Olgui, la ferretera de Arana, se despide de "su gente" tras 51 años en Guinea

30 diciembre, 2022

Arana homenajeó a Olga Guinea, que regenta desde los 14 años la Ferretería Guinea de la Calle Andalucía y que cerró 51 años después el 28 de diciembre

Olga Guinea es el alma del barrio-pueblo de Arana. Con 14 años se puso al frente de Ferretería Guinea en la Calle Andalucía, y el pasado 28 de diciembre bajo la persiana 51 años después. Una vida entera dedicada al barrio en un negocio histórico, que abrió casi antes de que llegasen los primeros vecinos a la Calle Andalucía.

Olga Guinea ("en el barrio soy Olgui") nos atendió el pasado mes de junio, mientras atendía a "su gente". En aquella entrevista de junio ya avanzaba cómo iba a ser su despedida: "Quiero cerrar el 31 de diciembre. Y quiero hacer una juerga... con trikitixas y los jóvenes del barrio. Yo tengo que despedirme a lo grande. ¡Pero de la tienda, no del barrio! Yo del barrio no me muevo. Es mi barrio".

Y sí, se despidió a lo grande este 28 de diciembre. La Calle Andalucía atrajo a su grupo de Swing, al de baile de Bizan Arana, trikitixas, txistularis... "Y mucha gente no vino porque creyó que era una inocentada", bromea Olgui. Aquí podéis ver el mensaje que Olgui dedicó a su gente.

olgui ferreteria arana

Entrevista publicada en junio

"Si tú a la gente le das cariño, ese cariño rebota", explica Olgui. Esta comerciante llama a cada cliente por su nombre y se mueve entre las baldas y estanterías con rapidez: "Yo lo encuentro todo". Y es que, al entrar, parece que cunde un cierto desorden, pero no: "Yo sé donde está todo si tú me preguntas. Aquí hay un poquito de cada cosa".

Porque Olga compara orgullosa su Ferretería con 'el Estanco de la Marrana', "en el que encontrabas patatas, medias y farias". "Hay gente que utiliza ese término en tono despectivo, pero a mí no me lo parece". Ferretería Guinea es la tienda de Olga porque es ella la que ha gestionado el negocio durante estos 50 años. Su marido, eso sí, le acompañaba a ferias o le ayudaba a encontrar esos productos más complejos.

"Esto es la tienda del pueblo, tenemos desde orinales a todo lo que te puedas imaginar, y también algo que no". A lo largo de su vida ha vendido de todo, "salvo orinales a pedales", bromea. Por supuesto tiene herramientas, decoración y manualidades, pero también ha vendido "juguetes, luces de Navidad, orinales..." Y, cuando llegaba el otoño, es el turno de los tarros para embotar. Incluso viajaban a las lonjas de pescado para traer bonito para varias familias del barrio.

Los inicios de Ferretería Guinea

En 1969, cuando Neil Armstrong puso un pie en la Luna, el padre de Olga abrió el bar Apolo XI en la Calle Extremadura (hoy Pura Vida). Entonces Olga tenía 12 años y su padre, que fue el último habitante de Ribera de Valderejo, reagrupó de nuevo a su familia, hasta entonces dispersa entre Bilbao y Valdegobia.

"El bar era durísimo, se trabajaba muchísimo. También hicimos mucho dinero, pero aquello era agotador", confiesa Olga. Para salir de la hostelería la familia Guinea compró el local que, desde el 72, acoge Ferretería Guinea. Abrió el 20 de mayo: el tío de Olga escribió tras el espejo del baño aquella fecha, que aún hoy se conserva y Olga muestra orgullosa. "Yo abrí la ferretería cuando no vivían aún la mayoría de los vecinos. Yo les vendí las lámparas, los accesorios para el baño... todo".

ferreteria guinea vitoria andalucia

Olga, con el espejo del baño que recoge la inscripción del día de su apertura

En 1973 el padre de Olga tuvo un accidente, se quedó cojo y desde entonces ella asumió el negocio. "Yo me quedé en la ferretería y aquí sigo. Ya entonces yo manejaba todo en la tienda: el dinero, los pedidos... Iba a ferias y me miraban como las vacas al tren". Una mujer tan joven en los 70 gestionando un negocio: "Yo venía bien formada y bien enseñada, y con el apoyo de mi padre". Olga bromea al recordar los 100 kilos que, durante muchos años, llevó consigo, y que redujo al adaptarse a una dieta especial que en realidad era para que su hijo ganase peso: "Le pusieron una dieta especial, empecé a comer con él, él empezó a engordar y yo empecé a adelgazar".

Con 14-15 años Olgui trabajaba por la mañana y estudiaba por la noche: "En la época de 'Patxi', para poder cotizar de los 14 a 16 nos obligaban a estudiar nocturno para obtener el certificado de Estudios Primarios. Estudiaba por las noches en el colegio de la Esquina de Beato con Ramiro de Maeztu". En su día se conocía como 'Las Escuelas de Ali' y hoy acoge los colegios Santa María y Landazuri.

De todo para su gente

"Íbamos a ferias de ferretería, regalo, moldura y manualidades. Y yo todos los años iba a prepararme a cursos de manualidades... Antes yo destinaba todo el dinero que sacaba a cursos y a ferias. Pensaba en reinvertirlo".

En aquellas décadas del siglo XX los almacenistas (como Larrinaga, El Candado o Retana) surtían a las pequeñas ferreterías de barrio. "Incluso tenían al chico de los recados. Había mucha complicidad entre las tiendas del sector. Y entonces se compraba todo en la ciudad".

"Una vez compré a un viajante una paella de metro y medio"

Entre las compras más extrañas, Olga recuerda una paella de metro y medio que apenas entraba por la puerta y compró a un viajante: "Cuando vi la paella entrar por la puerta, por poco me muero, pero como soy de Bilbao me lo traía todo. He hecho auténticas burradas con los pedidos", recuerda.

Y de las ventas más curiosas Olgui recuerda unos geranios de plástico que vendió a un hombre que iba camino de la Clínica Arana a visitar a su mujer: "Me preguntó si tenía colonia junto a los geranios. Yo pensé entonces que era cutre regalar unos geranios de plástico, pero al menos ese señor tuvo el detalle de llevárselos a su mujer".

Hoy en día gran parte de Ferretería Guinea está dedicada a las manualidades. Y hay múltiples objetos de decoración, aunque todo necesita el visto bueno de Olga: "Nunca venderé algo que a mí no me guste. Si tú me lo pides, te lo voy a vender, pero te diré que no te lo compres porque no me gusta".

Arana homenajeó en sus últimas fiestas a Olgui. Su tienda cerrará el 31 de diciembre como muy tarde (depende de la Seguridad Social), aunque ella deja claro que no se irá del barrio tras el cierre.

ferreteria guinea en arana

Olga ha puesto a la venta el local, pero no ve futuro a que alguien siga gestionando Guinea: "Esto es la ferretería de Olga. Vendo el local, y si alguien quiere la licencia, se da. Podría vender la burra y decir que esto da dinero, pero me parecería muy triste que alguien lo cogiese y perdiese sus ahorros".

  • ¿Qué vas a hacer con tu tiempo cuando cierres la ferretería? ¿Lo has pensado ya?

"Ni que pensarlo tengo. Quiero hacer batucada. Quiero hacer submarinismo. Quiero bailar country y baile de salón. Quiero visitar a mi hija que vive en Tenerife. Quiero meterme en la asociación de vecinos para intentar ayudar al barrio. Y en el centro de mayores que está a la vuelta de la esquina. Quiero, quiero, quiero... ¿tú crees que me va a sobrar tiempo?".

olga ferreteria guinea arana

Olga, con el ramo que recibió en las Fiestas de Arana y la dedicatoria del barrio a ella y a Unai

Las Manualidades

Ferretería Guinea es también la tienda para manualidades de Arana y otros barrios vecinos. Esta afición de Olga surgió casi por casualidad. "Mi hermana pequeña tuvo un accidente y no quería salir de casa. Así que la apunté a unos cursos de manualidades en Aberasturi. Mi hermana pasó de las manualidades, pero empezó a salir de casa".

Olga, sin embargo, se enamoró de las manualidades, y ahí descubrió un nuevo negocio: "Entonces la única tienda de manualidades era Cosmos, que daba unos sopapos de pa' qué". Olga iba a ferias y a cursos, y abrió aún más los límites del negocio. "Vendo de todo en manualidades", y también cuenta con un taller propio de enmarcación. Guinea tuvo una segunda tienda en la misma calle, dedicada precisamente a estos objetos y a figuras de decoración, que cerró por la pandemia.

Por cierto: "No tenemos relación con la juguetería. Tenemos el mismo apellido, pero no somos familia". En la misma calle llegó a haber un tercer negocio de otro 'Ortiz de Guinea'. Olga, por cierto, lamenta que su apellido sea únicamente Guinea porque "algún vago se dejó el 'Ortiz de' por el camino", en generaciones anteriores a la suya. Algo muy habitual en muchas familias alavesas.

Arana: "El pueblo y mi gente"

"Me da mucha pena irme, por mi gente, por la familia". En cada respuesta a la entrevista Olgui muestra su amor al barrio. Un barrio que para ella es como un pueblo: "Es que los barrios son pueblos. Erreka Abetxuko, Arana... son pueblos. Y es un pueblo porque a un mismo barrio de Vitoria venían familias enteras procedentes de otros pueblos. En una misma calle vivían cinco viviendas de distintas familias. Aquí han vivido padres e hijos. Y luego los hijos han venido a vivir al piso de la abuela".

"Estamos ya en la tercera generación". Muchos de los que compraron en los 70 venían de otras provincias, pero otros muchos eran pisos para que los hijos de pueblos cercanos viniesen a Vitoria a estudiar, explica Olga.

Ahora, en el siglo XXI, también se nota en Arana la diversidad cultural, con la llegada de la inmigración internacional. Aquí Olga sí nota una mentalidad distinta en los inmigrantes: "Es gente muy amable, pero no compra en el barrio porque tienen otro estilo de vida", apunta. Una situación muy distinta a la de los 70 y 80: "Hubo un tiempo en el que todos los locales estaban ocupados. La gente no salía del barrio, compraba en el barrio".

"Pensé rebautizar la tienda como 'La Olvido o La Falta'"

Hoy esas compras de barrio son cada vez menos: "Yo pensé hace 10 años cambiar el nombre de la tienda, y ponerle 'La Olvido o La Falta'".  Un nombre con una cierta pulla: "La gente viene y dice 'No encuentro tal cosa en Vitoria', o 'He ido al Leroy y se me ha olvidado X'. Para eso nos utilizan ahora a las tiendas pequeñas". Y lamenta algunas de las excusas: "Algunas personas dicen: 'Jo, es que me pillas tan a desmano...' y luego te dicen que estuvieron el sábado pasado en Ikea".

La Calle Andalucía va perdiendo vida, y Extremadura concentra ahora gran parte de la vida social, hostelera y comercial de Arana. Su vecino de enfrente, el carnicero, acaba de mudarse de Andalucía a Extremadura: "Le va muchísimo mejor. Aquella es una calle de paso y aquí tienes que venir". Olga también denuncia la intransigencia de Policía Local que prohibía a 'su gente' parar un momento en carga y descarga para recoger tarros u otras compras.

Robos

Ferretería Guinea también ha sufrido robos. De hecho, sus estanterías están tan juntas precisamente para evitar paseos no deseados por las baldas. Y lamenta cada robo que ha tenido: "No me preocupa qué se han llevado, porque no ha sido nada de valor. Me importa que se han metido en mis cosas, en mi intimidad. Eso no lo soporto".

Olga ha pasado muchas horas en la Ferretería. También algunas noches de Reyes, pero nunca más de lo necesario. "Una vez entraron a robar y esperé a los municipales en la tienda. Pero a las tres me helaba de frío y me marché a casa con la Ferretería abierta".

Olga insiste, pese a todo, en que Arana es un barrio muy tranquilo. Y lamenta que casi siempre se hable del barrio para noticias negativas: "Arana no existe, somos un pueblo dentro de una ciudad, pero no se nos valora".

Arana despidió a Olgui esta semana en una fiesta por todo lo alto. En junio aún seguía encargando cosas para sus clientes. Pinturas, sartenes, un tendedero y bombillas copaban la última remesa. "No sé cuándo voy a hacer el último pedido. Me tengo que mentalizar que desde el 6 de julio no compro nada más", aseguraba en junio. Olga recuerda además que su mayor tiempo cerrado fue cuando se casó. Ni siquiera cuando dio a luz se cogió la baja, y crio a sus hijos en la tienda.