Noelia Da Costa: "La parálisis cerebral es mi estilo de vida"
Esta vitoriana de 26 años, y parálisis cerebral de nacimiento, ha defendido con notable alto su TFG de Trabajo Social en la UPV
Suena el despertador. Comienza un nuevo día. Noelia se levanta y empieza una rutina muy bien orquestada. Desde el desayuno a bañarse y vestirse. Tareas en apariencia sencillas y rápidas. Pero que ella realiza con ayuda constante y una logística adaptada a prueba de fallos. Cada pequeña tarea, a Noelia le cuesta el doble. La parálisis cerebral con la que nació es, como ella misma dice, "mi estilo de vida".
Un estilo que, lejos de frenarla, la ha empujado a superarse. Las barreras que le pone por delante, ella las derriba a base de esfuerzo, tesón y muchas horas de trabajo. Una fórmula que ahora da sus resultados. A sus 26 años recién cumplidos, Noelia es una orgullosa graduada en Trabajo Social por la UPV/EHU. La cuarta persona en Álava con parálisis cerebral en tener una titulación superior. Y este mes ha defendido con notable alto su TFG (Trabajo de Fin de Grado) 'Diversidad funcional, tercer sector y trabajo social: caminando hacia una vida independiente'.
"El 4 de julio fue mi cumpleaños y el 5 defendí mi TFG, está siendo un mes muy especial, de doble celebración y de asimilarlo todo", explica Noelia. Atrás quedan los pronósticos médicos que advertían a sus padres de que no podría escribir nunca. O el bullying que sufrió en el colegio y que contribuyó a que sus estudios de ESO y Bachiller se prolongaran. "Tuve que dividir los cursos por la presión y por circunstancias personales, mi proceso madurativo era diferente y, en aquellos momentos, me estaba conociendo a mí misma", reconoce.
Inicios universitarios
Fue en septiembre de 2018 cuando Noelia hizo realidad su sueño. Y también, por qué no, un nuevo reto. Estudiar una carrera. Y los comienzos no fueron tampoco fáciles. Su tetraparesia espástica le afecta a brazos y piernas, especialmente en el lado izquierdo. Además de una movilidad más restringida, cuenta con una percepción visual del 50% (con y sin gafas), sumado a una miopía.
Por ello, aunque para muchas cosas cuenta con gran autonomía, existen otras situaciones en las que necesita la ayuda de terceras personas sí o sí. Las primeras semanas en la Universidad se complicaron por las dificultades de contar con un técnico de apoyo educativo. Tras algunas reclamaciones, Noelia y su familia lo consiguieron. Aún así, solo para apoyos puntuales de acompañamiento al baño o necesidades básicas como quitarse y ponerse la cazadora.
"El primer año fue duro. Estás muy perdida, llegas de un lugar como el instituto, más protegido y sales y dices: 'Hola, vida real'", expresa sin perder la sonrisa. Tomar apuntes se convirtió en un desafío. "Soy más rápida con la mano, así que intentaba apuntar todo y en casa lo pasaba a ordenador. Era un trabajo doble y mi manera de repasar. Luego descubrí una herramienta en Google Drive de escritura por voz y, sin grabar porque estaba prohibido, podía coger mejores notas de lo que decía el profesor", reconoce.
Con sus apuntes y el complemento de los de otras compañeras, esta trabajadora social ha ido año a año sacando todas las asignaturas. Y con una pandemia de por medio. "Ha sido dedicación completa, muy potente. Y lo he disfrutado, porque al final te das cuenta de que todas las asignaturas sirven para algo", apunta motivada.
Sensibilizar contra los prejuicios
Porque si una palabra la define es "ilusión". Y no la perdió ni cuando cambiaron sus expectativas iniciales. "Pensé que en esta carrera iba a encontrarme con personas con valores, que no juzgan ni tienen prejuicios con ningún colectivo. Vi que en algunas ocasiones esto se cumplía pero, en muchas otras, no", lamenta. Es precisamente eso, eliminar estereotipos, lo que la impulsó a estudiar Trabajo Social. También "poner mi granito de arena en la sociedad para visibilizar y agradecer la ayuda" de los trabajadores sociales, psicólogos y voluntarios (en su caso de Aspace, la asociación para la parálisis cerebral de Álava) que han pasado por su vida.
En ese sentido, no se olvida del personal de los dos equipos, el de servicios sociales de base y el de ayuda a domicilio de Pablo Neruda, con los que ha trabajado mano a mano durante sus prácticas. "Me han cuidado, y siguen haciéndolo, como una más", agradece. "He sido la persona más feliz con lo que he aprendido y me han aportado. Ellas dicen que han actuado normal, pero lo normal, para mí, es extraordinario. Porque ha habido muchas circunstancias en las que no me he encontrado con gente así", constata.
"Las personas con diversidad funcional no mordemos ni nos comemos a nadie"
La misma idea subyace en su TFG, del que espera que no se quede en un mero trabajo académico. "Me gustaría dar charlas de sensibilización, dar visibilidad a la discapacidad, que sigue estando rodeada de estereotipos", lamenta Noelia. La infantilización o sobreprotección de estas personas con diversidad funcional, o su falta de inclusión, son realidades que percibe en el día a día.
Ella lo ha vivido en primera persona. "Hay gente que, por la calle, le pregunta a mi madre qué me pasa. O alguna vez, estando con amigas, al ir a pagar, les han preguntado a ellas si yo podía hacerlo", enumera. Comportamientos que molestan y lastiman. "Hay mucho desconocimiento, pero porque la gente no se para a pensar. Vemos a una persona con diversidad funcional y parece que da miedo. No mordemos ni nos comemos a nadie", asegura con ironía.
En su caso, reconoce que tiene la gran suerte de "poder hablar y contar con una capacidad cognitiva bastante conservada". Pero conoce personas "que hablan mediante un sistema alternativo de comunicación". Es consciente de que "lo desconocido da cierto respeto, pero no des por hecho las cosas, pregunta. Porque es muy probable que esa persona, aunque no pueda hablar, te entienda todo". Su consejo: "Párate y mira qué te puede ofrecer esa persona. Todos tenemos capacidades diferentes, así que céntrate en la capacidad de esa persona, no en lo que no puede hacer. Porque necesitar apoyos para algo no significa que no sintamos ni padezcamos".
Planes de futuro
El respaldo de su familia, de Aspace y de sus amistades la ha impulsado a no rendirse, a sobreponerse al desánimo y obtener una titulación superior. Y lo que le queda. En su futuro inmediato, un Postgrado en Gestión e Innovación en Servicios Sociales y unas becas de transición para la red municipal de centros socioculturales de mayores Bizan.
Una nueva etapa que afronta con cierta incertidumbre. "No sé las trabas con las que me toparé, pero soy pionera en muchas cosas. Soy mucho de abrir latas, y me enorgullece iniciar el camino, aunque al principio pueda ser duro, para que quienes vengan detrás lo tengan algo más fácil", razona.
Pura fuerza de voluntad que compagina con su pasión por la escritura (en 2015 publicó el libro de poemas ilustrados 'Noe & Titxu, La ilusión de ser grandes'), la música, la pintura y el voluntariado. Y, por supuesto, disfrutar de su familia y amistades. "Soy muy familiar y disfruto de cuidarnos mutuamente, porque es lo que más nos nutre a las personas", recalca. Porque, como le enseñó su abuela desde muy pequeña, "la vida está para vivirla".
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