El carnero convive con perros como si fuese uno más, ha sido modelo de una cadena de ropa y tiene un cuadro de Karen Warner
Pocos vitorianos menores de edad habrán visto alguna vez una oveja más allá de las exposiciones rurales que se organizan en fechas como Santiago. Los rebaños de ovejas, igual que las gallinas y otros animales rurales, van desapareciendo poco a poco, en la decadencia progresiva de la vida rural.
En Jokano, sin embargo, un carnero se ha convertido en la mascota de una familia y, por extensión, de todo el pueblo. Pitxín, que tiene ya un año y medio, llegó al que es su hogar la primavera de 2014, cuando era un cordero lechal, y convive junto a sus dueños (una famlia con un pequeño de un año) y varios perros.
En realidad él se ha convertido en un perro más, y juega con la manada de forma habitual. Aunque sigue teniendo el sentimiento de rebaño también ha desarrollado, o al menos lo intenta, el sentido del olfato, olisqueando igual que hacen los perros.
El carnero se ha convertido incluso en modelo para una campaña de una firma de ropa, y la artista Karen Warner, que recientemente ha dirigido el mural de Zaramaga, le ha dedicado un cuadro. Son muchos entre los amigos y vecinos los que han acudido a conocerlo, aún a riesgo de ser mochados.
Aunque se ha adaptado a la vida en familia, sus instintos siguen activos, y ha protagonizado algunas persecuciones con vecinos del pueblo, a los que impedía salir de casa por el riesgo a sufrir un cabezazo del carnero. También fue el culpable de la ‘desaparición’ de las flores de algún vecino.
El carnero nació hace poco más de un año en una granja de Kuartango. Un corral en el que se criaban corderos para musulmanes, que debían posteriormente sacrificar bajo el rito Halal. El carácter sociable sorprendió al dueño, que veía a Pitxín como un futuro semental y decidió cederlo temporalmente a una familia del pueblo. Desde el principio el cordero se adaptó a la familia y a los animales que ya tenían.
Hoy ya el carnero tiene su hueco en esta vivienda en la que, como parece lógico, ya no se come oveja ni cordero. Lo que sí se aprovecha es su ‘pelo’: tras ser esquilado a tijera por uno de los pocos esquiladores que existen aún en Álava han cedido a una vecina la lana.
Entre su galería de fotos destaca también su visita al veterinario en el Barrio de San Martín, con el carnero paseando como si fuera un perro.
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