Tres jóvenes vitorianos crean una ONG para ayudar en Uganda

13 junio, 2017

Dos de ellos viajarán en julio al país africano, donde planean implantar en las zonas rurales sistemas de financiación alternativos a los bancos

grupo de ahorro

Reunión semanal de uno de los grupos de ahorro (foto de Javi Eguiara)

Javi Eguiara, Estitxu Torres y Erik Puente son tres jóvenes vitorianos de 24 años que se han embarcado en un proyecto ilusionante para contribuir a mejorar la calidad de vida en Uganda a través de su propia ONG. "Hace unas dos semanas envíamos los estatutos firmados al registro de asociaciones y nos dijeron que antes de tres meses nos darían una respuesta". Por eso, "nuestros planes están todavía en una etapa inicial", recalca Javi.

La organización se llamará Crane (grulla en inglés) Spirit y el grueso de su trabajo se centrará en las comunidades rurales del distrito de Mbale, al este de la nación africana. El nombre de la ONG hace referencia a la grulla coronada, que es el pájaro nacional de Uganda y, además, está representado en el centro de la bandera de este país.

El primer proyecto de la entidad pretende crear en las zonas rurales un sistema de financiación y ahorro alternativo a los convencionales. "Los habitantes de los poblados deben desplazarse a la ciudad para pedir un préstamo. A este incoveniente se suma que los tipos de interés aplicados por los bancos son muy altos".

En muchas ocasiones, los bancos les deniegan los préstamos porque la cantidad de dinero solicitada no llega al mínimo

Y, "en muchas ocasiones, la cantidad de dinero que necesitan no llega al mínimo establecido por el banco para conceder un préstamo. Son gente sencilla que al cambio viven con céntimos de euro al día y solicitan financiación para poder afrontar las tasas escolares de sus hijos, invertir en la compra de semillas o una cabra que les de leche".

Por eso, Javi y Erik viajarán el próximo mes al este de Uganda para implantar un método que permita a estas personas autogestionar de forma segura sus ahorros mediante un fondo común. “Empezaremos con uno o dos poblados y, cuando la ONG esté consolidada y si la experiencia sale bien, trasladaremos la idea a otras localidades rurales”.

Para cada grupo de 25 ó 30 individuos, en su mayoría mujeres “porque suelen involucrarse más en este tipo de proyectos”, planean asignar cuadernos de cuentas. Y una caja donde cada miembro deposita todas las semanas una cifra previamente acordada por el grupo.

Javi ha estudiado ADE y se fue medio año a Uganda para hacer las prácticas en una ONG, donde participó en este tipo de proyectos

Un sello en el cuaderno de cuentas deja constancia de su aportación, que suele fijarse en 1.000 chelines ugandeses (20 céntimos de euro). “Se establece un mínimo de un sello por persona y un máximo de cinco a lo largo de la semana. De esta manera, llevan un control de cuánto ha puesto cada uno”, detalla Javi.

campo de refugiados Bidi Bidi

Punto de recogida de refugiados para su traslado al asentamiento de Bidi Bidi (foto de Javi Eguiara)

Y una vez al mes y si el grupo lo acepta, quienes lo necesitan cogen préstamos de esa caja común que luego devuelven con un pequeño interés. Así, “crecen un poco sus ahorros al finalizar el año porque no han tenido que recurrir a los bancos”.

Javi, que ha estudiado Administración y Dirección de Empresas, ya tiene experiencia en el desarrollo de sistemas de financiación alternativos en Uganda. “Mientras cursaba el grado me di cuenta de que prefiero trabajar en la cooperación y no en bancos ni consultorías".

"Así que me fui medio año a este país en 2016 para realizar las prácticas obligatorias en una ONG donde participé en este tipo de proyectos. Se trata de un método que ya funciona en varios países del este de África". Su estancia en Uganda le ha permitido hacer buenos contactos que facilitarán la labor altruista de la organización vitoriana sobre el terreno. "Nunca me vería capaz de hacer esto en un país que aún no conozco".

  • Campo de refugiados

Recientemente, estuvo otra vez en Uganda durante dos meses y visitó Bidi Bidi, que a principios de abril se convirtió en el campo de refugiados más grande del mundo. Este asentamiento situado al norte del país acoge al menos a 270.000 personas que han huido de la guerra civil desatada en Sudán del Sur a finales de 2013. "El 80% son mujeres y niños. Los hombres estarán luchando o habrán muerto".

En un futuro, intentarán llevar al asentamiento de refugiados de Bidi Bidi, al norte de Uganda, materiales de primera necesidad y balones de fútbol para los niños

En un futuro, intentarán llevar a los refugiados "sobre todo materiales de primera necesidad". Como mosquiteras, que contribuyen a evitar la transmisión de enfermedades por la picadura de insectos o equipos potabilizadores de agua. Pero también balones de fútbol "para que los niños tengan, en la medida de lo posible, una infancia de verdad".

"Hasta que no ves el campamento de Bidi Bidi, no te haces una idea de su inmesidad. No está vallado ni separado físicamente del resto de Uganda. Hay mucha aglomeración de gente pero no están todos apretujados como ocurre en otros asentamientos de refugiados". El campo se divide en cinco áreas y, en tres días, "sólo pude visitar rápidamente las zonas uno y dos. El todoterreno tardaba unos 45 minutos en cubrir la distancia entre ambas".

"Por los testimonios que recogí, parece que el conflicto en Sudán del Sur se ha agravado. Una mujer me contó que los soldados habían empezado a quemar vivos a quienes huían de las ciudades, donde se concentran los combates, para esconderse en los pueblos", recuerda Javi.