguido el camino de su padre y tío, la ley y la política. Como ellos, un hombre liberal y fuerista.

En estos momentos ejerce como abogado y este mismo año será elegido Diputado. Más tarde será senador y en 1931 se convertirá en Gobernador civil de Álava y Fiscal General de la República. A su lado está su esposa Ernestina Carrión Garmendia (1869-1930) y sus hijos Domingo, Alberto,… otros aún no han nacido y algunos les han dejado ya, como el pequeño Victor al que enterraron hace un año a la edad de seis.

6 de octubre de 1921, Vitoria.

Hoy es Ernestina la que se apoya en el hombro de Gabriel, intenta contener el llanto sujetándose en su fortaleza, una fortaleza fingida porque por dentro está destrozado. Su hijo, Ramón Martínez de Aragón Carrión, tan joven, tan valiente, tan honorable… murió en su cama, en Vitoria, rodeado de los suyos.

Aquel que se enfrentó a la injusticia del dictador Primo de Rivera, y por negarse a transigir con la derogación de derechos igualitarios dentro del ejército fue expulsado de la escuela de oficiales junto con otros compañeros, ha sido vencido por la enfermedad apenas tres años después de protagonizar esa lucha.

22 de enero de 1935, Vitoria.

De nuevo la tragedia ha congregado a la familia Martínez de Aragón en el cementerio de Santa Isabel. Está vez frente a la capilla Arrieta en la calle Santa Brígida número 2. José Martínez de Aragón Carrión (1895-1935) va a ser inhumado en la capilla de la familia de su esposa, Teresa Arrieta Morales.

José, pionero de la aviación, compañero de Heraclio Alfaro Fournier,  Ramón Ciria e Ignacio Hidalgo de Cisneros en la construcción del Acha 1 y el Acha 2 y en aquellos primeros contactos con el mundo de la aeronáutica, aquel que dará nombre al primer aeródromo Vitoria… muerto en un accidente de aviación.

-Le advirtieron que las condiciones climáticas desaconsejaban el despegue- murmura uno de los asistentes.

- Pero José era un piloto magnífico - le corrige otro.

Teresa no les oye, sigue en aquella fatídica noche, dirigiéndose junto a sus cuñados Gabriel y Alberto hacia el lugar del accidente, rezando por que estuviera vivo, temiendo lo que al final encontraron. Poco a podido José disfrutar del sueño republicano por el que tanto había luchado, quizás hubiera sido peor para él ver derrumbarse todas sus esperanzas con la sublevación que se avecina.

José se enfrentó al dictador Primo de Rivera en 1924, cuando éste se jactaba de estar apoyado por todo el ejército, le escribió una carta desmintiendo lo de “todo el ejército” porque él, José Martínez de Aragón, no le apoyaba. Le costó un consejo de guerra.

La pena: un año de prisión, aunque luego fue amnistiado. Participó en la rebelión de Cuatro Vientos, aunque no descargó el arsenal de bombas sobre el palacio real para evitar víctimas inocentes. Tuvo que exiliarse a Portugal y luego a Hendaya y París. Al proclamarse la Segunda República quiso reincorporarse al ejército pero fue nombrado Gobernador de Vizcaya. Luego volvió al ejército, como él quería, como siempre había mantenido que volvería: Sin dictadores ni monarquía.

31 de julio de 1936, Vitoria.

Los gruesos muros de piedra apenas dejan que penetre el calor del verano. Gabriel Martínez de Aragón Carrión (1889-1954) está sentado directamente sobre el suelo de la celda. Lleva once días allí, desde el triunfo de la sublevación en Vitoria. Probablemente la próxima vez que vea el cielo sea la última.

Abogado y presidente provincial de Acción Republicana, otros por menos ya han sido asesinados. Además sus enemigos no olvidaran que su padre fue el fiscal que procuró un castigo ejemplar a Sanjurjo…. aunque luego el gobierno republicano conmutara la sentencia de muerte. No quiere pensar en ello, no quiere seguir dándole vueltas a la misma idea…si el gobierno no hubiera sido tan blando en aquella primera sublevación, si al menos se hubieran preparado para una segunda intentona…ahora ya es tarde, no merece la pena pensar en ello.

Pero la angustia es mayor cuando piensa en su familia: qué será de sus hermanos Alberto, Domingo, Jesús, Ernestina, de sus hijos, de sus sobrinos… La sentencia de pena de muerte no se hizo esperar mucho. Aunque luego fue conmutada por la de prisión y destierro.

18 de septiembre de 1936, Vitoria.

Alberto Martínez de Aragón Carrión (1893-1936), es perito agrícola, socio del Alavés y trabaja en el Ayuntamiento de Vitoria como jardinero mayor… bueno, trabajaba porque desde julio tiene que estar escondido.

Ha sido representante de los republicanos en las últimas elecciones y, aparte de pertenecer a una familia muy significada en este sentido, impidió a unos frailes realizar un fraude electoral. A su esposa, Pilar Tabar, la han detenido un mes antes y hay muchos que lo quieren ver muerto.

Pero es mucho tiempo de encierro en el chalet que fue de sus padres y los nervios se le han roto después del último ataque de la aviación.

Así que sale a La Florida, desgraciadamente lo ven desde el gobierno militar que está al lado del garaje Goya y los requetés lo reconocen. El sonido de las balas resuena en el idílico jardín que él tanto ha cuidado y Alberto cae muerto al lado del quiosco de bebidas. Fernández Ichaso, que desde la sublevación ha asumido el papel de Gobernador civil, le pisa la cabeza para asegurarse de que no respira o como un simple acto de ultraje. Su cadáver es trasladado al cementerio de Santa Isabel, después nadie conocerá su paradero.

9 de Abril de 1937, Madrid.

Jesús Martínez de Aragón Carrión (1899-1937), es un abogado laboralista convertido en jefe de la II Brigada Mixta republicana.

La sublevación le ha obligado a tomar las armas para defender aquello en lo que cree y aún confía ciegamente en la victoria. La pelea es en el cerro Garabitas, arenga a sus hombres y es el primero que sale de la trinchera. Su pecho bordado en sangre.

El 11 de abril lo entierran en el cementerio de la Almudena acompañado de las principales autoridades de Madrid. Pasará mucho tiempo hasta que pueda recibir un homenaje semejante, pero otro nueve de abril, en 2021, su nieta Isabel estrenará un documental: “El olvido está lleno de memoria”.

Al resto de los hermanos Martínez de Aragón Carrión no les fue mucho mejor. Domingo, fue capturado por la Gestapo y murió en el exilio, en Palestina en 1962 a la edad de 75 años. Ernestina, aquella que ayudó a Indalecio Prieto en su exilio y escribió el himno Patria y Libertad fue recluida en un campo de concentración. Todos los bienes de la familia fueron confiscados, el gobierno franquista les impuso una multa de un millón de pesetas, muchos tuvieron que exiliarse. Todos tuvieron que callar ante la injusticia.

Pero hoy, poco a poco, se va restaurando la memoria. Algunos dan nombre a las calles de nuestra ciudad, sus nombres vuelven a ser escuchados y su vida recordada en artículos, conferencias, tesis y documentales. Y en el cementerio de Santa Isabel, a pesar del paso del tiempo, el obelisco sigue orgullosamente señalando al cielo.