Dónde comer menú del día por 7 euros en Vitoria
El menú se compone de dos primeros y dos segundos a elegir, ensalada, postre, pan y bebida
Fernando es profesor de Secundaria en el instituto Ekialdea. Tiene uno de esos días en los que, a la jornada matinal, se le suman varias reuniones por la tarde. Anda apurado para ir a comer a casa. Así que ha optado por la opción "buena, bonita y barata". El comedor del campus alavés de la UPV/EHU. "Pregunté a ver qué había cerca del instituto, me hablaron de este sitio y ya he venido varias veces", reconoce mientras termina uno de los platos del menú del día: arroz a la cubana.
Como él, son muchas las personas que cada día acuden a este comedor, situado en la planta baja del edificio Pabellón, en la calle Los Apraiz, 1. Tiene capacidad para 148 comensales y abre de lunes a viernes de 12:30 a 15:30 en periodo lectivo. El grueso de su público está formado por estudiantes, profesores y empleados que forman la comunidad universitaria y que disponen de bonos mensuales y semanales para comer.
Pero vecinos de la zona, paseantes y profesionales varios también recalan allí a diario, atraídos por su menú variado y su precio. Dos primeros y dos segundos (a elegir), además de ensalada, postre y bebida. Todo por 7 euros. Cantidad que, para la mayoría de usuarios, resulta "muy económica". Y que, en la última década, solo ha subido 1,64 euros.
El pollo es el plato estrella
La razón es sencilla. La gestora de este comedor es Tamar, una empresa de cátering que da servicio a comedores de centros educativos, empresas, administraciones, residencias y hospitales. "Al mismo proveedor se le compran, por ejemplo, un montón de kilos de carne. Se compra a gran volumen y luego se reparte entre los diferentes centros. Un restaurante no puede trabajar a este nivel", explica Inma Martín, encargada del comedor de la UPV/EHU. A ello se suma que los precios "ya estaban pactados con los proveedores antes de todas estas subidas, así que nos los han mantenido, veremos a ver qué pasa ahora".
Las dificultades para encontrar con frecuencia grandes cantidades de algunos productos empiezan a hacerse notar. Es el caso del pollo, uno de los platos estrella. También lo son la costilla asada o la pasta. "Sabes que si hay pollo frito o asado, ya puedes tener la mejor merluza del mundo que ahí se queda", reconoce Inma con sonrisa resignada.
Sus 25 años de experiencia en este comedor le facilitan saber qué recetas funcionan mejor entre los comensales. Y que con mal tiempo están más llenos, y que los miércoles (la razón la desconoce) es el día de la semana más concurrido. No solo el comedor, sino también la cafetería cercana con su oferta de bocadillos, cafés y desayunos.
Inma, junto a las otras 5 personas que componen su equipo, elaboran cada día raciones para alimentar a un centenar de personas. Se guían por un menú mensual que elabora una dietista. Y que no se repite ningún día dentro del mismo mes. Tampoco el calendario de octubre sirve, por ejemplo, para noviembre. "Igual un miércoles de dos meses distintos se sirve lo mismo, pero en general, intentamos no coincidir", recalca Inma.
Platos caseros
Menestra con verduras, patatas con chorizo, pisto, crema de calabaza, acelgas, garbanzos, pasta y arroz se alternan entre los primeros. En sus diferentes variantes y preparaciones. Pollo, filete de ternera, pavo, lomo, salchichas, huevos, lenguado, gallo, palometa o bacalao hacen lo propio en los segundos. El yogurt, la fruta o el helado son las opciones de postre.
"Son platos caseros del día a día, lo que come el 90% de las familias en sus casas. Y todo lo cocinamos aquí", apunta Inma. Eso les permite organizar las cantidades. "Si un día hay legumbres y verdura, sabemos que pedirán mas lo primero, así que hacemos algunas raciones más de eso que de verdura", admite. Lo mismo ocurre en el dilema carne versus pescado. "Y eso que parece que los chavales están comiendo algo más de pescado, no sé si es que la pandemia ha cambiado los hábitos", señala. El objetivo, en cualquier caso, es ajustar al máximo para desperdiciar lo mínimo.
"En cocina, la mayoría de cosas son reciclables. A ver, un pescado al horno, si ya está asado, pues no, porque al día siguiente está seco. Pero, por ejemplo, si sobra carne en salsa, al día siguiente haces un arroz", ejemplifica. Ello implica que, en ocasiones, toque reestructurar el menú. "Cada día es una aventura, no sabes si va a sobrar. Hay días que viene menos gente de la prevista y otros, por un curso, un taller o lo que sea, desbordan las previsiones", apunta Inma.
Y, aunque nunca se han quedado sin existencias, admite que ha habido ocasiones en que han tenido que recurrir al ingenio. "Siempre tienes unas croquetas o empanadillas que requieren de poca elaboración y sales del paso", apunta. También preparan la comida para llevar y cuentan con un comedor en la planta alta que cualquier persona puede reservar si va a acudir con un grupo numeroso.
Relación calidad-precio
Múltiples facilidades para mantener y conservar a una clientela afectada por la pandemia. "Antes de la pandemia, dábamos 200 raciones al día. Y hace años llegamos incluso a las mil, qué colas se formaban; éramos un equipo de 18 personas", rememora Inma. Pero los cierres y restricciones de la hostelería también les han pasado factura. "Ahora ya funcionamos con normalidad, pero hay gente que ha perdido el hábito de venir. También se ha extendido el teletrabajo, las clases online... Hay estudiantes que no saben ni que existe este comedor", lamenta.
"Es un menú de día más barato que en otros sitios"
No es el caso de Jaime Fernández, Álvaro González, Iker Arrasate y Guillermo Marqués, de 17 y 18 años. Este curso han comenzado sus clases en la Facultad de Farmacia y ya han acudido varias veces a este comedor. "La relación calidad precio está muy bien", aseguran todos.
Iraitz, en cambio, es la primera vez que lo cata: "Se me ha olvidado el tupper y me he animado a probar. Es más barato que un menú de día en otros sitios", agradece con idea de repetir de vez en cuando. También se estrenan en él Felisa y Naroa, que se han quedado a comer para hacer un trabajo universitario: "Está muy bien".
Alberto es otro trabajador que, al menos una vez por semana, lo visita. "Con los precios que hay, me sale más económico que comprar y cocinarlo. Te atienden rápido y bien, el menú es equilibrado y casero, ¿qué más puedo pedir?". Con él coincide Fernando. "Su ajuste de calidad-precio es digno, y me pilla cerca del instituto para seguir con la jornada de tarde", se despide, postre en mano.
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