Oihana y Joel: los mejores PIR de Álava para nutrir la salud mental
En las pruebas PIR de 2025, Oihana Aguirreurreta ha quedado en el puesto 27, y Joel de Francisco en el 73
La radiografía de la salud mental en Álava no es halagüeña: faltan psicólogos, la demanda sigue al alza y las listas de espera se disparan, tanto en la sanidad pública como la privada. Por eso toda adición es bienvenida, para nutrirla y dar la mejor atención posible a las personas.
Y ese es el objetivo de Oihana y Joel, las dos mejores notas de Álava en el examen PIR (Psicólogo Interno Residente) que realizaron el pasado 25 de enero. Una prueba que ofrecía unas 250 plazas y a la que se presentaron casi 3.200 personas.
Que, además, esta vez cambió su 'modus operandi' tradicional, con un temario muy poco habitual en los últimos años, y que descolocó a buena parte de los aspirantes.
El puesto 27 de Oihana
Oihana Aguirreurreta Galarraga fue una de ellas: "La primera mitad fue una locura, preguntas muy raras, no se sabía de qué manuales estaban sacadas, mal formuladas, ambiguas. Aunque controlases el temario y supieras las respuestas, no estaba claro qué preguntaban. Lo daba por perdido totalmente".
Pero no lo hizo tan mal. En absoluto. Porque esta vitoriana de 24 años ha quedado en el puesto 27. Lo que le facilitará cumplir su objetivo de quedarse en Vitoria-Gasteiz para desarrollar la residencia de Psicología Clínica.
"En un hospital puedes ver casos más graves y variados"
"No tenemos una especialidad, se rota. Me gustan mucho los temas de infanto juvenil y TCA. Pero desconozco bastante cómo se trabaja. Por eso, me gustaría ver cómo funciona cada unidad y, luego, depende de esos 4 años, ya decidir", confía.
Aunque es cierto que algo de experiencia no le falta. Las prácticas de la carrera (en el campus donostiarra de la UPV/EHU) las hizo en el HUA Santiago. Precisamente, en la unidad de salud infanto juvenil. "Me gustó mucho la experiencia, aprendí un montón y me vi trabajando ahí", recuerda. Fue entonces cuando decidió que le gustaría dedicarse a la Clínica.
Un futuro hospitalario
Un paso más en una profesión por la que se decantó del todo tras la Selectividad. "Me llamaba lo que se estudia y las posibles salidas. Te hace reflexionar y aprender mucho, al poder conocer la manera de ver el mundo de otras personas".
Al graduarse, tenía claro que su futuro estaba en un hospital, porque "puedes ver casos más graves y variados que en una consulta privada". El PIR le gustaba por esa formación "amplia" de 4 años. El conocer desde las unidades de día a los ingresos, las consultas, las áreas de TCA y de adicciones...
Una oportunidad que no quería perder. Y para la que se formó a conciencia. A través de clases online vía academia, donde machacaban la parte teórica y los manuales con el contenido más importante. Porque el temario del PIR "es abierto, pueden preguntarte cualquier cosa publicada en el ámbito de la psicología", advierte.
"Estar en el sofá sin hacer nada se siente como vacaciones en Ibiza"
No faltaron las largas sesiones de estudio por su cuenta. Primero, de 6-7 horas y, a medida que se acercaba la fecha, subió a "9-10 horas diarias". Una amiga de Vitoria, que también se presentaba, "hacía más amenos" los encierros en la biblioteca. Esfuerzo que ha dado sus frutos al segundo intento.
El resultado, bien ha valido una escapada rápida a Londres, donde disfrutar "sin pensar en los libros". Aunque tras tantos meses de hincar codos, para Oihana, hasta "tener tiempo para estar en el sofá sin hacer nada se siente como unas vacaciones en Ibiza".
La última intentona de Joel
Menos descanso ha tenido Joel de Francisco Collado. Con 28 años, su trabajo en el centro Ediren de Vitoria le reclamaba. Como lo ha hecho buena parte de los tres años y medio que lleva preparando el PIR. Esta era la cuarta vez que se presentaba, y la última.
Quizá por eso se lo tomó con otra filosofía. Ha disfrutado de más conciertos y salidas de fiesta que en otras ocasiones. "Me liberó mucho. Había perdido un poco las ganas y pensaba, si lo saco, bien y, si no, tendré más tiempo libre", asumía. Porque los ratos que no trabajaba, aprovechaba para estudiar y repasar todo lo posible.
Lo hacía de forma autodidacta. "El primer año me preparé con academia", pero no quedó convencido. Y recurrió a Anki, un software que, vía tarjetas, usa la técnica de repetición espaciada, lo que aumenta la tasa de memorización. "Es muy útil, pero hay que saber utilizarlo", advierte.
Así, cada hueco que tenía en el trabajo, al salir o de camino a cualquier sitio, Joel cogía el móvil, la tablet o el ordenador y a repasar. "En dos horas, igual hacía lo que otras personas en 4", recalca, dispuesto a enseñar, en su canal de Youtube, cómo funciona el programa.
Del desánimo al puesto 73
La tensión y los nervios propios de estas pruebas le pasaron factura. "Por primera vez salí del examen llorando. Pensaba que no había servido para nada. Era el más difícil de los últimos 7-8 años. Luego vi que era general, todo el mundo decía que muy mal", confiesa. Cómo sería la cosa que "han bajado la media 30 puntos, es una salvajada".
"Vi que el trabajo podía ser algo honesto y bonito, donde ayudar a la gente"
Cuando salió la nota, no quería ni mirar. Fue un amigo, vía WhatsApp, quien le dio la buena noticia: ¡había quedado en el puesto 73! "Aún no me lo creo mucho", admite con cierta timidez. Y esperanza de cumplir su sueño.
El de volver a Bizkaia, a un proyecto en euskera, donde "hay mucho profesional y gente con la que me he formado", para dedicarse al trastorno mental grave y los grupos familiares. "Hay mucho trabajo por delante y es bonito ver el cambio social que se está haciendo", señala.
El hospital donde recuperó la ilusión
Su referente es José Luis López Atienza, responsable del Hospital de Día en Uribe. Allí Joel hizo las prácticas de su Máster General Sanitario y recuperó la ilusión por ser psicólogo.
La que había perdido durante la carrera, a su juicio, "muy orientada al mundo academicista y la teoría, y poco a la práctica". También en sus inicios en el mundo laboral: "Parecía que solo había prácticas en lo social o recursos humanos de alguna empresa. Estaba un poco desencantado".
Hizo el Máster "por no morirme de hambre" y su llegada a Uribe-Kosta fue providencial. El centro "es un referente en la terapia grupal desde hace 40 años. Vi que el trabajo podía ser algo honesto y bonito, donde ayudar a la gente. Has invertido 5 años de tu vida en algo y te encuentras con profesionales que te inspiran. Resultó motivador", agradece.
Como también lo hace con sus padres y pareja, porque sin su apoyo "incondicional, no lo habría conseguido".
¿Por qué vamos más al psicólogo?
Ahora, tanto Joel como Oihana están deseando iniciar su nueva etapa. Son conscientes de que su profesión es más necesaria que nunca. "Estamos en un momento de efervescencia. Hay muchísima demanda infantil y juvenil. Y también de pacientes muy mayores", constata él. Es su día a día laboral.
Lo achacan a varios motivos. "Dentro de los países europeos, venimos de una menor tradición psicoterapéutica. Con el franquismo se estancó", repasa Joel. "Poco a poco, se va normalizando el ir al psicólogo", añade Oihana. Se rompen tabúes.
Pero también "van aumentado" los casos de ansiedad, depresión, TCA... "La pandemia, las crisis económicas, las guerras" no ayudan a la salud mental, apunta Joel. A ello se suma el que "somos la primera generación con tiempo para preocuparnos de sí mismos. No como nuestros abuelos y padres, que solo lo tenían para trabajar".
Aun así, Oihana advierte de que "seguimos considerando los problemas de salud mental como algo secundario, pero causan tanto deterioro como los físicos. Si no los atendemos desde el inicio, se cronifican y causan gran incapacidad".
Una buena atención que considera importante ofrecer desde el sistema público, pese a que "no lo tiene nada fácil". La clave está en "ir incorporando más profesionales". Y que haya suficientes, no solo para atender a los pacientes, "también para formar" a quienes vienen por detrás, resalta Joel. De esa forma, la salud mental alcanzará un estado (de salud, valga la redundancia) óptimo.
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