No carpa, no party

La ausencia de la carpa de la Diputación y la lejanía de Sant Jordi del centro difuminan a la afición baskonista por las calles de Barcelona

[slideshow]Parecía un binomio  inseparable, pero ante la decisión de las instituciones de no dotar este año al aficionado baskonista con la ya clásica carpa donde ir calentado motores para el partido, la afición baskonista no se amilanó y supo hacer de tripas corazón desplazando el pre-partido a las inmediaciones del Sant Jordi. De hecho rumores apuntaban a que los dos combinados vascos presentes en el torneo del K.O. estarían bajo el abrigo de una misma carpa, esta vez de la marca Euskadi. Ya que antes era la Diputación Foral de Álava la encargada de levantar en cada Copa del Rey una pequeña embajada alavesa. Vino y pintxos de la provincia servían de excusa para llenar el estómago a cuenta del ente foral. La txaranga se encargaba de amenizar el encuentro, que al final acababa siendo multicultural, ya que el resto de aficiones no querían ser menos y se dejaban caer por nuestro particular consulado patrio.

Una carpa que no era más que una de las muchas que plagaban las inmediaciones de toda sede copera. O al menos así ocurría en la céntrica plaza de Goya, donde el Palacio de los deportes de la Comunidad de Madrid presenta una ubicación privilegiada en el centro mismo de la capital. Por eso la Zona de juego ACB, Orange, Bezoya, Endesa y resto de sponsors de la competición levantaban su particular sede lúdica donde poder ir empapándose de los valores de nuestro deporte. Un contexto ideal donde pasar los minutos anteriores a que el árbitro lance la pelota al aire, pero que este año brillaban por su ausencia, al menos en los albores del tranquilo Montjuic. Ya que el San Jordi se encuentra en la colina de la ciudad Condal. Donde la afición subía gracias a las lanzaderas que la organización facilitaba. Pero una vez llegado allí el tradicional ambiente que a un torneo de la categoría de la Copa asociamos, no estaba. Las zonas lúdicas ACB se habían trasladado al centro de Barcelona. Y probablemente el factor de la ubicación haya sido uno de los motivos principales. Como comentábamos Goya se encuentra en pleno Madrid y vecinos y no aficionados al baloncesto disfrutaban de dicho ambiente. Una nota de color que este año la ponía la afición baskonista txaranga en mano, algún blusa que otro descolocado y los aguerridos vitorianos que se embucharon en su disfraz copero. Por eso la Diputación en plena política de austeridad ha cerrado el grifo copero y el Ayuntamiento vitoriano exponente de los recortes también ha decidido bajarse del carro. La “green” no pudo venderse en la capital catalana, que precisamente son los turistas nacionales que más nos visitan junto a madrileños.

Pero como comentaba un aficionado baskonista, “las victorias del Baskonia se celebran, pero las derrotas aun más”. Por eso los más de 3000 corazones que viajaron hasta la ciudad Condal para apoyar al equipo de sus amores, lo dieron todo en el pabellón y fuera de él. El hermanamiento entre aficiones de Fuenlabrada, Alicante o incluso San Sebastián fue constante. Rivales en la cancha pero amigos en la barra del bar. La Copa vuelve a demostrar un año más que tres intensos días del mejor baloncesto internacional son la mejor droga que un deportista y aficionado puede consumir sin control. Un torneo que nunca defrauda, aunque no haya carpa.