Plaza de los Fueros: ¿símbolo de la ciudad o socavón poco funcional?

5 noviembre, 2017

El debate en torno al diseño de esta plaza ha existido desde su construcción en 1975

En 1975, no sin polémica, se derribó el antiguo edificio de la Plaza de Abastos de la ciudad. Había sido levantado sin el apoyo de los comerciantes, que defendían un modelo tradicional de venta en pequeños establecimientos. Pero con el tiempo se convirtió en un edifico icónico dentro del Ensanche vitoriano. Fueron muchos los que se opusieron a tal derribo, aunque no sirvió de nada.

Tras la demolición surgió un espacio de geometría triangular en pleno centro de Vitoria, un nodo en el que convergen importantes calles, lo que le confiere un valor y atractivo incalculable para todo arquitecto.

Luis Peña Ganchegui recibió el encargo, por parte de la Diputación Foral de Álava, de "elevar un monumento conmemorativo de los Fueros" por el centenario de su abolición con la Ley del 21 de Julio de 1876.

El espacio emulaba la plataforma de los templos griegos junto a símbolos populares de la tradición vasca

Peña Ganchegui optó por una plaza en granito rosa porriño con dos niveles. El arquitecto explicó esta diferencia de cota para compararlo con un "crepidoma",  la plataforma escalonada construida en piedra sobre la que se disponen los templos griegos.

Escultura de Chillida en el foso de la Plaza de los Fueros

Escultura de Chillida en el foso de la Plaza de los Fueros

La obra se acompaña de varios símbolos populares que encontramos en la antropología vasca: "El roble que protege las sabias leyes ancestrales; la escultura de Chillida, como recuperación del hacer de los canteros, herreros y trabajadores del País Vasco; el mástil con el emblema Foral; los juegos populares (arrastre y levantamiento de piedras, frontón, bola-toki...)".

El diseño de la obra no tuvo una buena acogida en la sociedad vitoriana. Comerciantes y ciudadanos presionaron para que se modificaran algunos aspectos de la idea original de Peña Ganchegi. Este arquitecto había proyectado ya varios espacios públicos con notable éxito, como el Peine del Viento o la plaza de la Trinidad, ambas en San Sebastián. En los dos casos optó por una idea similar a la de la Plaza de los Fueros: empleaba el mismo material y creó graderíos y espacios a diferentes niveles.

Aspecto de la plaza en 1993 (Fuente: Museo Artium)

La polémica aumentó con el paso de los años, ya que se sucedieron los accidentes, especialmente en la zona del foso que alberga la escultura de Chillida. El consistorio vitoriano intentó solucionar el problema, cubriendo, en el año 1985, el vacío con una tarima de madera.

En 1993 se decide reabrir el espacio, llevando a cabo un recrecido de 1,40 metros en los muros perimetrales y cerrando con una verja el acceso a la escultura. Además se abrió un balcón que no gustó nada al artista. Hace menos de una década se llevó a cabo la última reforma, con la colocación además de un roble que se retira todos los veranos.

Bolera de la Plaza de los Fueros

Bolera de la Plaza de los Fueros, bajo la Calle Postas

Hoy siguen siendo muchos los detractores de la obra. ¿Qué sucede con la Plaza de los Fueros, en contraposición con sus homólogas, La Plaza de la Trinidad y la Plaza de Peine del Viento, muy elogiadas por arquitectos y ciudadanos?

Los ejemplos donostiarras son dos modelos de espacios públicos de borde; están delimitadas por distintos accidentes geográficos: las murallas de la ciudad, el monte Igeldo o el propio océano. Por ello no son un lugar de paso, sino el final de un camino, un lugar al que llegas para quedarte, no para atravesar.

Esto posibilita y favorece la ejecución de graderíos, de depresiones y de cambios de cota: no entorpecen ni dificultan el tránsito.

Los paseantes tan sólo utilizan el centro de la plaza cuando se celebra algún acontecimiento concreto

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La aparición de nuevos espacios hosteleros ha dado vida a la Plaza de los Fueros

La Plaza de los Fueros está, en cambio, entre distintos ejes peatonales: Correos -Desamparadas, Casco Viejo-Ensanche y Virgen Blanca-Plaza de Santa Bárbara. Trasladar a Vitoria el esquema donostiarra y generar una superficie a diferente cota entre estos tres ejes supone impedir la reunión y la afluencia de gente, que únicamente descienden en momentos en los que se desarrolla un acontecimiento concreto.

En segundo lugar, y pese a que, sin duda, la zona del frontón es uno de los espacios más utilizados, son abundantes las voces que critican su idoneidad en un espacio tan céntrico como es la Plaza de los Fueros.

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El graderío de la Calle Fueros es carente de todo uso

Por otro lado, supone una innegable barrera arquitectónica y visual, especialmente al circular por la calle Independencia, desde dónde únicamente se aprecia un inmenso paredón y un prominente graderío orientado tanto hacia la plaza como hacia la calle Fueros, éste último carente de todo uso ya que encara una fachada de un bloque de viviendas.

Pero también hay voces que defienden el diseño de esta plaza. No todos los espacios públicos tienen que estar diseñados con los mismos esquemas, y la Plaza de los Fueros rompe con esta tónica.

La propia Plaza de los Fueros es, en sí misma, una terraza a cielo abierto

La aparición de nuevos comercios hosteleros, el buen tiempo y la organización de actividades y eventos en la plaza, han impulsado en el último lustro el uso de este espacio, en el que muchas veces se pueden ver grupos de personas disfrutando de un refresco. En estos momentos la propia plaza constituye una gran terraza a cielo abierto.

El vértice más cercano a Correos tiene un diseño que no gusta a los vitorianos

Donde sí hay unanimidad es en el diseño del vértice más cercano a Correos: el foso, la altura de los muros circundantes y la escultura de Chillida, prácticamente escondida, no goza del favor popular.

El debate sigue abierto.