Todo lo que comprar en los 'vending': desde fabada al 'satisfayer'
Comida, bebida, juguetes eróticos, lentillas o gorros de baño están disponibles en los 'vending' de Vitoria
¿Quién no ha saciado su hambre de madrugada, tras una noche de fiesta, con un sandwich de camino a casa? Acompañado de un refresco y un bollo, supone todo un manjar a según qué horas o circunstancias. Durante mucho tiempo, fueron los productos típicos, y casi exclusivos, en los 'vending'.
Pero, en los últimos años, estas máquinas expendedoras han ampliado su oferta. Los tiempos avanzan. Y los 'vending' no iban a ser menos. ¿Que quieres comprar unas lentillas un domingo por la mañana? Puedes hacerlo. O una lata de atún sin pasar por el súper. Un mechero si has perdido el tuyo y no hay estancos a la vista. Incluso unas esposas y bolas chinas si surgen la necesidad y las ganas.
Imprevistos o caprichos, a menudo repentinos, que cubren estos pequeños puestos callejeros. Algunos, convertidos casi casi en mini supermercados. Un amplio surtido de productos que puedes comprar en la docena de establecimientos repartidos por Vitoria-Gasteiz a pie de calle. Y también en los que se encuentran en el interior de algunas instalaciones o que dependen de algunos comercios.
Hot dog y fabada
Su gama va desde comida y bebida a juguetes eróticos, auriculares, lentillas o gorros de baño. Solo hay que saber dónde buscar.
La alimentación es la que más abunda. No podía ser de otra forma. Pero también aquí los vending han ampliado horizontes. A los sandwiches refrigerados vegetales, de txaka o con embutido se han unido las hamburguesas, kebab, pizzas y hot dog. Todo ello para comer en caliente.
También bocadillos de tortilla, tostas, patatas bravas o gofres con chocolate. Es el caso de los 'vending' de Prado, Mateo Moraza o Dendaraba. En este último, la carta abarca fabada asturiana, atún, lasaña a la boloñesa o los fideos Yatekomo. Incluso puedes hacer palomitas y comerlas al momento.
Si de bebidas se trata, estos tres cuentan con una oferta algo más elaborada, con café (por 1 euro en alguno), té al limón o chocolate. Un sustento de camino al trabajo, entre compra y compra o para entrar en calor. “El problema es que la gente, al ver que es de máquina, ya piensa que es malo, pero qué va”, anima Gerard Rodríguez, responsable de Super Box 24 horas en Dendaraba.
Abierto en 2019, cuenta con 8 máquinas de 'vending', casi el doble de lo habitual, pensadas para cubrir las necesidades de un público variopinto. Pero siempre adulto.
“Hay 'vending' más cercanos a zonas escolares con refrescos y snacks en su mayoría”, explica. El suyo, en cambio, se enfoca en los trabajadores del propio Dendaraba, peatones de paso y clientes de la discoteca y pensiones cercanas. “Tenemos cosas que puedan solventar una necesidad, sobre todo cuando los demás establecimientos están cerrados. Es ahí cuando vendemos”, confirma.
Satisfayer y mecheros
Es el caso de algunos de los platos precocinados. También de los juguetes eróticos que llenan una de las máquinas. Con precios entre 3 y 25 euros. Vibradores de estilos diversos, lubricantes, cartas del Kamasutra, condones y satisfayer comparten escaparate con mecheros, papel de liar, boquillas, chicles y tampones.
No es el único, el placer vende. Y no solo en los sex shop, cada vez más abiertos al público vitoriano. También los 'vending' se han lanzado a este mercado. Con la ventaja de que aquí el cliente mantiene cierto anonimato. Basta con echar un vistazo a los de Polvorín Viejo, Reyes Católicos, Portal de Arriaga, Domingo Beltrán, Avenida Zabalgana, Avenida de la Ilustración o Serafín Ajuria.
En mayor o menor medida, todos cuentan con alguno de estos elementos. “La ley no prohíbe venderlos y la gente ya suele comprarlos”, asegura Rodríguez.
Sin embargo, los snack, bollería, chuches, bebidas energéticas, zumos, aguas y refrescos siguen acaparando el protagonismo en la mayoría de los anteriores. Copan tres de las cuatro máquinas que, por lo general, están operativas en estos 'vending', algunos de los cuales no ocultan su antigüedad. Pese a todo, la mayoría están bastante bien surtidos. Eso sí, en algunos más vale ir con el dinero justo, porque no todos dan cambios.
“Hay que reponer casi a diario. Cuando no falta una cosa es otra”, reconoce Rodríguez. En su caso, él contacta online con los distribuidores de los diferentes productos, hace el pedido y, cuando lo recibe, distribuye los productos. “Hay que estar muy pendiente de la fecha de caducidad, porque a veces nos mandan con poco margen y, como no sabes el plazo en el que se van a consumir…”, apunta.
Auriculares, gafas y gorros
Además de aperitivos, cafés y demás bebidas, la estación de autobuses cuenta, al igual que otros 'vending' a pie de calle, con mascarillas y gel. Pero, a diferencia de ellos, dispone de productos originales y no tan usuales.
En él encontrarás almohadillas para el cuello, auriculares, adaptadores universales, cables USB y baterías de móvil portátiles. Con precios que oscilan entre los 5 y los 29 euros, según la selección. Un surtido ideal para un viaje o para un apuro.
Lo mismo ocurre con los 'vending' repartidos por algunos centros cívicos, como el de Judimendi. Champú, gel de baño y kleenex te apañan en caso de que te olvides incluirlos en la bolsa de deporte.
Al igual que los gorros de nylon o de látex, disponibles por 1,40 o 1,20 euros, respectivamente, que no te dejarán varado sin nadar. Sin olvidar las máquinas de café también disponibles.
Toda una oportunidad a la que también se han sumado algunos negocios. Como la óptica de la calle Paz. En su 'vending', aledaño a la tienda, puedes comprar lentillas, gotas, limpiadores y gafas pregraduadas. Y Arlekin cuenta en la entrada con un dispensador donde adquirir la prensa diaria y dominical o algunas revistas.
'Vending' fallidos
Sin embargo, la venta a pie de calle, o más bien en la pared de la calle, no siempre es fácil. Por el camino han quedado algunos negocios que, en su día, fueron pioneros. Es el caso del supermercado automático 24 horas implantado en la calle Obispo Ballester.
Abierto en 2011, permitía a los clientes, a través de una pantalla táctil, hacer la compra de alimentación, aperitivos, embutidos, productos de higiene, parafarmacia y bazar. Un mecanismo robotizado llevaba, a través de una cinta transportadora, los productos hasta el cajón de salida. Allí el cliente los embolsaba y para casa.
Una suerte similar tuvo la cooperativa Arabaesnea, que durante cinco años mantuvo cinco máquinas expendedoras que llevaban la leche directamente desde el ganadero a la mesa. Pero en 2014 echaron el cierre.
Tampoco sigue operativo el 'vending' que Txicken Pol instaló en su local de Zabalgana. Ni el que la carnicería Hermanos Onecha colocó en un lateral de su negocio.
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