"No quiero ayudas, solo una solución para alquilar un piso"
Sin sitio para vivir desde agosto, Andrea, su pareja y sus dos hijos aguardan desde abril una respuesta de Etxebide
"No quiero ayudas, nunca he tirado de ellas. Solo busco una solución para poder alquilar un piso". Este es el llamamiento a la desesperada de Andrea. Una joven madre de familia a la que el 31 de julio se le acaba el contrato de alquiler del piso donde reside. Y, por ahora, no tiene ningún otro sitio donde ir. Ella, su pareja y sus dos hijos de 1 y 5 años están en tiempo de descuento.
La ansiedad de esta familia empezó a principios de este año. Su casera fallecía y las hijas les comunicaron su deseo de vender el inmueble. "Durante diez años, la dueña nos lo alquilaba por muy buen precio y no hemos faltado ni un mes en el pago. Las hijas nos han prorrogado la estancia, pero no podían alargarlo mucho más. Han sido muy buena gente, y nos dijeron que si queríamos comprarlo, pero no podemos", explica Andrea.
Sin crédito bancario
Primer escollo. Tanto ella como su pareja trabajan desde hace años en la misma empresa. Pero no tienen los 40.000 euros de ahorro que les reclaman los bancos para facilitarles una hipoteca. "Nos dicen que no es buen momento para hacerlo, y nos exigen muchos requisitos que, para ellos, no cumplimos". El panorama se repite con los pisos de alquiler. Lo más barato que han encontrado, 850 euros sin incluir gastos ni comunidad. "Nuestros ingresos no alcanzan a cubrir los tres meses de fianza más el alquiler, más gastos de inmobiliaria...", enumera Andrea.
En Vitalquiler "nos ponían en una lista de espera de un año y nos advirtieron de que, si quedaba algo libre, primero estaban los de Ucrania". La esperanza residía en los pisos de alquiler social de Etxebide, donde esta colombiana afincada en Vitoria-Gasteiz está inscrita desde hace casi una década. También lo está su pareja, gasteiztarra al igual que los hijos de ambos.
Etxebide funciona por un sistema de puntos en función de la situación socioeconómica. A menos ingresos y más cargas familiares, mayor puntuación. Y los inscritos deben apuntarse específicamente en cada promoción que sale si les interesa, previo aviso desde la entidad. El puntaje de la familia de Andrea les permite optar a un piso de alquiler social de tres habitaciones.
Espera en Etxebide
Hace dos años, les avisaron de que figuraban en la lista de admitidos para una promoción de 42 viviendas. No supieron nada más. Ahora, más de lo mismo. En abril les confirmaron que están en otra de 11 pisos. "Fui a Zuzenean para saber cuál era el siguiente paso a seguir y me dijeron que tenía que esperar", lamenta Andrea. Similar respuesta ha obtenido en las sucesivas consultas realizadas. Cuatro meses sin noticias. Y el tiempo apremia. "Pensamos que la espera iba a ser más corta y que tendríamos una respuesta antes de abandonar el piso, pero no ha sido así y ya no sé qué hacer", confiesa.
Impotente, ve cómo todas las puertas se les cierran. Una a una. "Mi suegra vive en un piso compartido. Mi madre también. Si vamos con ella, tendríamos que estar los cuatro en una habitación. Para unos días, lo hacemos, pero para estar de seguido, no lo veo, sobre todo por los niños", admite. "Estamos en una situación desesperada. No quiero que nos regalen nada, pero sí que nos permitan entrar en una vivienda de protección oficial de Vitoria", ruega. La angustia es palpable en su voz.
Su caso es un claro ejemplo de la situación de la vivienda en Vitoria-Gasteiz. El mercado del alquiler libre apenas cuenta con pisos ofertados. Según el Observatorio Municipal de la Vivienda, hay 7.604 contratos de alquiler en vigor. Pero solo hay 90 pisos disponibles para alquilar. El coste mensual medio por contrato ya en vigor ronda los 636 euros. Mientras, el precio medio que reclaman los propietarios a la 'caza' de inquilino asciende a 1.027,96 euros. Casi un 40% más. No apto para muchos bolsillos.
Ricardo Carrera lo sabe bien. En su inmobiliaria Fournier, un cartel en la entrada recuerda que necesitan pisos para alquilar. Con una experiencia de más de 30 años en el sector inmobiliario, Carrera asegura que, en la capital alavesa, "siempre ha habido una necesidad de pisos en alquiler". Los disponibles son "muy pocos para la demanda existente" y, en consecuencia, el precio de estos se encarece.
Alquileres caros y exigentes
En estos momentos, la cuantía mínima de salida ronda los 800-850 euros mensuales. Da igual si son de 2 o de 3 habitaciones. "Se paga lo mismo y ya no influye tanto la zona. Hay algunos en torno a los 700 euros en el Casco Viejo y sin ascensor", desvela Carrera. Pero el precio no es el único ingrediente a tener en cuenta.
Cada vez los propietarios introducen más exigencias para alquilar sus viviendas. "La ley de vivienda protege mucho al inquilino, así que los dueños, para cubrirse las espaldas, exigen nóminas, contratos de trabajo fijo, aval de la compañía de seguros, seguros de impagos por si hubiera un posible deshaucio...", razona. Un amplio listado que, reconoce, "complica sobre todo el acceso de las personas extranjeras a estos pisos de alquiler".
La información se refrenda tras un somero vistazo a la oferta de portales como Idealista. De los 113 pisos disponibles para alquilar, solo 22 piden un pago mensual inferior a los 800 euros. Y la mayoría de ellos o cuentan solo con una habitación, o carecen de ascensor o están disponibles solo para el período de septiembre a junio. Es decir, buscan a los estudiantes universitarios como inquilinos.

Anuncio de un particular en busca de piso de alquiler.
Ante este panorama, son muchos los que recurren al Servicio vasco de vivienda Etxebide. A través de Alokabide, la sociedad responsable del parque público de viviendas en alquiler, gestiona en Álava 4.307 alquileres. Pero, ahora mismo, tiene 9.782 personas inscritas en la provincia. Entre ellas, Andrea y su pareja. Una larga lista de espera para demandar uno de esos pisos cuyo precio medio, al tratarse de rentas sociales, ronda los 235,24 euros mensuales.
1.000 viviendas a la espera de un convenio
Y las 521 promociones de vivienda en curso no reducirán esa demanda lo suficiente. De ellas, 410 están en Vitoria. 92 serán alojamientos dotacionales en Lakuabizkarra y el resto, dos VPO de alquiler en Salburua. Una con 152 viviendas y otras con 166. En el horizonte planean otro millar de viviendas (entre las que se incluirían las de 42 Bustaldea y las 63 de Larrein) a la espera de que el Gobierno vasco y el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz se pongan de acuerdo y firmen el nuevo convenio que permita comprar o ceder parcelas en distintos puntos de la ciudad. El actual data de 2009.
Pero, ¿por qué existe esta demanda? En 2008, la crisis financiera e inmobiliaria cambió la tendencia creciente de compra. El sistema bancario de créditos y préstamos dio un vuelco y, quienes carecían de ingresos suficientes para obtenerlo, volvieron las miras al alquiler.
"El perfil de quienes solicitan viviendas en alquiler difícilmente podría acceder a un préstamo. El 80% está por debajo de los 15.000 euros de ingresos anuales", especifica Pedro Jáuregui, viceconsejero de Vivienda del Gobierno vasco. El escaso mercado de pisos de alquiler tampoco contribuye a solucionarlo. "Es uno de los grandes problemas que tenemos para dar respuesta a las necesidades de la gente", reconoce Jáuregui.
Incentivar a propietarios
En su opinión, resulta vital que se incentive a los propietarios para alquilar sus inmuebles. En ese sentido, el responsable político señala que, desde su Departamento, ya han hablado con las tres Haciendas forales para "que haya desgravaciones fiscales a los propietarios y que sirvan para contener los precios y no se disparen". Además, recuerda que el Ejecutivo autonómico cuenta con el programa Bizigune. A través de él, garantiza el pago "religiosamente" a los dueños. "Les pagamos nosotros, no el inquilino, y al acabar el contrato de seis años, se les devuelve la vivienda en perfectas condiciones", asegura.
La VPO en Euskadi
No hay que olvidar tampoco el parón que ha sufrido la construcción de VPO de compra en Euskadi. En los últimos años las constructoras se decantaban cada vez menos por esta fórmula. Con los precios paralizados desde 2010, estas promociones les aportaban beneficios muy ajustados mientras subían los precios de la materia prima y de la mano de obra.
Incrementos que van desde un 9,1% en materiales no metálicos al 71,8% en energía y gas pasando por el 25,6% de la industria de la madera y el 36% de los productos metalúrgicos. Y en una VPO "no se trabaja con distintos materiales que en un proyecto de vivienda libre", asegura Luis Alba, presidente de UNECA (Unión de Empresarios de la Construcción en Álava).
Para revertirlo, la semana pasada el Departamento vasco de Vivienda aprobó una orden para incrementar más de un 10% el precio de la VPO en el País Vasco. Un incremento de entre 16.000 y casi 25.000 euros, según las características y ubicación de los pisos, que afectará a los 1.121 alaveses que, a través de Etxebide, optan a comprar una Vivienda de Protección Oficial.
Alba considera que dicha normativa posibilitará "que algunas promociones que antes no se realizaban, ahora puedan salir adelante". Siempre que, recalca, "la demanda sea capaz de asumir los nuevos precios". No solo eso, sino que, a la hora de promover una tipología de vivienda u otra, el constructor explica que es más importante "ver qué evolución puede haber en seis meses o año y medio en los costes, más que lo que ha pasado en los meses anteriores".
"Muchos promotores esperaban esta orden para ponerse en marcha, lo venían reclamando porque hay suelo calificado y parado", sostiene Jáuregui. Por su parte, Alba confirma que trabajar a pérdidas "no es una opción sostenible" para las empresas constructoras.
Sin embargo, apunta a que ellas no se ven afectadas "directamente por el incremento de módulo". "Son las empresas promotoras, públicas o privadas, las que tienen que analizar si con los precios nuevos y con el coste de suelo urbanizado, pueden contratar la construcción y si existe demanda de compradores a ese precio".
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