Profesoras vitorianas que trabajan en Irlanda: "Nos necesitan"

4 marzo, 2025

Ainhoa, Uxue, Irune y Maddi son cuatro jóvenes que trabajan como profesoras en escuelas infantiles de Irlanda

Coger un avión rumbo a Irlanda. Esa es la decisión que han tomado cuatro jóvenes vitorianas en busca de nuevas oportunidades laborales. Ainhoa, Uxue, Irune y Maddi, de 24 y 25 años, han dado un giro a sus vidas y trabajan como profesoras en colegios infantiles del país europeo.

La razón de su elección es clara: "Las condiciones económicas son mejores", explica Uxue. "Para empezar, nos daban un contrato de un año", algo que en Vitoria "era básicamente imposible", añade Irune.

También cambia la proporción entre profesores y alumnos. En el caso de Ainhoa, son tres profesoras para 22 niños mientras que en Euskadi la media en Educación Infantil oscila entre 18 y 25 alumnos por docente.

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La creciente demanda de docentes en Irlanda ha abierto una puerta que estas cuatro mujeres no han dudado en cruzar. Con ilusión han emprendido esta aventura profesional con la esperanza de crecer en su campo, aprender inglés y desarrollarse en otro sistema educativo.

Falta de profesores

Para cubrir las ratios Irlanda busca desesperadamente profesores, sobre todo en Educación Infantil. Esto se debe, según las vitorianas, a que los irlandeses no valoran este trabajo: "Lo menosprecian, nadie quiere hacerlo", señala Uxue. Prefieren dar clase a niños mayores, ya que consideran que la enseñanza infantil "es más física", añade Maddi.

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Maddi (derecha) con sus compañeras de Brasil y Asturias en su colegio infantil

Esta necesidad es aún mayor en los colegios privados, ya que los públicos ofrecen mejores condiciones laborales. Como resultado, los centros privados dependen en gran medida de profesores inmigrantes, en su mayoría españoles, pero también de Polonia y Brasil, entre otros.

"Nos necesitan para trabajar en ello porque nadie quiere hacerlo"

En el colegio de Uxue, entre el 60 y el 70% del profesorado es español. De hecho, en muchos centros los docentes irlandeses son menos de la mitad. Esto demuestra que el país necesita inmigración para cubrir estas plazas: "Nos necesitan para trabajar porque nadie quiere hacerlo", plantea Uxue.

El país es consciente de esta situación: "Los profesores y familias irlandesas son amables y agradables con el profesorado inmigrante", explican.

"Conseguir una casa fue horroroso"

Antes de pisar territorio irlandés, algunas de ellas, como Maddi, decidieron buscar alojamiento antes que trabajo. "Es más fácil conseguir un trabajo que una casa", apunta.

Y es que el problema de la vivienda también afecta a Irlanda. La demanda es muy alta y la oferta es escasa. Alquilar una habitación cuesta entre 600 y 800 euros al mes: "Conseguir una casa fue horroso", reconoce Irune.

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Imagen de Irune en Youghal (Irlanda)

De hecho, hay vitorianos que han conseguido empleo pero han tenido que rechazarlo por no encontrar un lugar donde vivir. Esto le ocurrió a Ibon, un joven de 25 años que, tras ser seleccionado por un colegio, se vio obligado a quedarse en Vitoria-Gasteiz ante la falta de alojamiento a un precio razonable.

Algunos colegios ofrecen alojamiento y coche

Conscientes de esta dificultad, algunos colegios ofrecen facilidades para atraer profesores, como alojamiento y coche. Así ocurrió con Irune y Ainhoa, cuyo colegio les proporcionó estas ayudas el primer mes de su estancia en el país. Por su parte, Uxue vive en "la casa del trabajo", una vivienda que su colegio proporciona al profesorado.

Un proceso de selección sencillo

Conseguir un trabajo en Irlanda resultó más fácil de lo esperado. "El proceso fue sencillo", cuenta Ainhoa. Una vez que decidieron instalarse en Cork, una ciudad al sur de Irlanda, comenzaron a enviar sus currículums por Internet a los colegios cercanos.

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Imagen de Ainhoa en Irlanda

La mayoría de los centros respondieron rápidamente con entrevistas por videollamada y les aceptaban. Tenían tantas ofertas sobre la mesa que eran ellas mismas quienes elegían el colegio y se decantaban por el que ofrecía las mejores condiciones laborales.

Los requisitos para postular eran escasos: un grado superior o universitario en educación infantil o similar, un certificado de antecedentes penales y cartas de recomendación, aunque no necesariamente de empleos relacionados con la educación.

De hecho, conocen casos de personas que han conseguido trabajar sin haber entregado el Trabajo de Fin de Grado, lo que sugiere que Irlanda prioriza cubrir las plazas por encima de la formación académica.

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Irune, Ainhoa y Maddi en Irlanda

Además, el bajo nivel de inglés no es un impedimento para trabajar en las escuelas. Estas profesoras afirman que al principio suponía un reto comunicarse en inglés con el alumnado, el profesorado y las familias.

"La gente es muy considerada en el idioma y te ayuda"

Y aunque pensaban que el idioma podía ser una limitación, en la práctica el país y sus ciudadanos han sido muy amables y acogedores en ese aspecto: "La gente es muy considerada en el idioma y te ayuda", aseguran. "Suelen entender que vienes de otro país y que tu primer idioma no es el inglés", añaden. También el alto nivel de inmigración española hace que "si no quieres hablar en inglés no tienes por qué", asegura Ainhoa.

"Nos confunden con niñeras"

Ainhoa, Uxue, Irune y Maddi trabajan con niños de entre uno y cinco años. Pueden ejercer como tutoras lo que implica organizar una rutina y realizar actividades con los alumnos, entre otras tareas.

Sin embargo, en algunos casos, especialmente al principio, no tienen una clase asignada, sino que cubren ausencias de profesores de diferentes aulas. "Al principio eres la que limpia u ordena la clase y atiende otras necesidades. Pero también te dan la oportunidad de ser tutora en una clase", explica Maddi.

Imagen de Uxue en Irlanda

Durante estos meses en el sistema educativo irlandés han podido observar las diferencias con el modelo de Euskadi. Según las gasteiztarrak, los irlandeses dan menos importancia a la educación infantil. Su sistema se centra más en el cuidado que en el desarrollo del niño: "Nos confunden con niñeras y 'guarda niños'. Yo estoy educando a tu hijo, no le estoy simplemente cuidando", afirman.

Asimismo, el sistema irlandés es más tradicional: los juguetes son de plástico, no dan importancia al espacio en el aula y no existe el mismo enfoque educativo ni profesionalizado que en Euskadi.

También les ha impactado que todo se haga en clase: desayunar, realizar actividades, comer o jugar. En ocasiones, los alumnos no salen al patio debido al mal tiempo, como la lluvia o el frío, y pasan horas encerrados en la misma aula.

La protección a la infancia es una prioridad en el centro. En el colegio de Maddi, por ejemplo, cada dos meses hay una inspección para comprobar que los niños están protegidos y que la escuela sea un entorno seguro para su crecimiento.

Durante la siesta el profesorado debe registrar el estado del niño

El control es tan estricto que durante la siesta los profesores deben registrar cada 10 minutos el estado de cada niño: anotan su postura, el color de su piel y si está respirando. Este protocolo debe cumplirse a diario. "Son muy estrictos en ese aspecto", explica Maddi.

Aunque lamentan que en algún centro se han encontrado con unas visión más mercantil que formativa, más preocupados por las inspecciones y la opinión de las familias que por el bienestar real del niño. "Algunos colegios solo buscan hacer negocio. Venden que es un sistema Montessori, cuando no es así", exponen.

"Echamos de menos el sol"

Después de vivir tantos meses fuera de casa, y aunque la experiencia sea enriquecedora, estas vitorianas sienten morriña de Vitoria-Gasteiz. Echan especialmente de menos a su familia y amigos, aunque también hacen una mención especial a la gastronomía y al sol: "Aunque creemos que en Vitoria hace mal tiempo, en Irlanda no ves el sol en semanas", aseguran.

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Maddi con compañeras de trabajo

¿Y cuándo piensan volver? Maddi ya lleva varios días en tierras alavesas. Siente que su etapa en Irlanda ha terminado y quiere conseguir trabajo en Euskadi. Uxue, aunque aún está en Irlanda, tiene previsto volver en verano.

Mientras tanto Irune y Ainhoa quieren seguir en la región. "Cuando llegué a Irlanda pensé que no aguantaría, pero de momento aquí sigo y no sé cuándo volveré, no lo tengo planeado", explica Ainhoa. En la misma situación se encuentra Irune quien tampoco sabe cuándo regresará, aunque tiene claro que lo hará.