Javier Monte: el mejor MIR alavés que prefería los dinosaurios a los coches

8 febrero, 2025

El vitoriano Javier Monte, de 24 años, ha quedado en el puesto 64 del MIR 2025, con 14.000 aspirantes

De pequeño elegía los dinosaurios antes que los coches. Ese amor por los animales inició un camino que ha llevado al vitoriano Javier Monte Santillana a ser el alavés con la mejor nota MIR en los exámenes de 2025.

Con 24 años, este "VTV", como él mismo se define, ha quedado en una posición envidiable: el 64 de los cerca de 14.000 aspirantes presentados. Un lugar obtenido con esfuerzo, dedicación y trabajo. Y  que le permitirá elegir con holgura las próximas etapas de su futuro, para cumplir su sueño de "encontrar mi pasión".

El camino hacia la Medicina

Una historia que empezó siendo niño, cuando Javier ya miraba la biología "con buenos ojos". En la ESO optó por la rama biosanitaria, y no sería hasta Bachillerato cuando eligió la Medicina como carrera.

MIR Alava 2025 Javier Montes

"Es curioso cómo, elecciones que marcan tanto tu vida, nacen de una simple preferencia en la infancia y pequeñas decisiones sin aparente importancia", constata ahora. Unido a ello, "el reto personal e intelectual que suponía escoger una carrera exigente".

Con la elección ya en marcha, Javier estudió hasta 3º en el campus de la UPV/EHU en Leioa, y el segundo ciclo ya en la Unidad Docente de Vitoria-Gasteiz.

Para las prácticas, también se quedó en casa: el HUA. Allí recorrió las consultas, plantas y quirófanos de casi todas sus especialidades hospitalarias. Aprendizaje que califica de "crucial" en el desarrollo de su etapa formativa.

"El número más reducido de alumnos en clases y prácticas te permite sacarles mayor provecho", reconoce. A lo que suma "la cercanía y pasión de muchos profesores y facultativos. Estimulan tu curiosidad y motivación, imprescindibles para superar con éxito la carrera".

Estudio con deporte, libros y escapadas

Una vez graduado, tocaba abordar el siguiente paso: el MIR. En junio comenzó la preparación intensiva. Por delante, 7 meses de estudio. Hasta el examen del 25 de enero. Una carrera de fondo. Javier lo preparó a distancia y el verano lo pasó en Noja, cerca de la playa. Así se le hizo más llevadero y cogió fuerzas para la recta final, que machacó en Vitoria-Gasteiz.

Estudiantes Medicina UPV/EHU

Foto: UPV/EHU (Mitxi).

Y es que Javier lo tiene claro. En este tipo de pruebas, tan importante es hincar codos como realizar actividades que te mantengan "sano, física y mentalmente. Con beneficios indirectos en el estudio que pueden superar muchas horas de silla y escritorio". Por eso, no prescindió del "deporte, un buen libro o una escapadita de fin de semana".

Con las pilas cargadas, tampoco escatimó tiempo para las clases, test, tarjetas de memoria, repasos... Tareas a las que dedicaba 8 horas diarias, mitad por la mañana y mitad por la tarde. En su caso, encontró el equilibrio perfecto para un éxito que no auguraba de tal calibre.

Con el MIR "te juegas todos los meses de estudio y esfuerzo a una carta"

"Durante la preparación te haces idea de cómo vas. En mi academia, los sábados por la tarde hacíamos un simulacro y podías comparar tus resultados con el resto de la muestra que lo había hecho", detalla. Los suyos fueron "bastante constantes". Reconoce que apuntaban "a una buena nota". Lo que le dio "cierta seguridad y tranquilidad". Pero sin imaginar que estaría entre las 100 primeras.

Una sola carta

"Me siento muy afortunado", recalca, sin hacerse del todo a la idea. Porque el MIR es "jugar todos los meses de estudio y esfuerzo a una carta". A cuatro horas y media de examen. Donde puede pasar "cualquier cosa".

Javier está acostumbrado a las buenas notas en el colegio y la universidad. Pero en esta prueba no se trata de sobresalientes o notables. Se consigue una posición "respecto del resto de compañeros que, como tú, se esfuerzan por prepararlo lo mejor posible y han superado con méritos colegio y carrera". Y cada puesto es único e indivisible.

"Para alguien tan curioso como yo, es muy difícil decantarse por una especialidad"

Es consciente de que esta dinámica, en un momento dado, puede jugar en contra. "A veces, un entorno acostumbrado a esos buenos resultados puede suponer un nivel de presión extra", asume. En su caso todo ha salido bien. Pero no se olvida de amigos y conocidos que, "tras meses de sacrificio", han logrado otros resultados: "Una buena preparación no te garantiza al 100% un buen puesto".

Tailandia como recompensa

Todo esto lo cuenta desde Tailandia, adonde se ha 'escapado' para disfrutar y desconectar. Allí, casi recién llegado a Bangkok, ha recibido el alegrón. Por delante aún tres semanas para recorrer y exprimir el país. "El viaje es una recompensa a todos estos meses de trabajo. Y una luz al final del túnel que nos ha motivado, a mi primo Íñigo, que también ha hecho el MIR, y a mí, a afrontar el último tramo", valora.

Porque a la vuelta, toca pensar de nuevo y afrontar decisiones importantes que marcarán su camino profesional y personal. Pese a lo que ya ha pasado, asegura que "llega lo más difícil". Lo bueno de su clasificación, que le abre tantas posibilidades, es también motivo de duda.

"Cardiología es muy completa, a la vez que exigente. Eso me atrae"

"Para alguien tan curioso como yo, que siempre consigo encontrar algo interesante en cada especialidad, es muy difícil decantarse por una", detalla. A lo largo de su preparación, ha rehuido pensar en ello. Es más, a medida que iba estudiando las distintas materias, "cambiaba de favorita".

La elección final

Pero el reloj avanza imparable. Apenas quedan dos meses para la elección final. Y, poco a poco, en su cabeza, una posibilidad se abre camino. Cardiología. "Creo que es muy completa, a la vez que exigente, y eso me atrae", confiesa.

Aun así, no descarta giros de guion de última hora. "Después de mi vuelta a Vitoria, me esperan semanas de analizar detenidamente cada opción y hacer reflexiones vitales", apunta.

Y, al igual que el niño Javier cogió un dinosaurio en lugar de un coche, o el joven Javier escogió Medicina y "se enamoró de ella", el Javier adulto "elegirá una especialidad por encima de otra, sin un gran motivo aparente". Lo que, desea, le llevará a una senda con la que cumplir "mi sueño: encontrar mi pasión".