El Extitxu: el guardián de la poesía
Versos sin filtros y un micrófono transforman este bar en un refugio de la poesía
Llega la hora y el bar Extitxu guarda silencio. Todas las miradas se clavan en el micrófono, esperando que alguien, con su voz y sus versos, haga reír, llorar o pensar.
Aquí, en este pequeño refugio de la calle Pinto, las palabras encuentran su hogar cada primer martes de mes. Esto es Poetry Jam, un espacio sin filtros donde los participantes "dicen su mierda", asegura David de Sande, uno de sus organizadores.
La relación del Extitxu y la poesía viene de lejos gracias a su impulsador, Intxo Pérez de Arenaza. Hace 25 años este bar comenzó su idilio con los versos de la mano de Marina Cedro y Ricardo Urrutia, creadores de "Poetango". Con el tiempo aquellas noches de palabras dieron paso al Poetry Jam que conocemos hoy. Por este escenario han pasado grandes poetas. Personas que han dejado huella en cada estrofa.
"No se juzga a nadie"
Antes del comienzo de la sesión los abrazos y saludos delatan la complicidad. Extitxu se convierte en una familia numerosa cada vez que se organiza el Poetry Jam.
Y es que, como indica David de Sande, "aquí no se juzga a nadie". No hay poetas de renombre ni expertos en octosílabos, asonancias o sonetos. Solo voces que, como un libro abierto, cuentan sus inquietudes y problemas a través de la palabra: "Esto es desnudarse", asegura David.

Imagen de David en su recital durante el Poetry Jam
La diferencia entre compartir tus preocupaciones con un amigo y hacerlo en Poetry Jam es simple: aquí hay un micrófono. Un micrófono que ha escuchado de todo y de todas las formas. No hay reglas. Se puede leer, recitar de memoria, compartir versos propios o ajenos. No hay métrica ni composición.
"Hay que quitar los clichés relacionados con la poesía"
"Hay que quitar los clichés relacionados con la poesía", expone David. Porque la poesía no se limita a la que nos enseñaron en el colegio, a Machado o Lorca, cuya obra es imprescindible. Va más allá: es libre, rebelde, divertida, incluso erótica. "Hay que quitar el puritanismo", asegura.

Imagen de Ana recitando su poemario
Para Ana Osés, una de las asistentes habituales, este encuentro mensual se ha convertido en una cita necesaria: "No conocía este mundo y se ha convertido en algo especial".
Habla de su vida, del desamor, de lo que le quema por dentro. Lleva un año sin faltar a ninguna sesión. Como ella, una veintena de personas, también jóvenes, han hecho de este rincón su hogar.
¿Cómo es una sesión?
A las 20:00 los asistentes se empiezan a agrupar en torno al Extitxu. Las sillas y mesas ya están colocadas. Las velas arden en la barra y el micrófono ha pasado su inspección técnica. Todo está listo.
"No hay poetas buenos ni malos"
Entre los presentes, destaca una figura: Hipólito García, Bolo, el guía de la sesión quien lleva desde 2005 inmerso en el mundo de la palabra. Con una libreta en la mano anota los nombres de quienes desean subir al escenario. Él es quien ordena, presenta y recuerda que "no hay poetas buenos ni malos. Cada uno es un poeta sin fundamentalismos".

Imagen del poeta Bolo guiando la sesión en el bar Extitxu
Cuando Bolo sube al escenario, el bar contiene el aliento. El silencio se adueña del lugar. Los asistentes ocupan cada rincón: las sillas, la barra e incluso las escaleras que conducen al baño. El bar está a rebosar. Es la hora: comienza el Poetry Jam de abril.
Este mes tenemos la suerte de contar con Carla Róisín y Paola Andrea Castro, llegadas de Bilbao y Colombia, quienes presentan sus poemarios.
Después los participantes se suben al escenario entre aplausos. Mientras unos recitan, otros repasan sus textos con los nervios a flor de piel. Los versos hablan de todo: de un viaje a Cuenca, de la Guerra Civil, de un homenaje a un ser querido.

Imagen de Carla Róisín recitando su poemario llamado Travesía
También hay espacio para el humor con un 'monólogo' que hace estallar la sala a carcajadas. Algunos se atreven a cantar, otros rompen su poema tras recitarlo o montan un pequeño karaoke improvisado. El euskera también encuentra su lugar.
"A través de las palabras comemos"
Pero la creatividad no termina ahí. También se animan a crear una pequeña performance en el escenario. ¿Alguna vez habéis visto poesía escrita en una manzana? En Poetry Jam todo es posible. "A través de las palabras comemos", recitan. Y acto seguido muerden la manzana, comen la poesía literalmente.
¿Alguna vez habéis visto poesía escrita en una manzana?
Después de que los últimos versos se disipen en el aire, la energía de la sala cambia. El micrófono se guarda y el ambiente se vuelve más distendido. El jaleo y las conversaciones se apoderan del lugar. Ya no se trata de poesía, sino de una tertulia sin debates intelectuales ni discusiones profundas.
Aquí la palabra vive, respira y se transforma. Se comparte sin pretensiones, solo con el placer de la compañía y la oportunidad de disfrutar de un evento diferente y libre. Es un mundo que les va a sorprender. Eso os lo aseguro.
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