La Pastelería Amaya cierra tras 58 años endulzando Vitoria

19 febrero, 2015

El obrador se despedirá con la elaboración de roscones para sus clientes

La Pastelería Amaya echará el cierre el próximo domingo 1 de marzo, tras 58 años atendiendo a sus clientes en el centro de la ciudad. El local ubicado en la Calle San Francisco echa la persiana tras no encontrar un sucesor de garantías.

Pastelería Amaya es un negocio familiar, al que Javier, Jose Mari, Mari Luz, Mari Carmen y Luisa han dedicado el cariño de su vida. Es una de las pocas pastelerías artesanas que aún quedan en Vitoria. Nació hace 58 años, y desde hace que tenía 13 años Jose Mari trabaja en el obrador, levantándose entre las 4 y las 6 de la mañana.

Ahora, con 66, ansía ya la jubilación que llegará a partir del 1 de marzo. Mientras tanto sigue junto a su cuñado Javi elaborando bollería, hojaldres, trufas, tartas o bombones. Sus clientes son fieles, y ya han mostrado su tristeza ante el inminente cierre: "Nos han llegado a decir que somos Patrimonio de la Humanidad", asegura. Aunque la mayoría de la clientela es mayor, también cuentan con jóvenes que, de forma habitual, se acercan al local para darse un homenaje dulce. Las Cristinas de Crema o Nata son sus principales reclamos a diario, así como las rocas de almendra y chocolate o sus galletas de nata.

Mascaras y AndresitoAndresito

Desde hace tres años esta es su única tienda, tras el cierre de la de la Plaza de la Provincia. Pero es un local que, además, tiene misterio. En los años 80 y 90 el fantasma Andresito también visitó el local. Y es que la trasera de la Pastelería da a los restos del Convento de San Francisco, donde se ha dicho que habitaba el fantasma. La pastelería fue protagonista de programas de Jiménez del Oso y de Iker Jiménez. Y Jose Mari decidió dar vida dulce a Andresito. En varias épocas del año el fantasma cobra forma de galleta, junto con sus famosas Máscaras de Carnaval.

El obrador también elabora a diario pastas de te, bollería y las cristinas de nata. Productos que mantienen su clientela fiel en pleno centro, resistiendo a la bollería industrial. Al contrario que en las cadenas y pastelerías insdustriales, en Amaya no hay precocinados ni congelados. Todos los productos se elaboran a diario, con el esfuerzo que esto supone.

El roscón es el Rey

El día de Reyes es, en cualquier caso, su día más fuerte. Una jornada en la que preparan cientos de roscones de reyes. Los días 4, 5 y 6 el trabajo es muy intenso en el obrador, con personal extra para poder sacar todos los encargos.

Precisamente, para despedirse de la clientela, el próximo fin de semana realizarán decenas de roscos. Será el último regalo de despedida hacia unos clientes que ya han amenazado incluso con convocar una manifestación para evitar el cierre de la Pastelería Amaya.