Breda cede el testigo: “Dejo la heladería en buenas manos”

21 octubre, 2023

Ramón Breda, que heredó el negocio de su familia, se jubila y cede el testigo a dos de sus empleados más veteranos

Las heladerías Di Breda son sinónimo de tradición y solera en Vitoria-Gasteiz. El sabor y la textura de sus helados forman parte del recuerdo de varias generaciones. Ahora, después de 42 años de trabajo, su fundador Ramón Breda deja “a sus hijos” en buenas manos.

El maestro heladero se ha jubilado y ha relevado el negocio a dos de sus empleados más veteranos. Amir y Sajjad regentan ahora las heladerías de la calle Dato, General Loma y la Cuesta San Francisco .

Ramón Breda heladero Vitoria

“Ellos son mis antiguos alumnos, llevan más de dos décadas formándose conmigo, les he preparado yo personalmente y han venido a todas las ferias de Italia conmigo”, asegura Breda. Al hablar de ellos, se percibe admiración en sus palabras: “Amir y Sajjad saben incluso más que yo, tienen ganas, empeño, tesón y trabajan con rapidez y coordinación y lo llevan exageradamente bien”.

Breda deja así el legado de un negocio con una solera de 82 años. Pero recalca que no ha vendido los locales: “Solo los he alquilado, lo único que he hecho es dejarlo en manos de quienes fundaron Breda conmigo”.

Ramón Breda heladero

Ramón Breda con los maestros heladeros Amir y Sajjad

82 años de historia

En la Di Breda son maestros heladeros desde 1942, desde que Antonio Breda Tonussi se estableció en Vitoria. El padre de Ramón aprendió el oficio en su región natal de Veneto, en Italia. Pero ante la inminente Segunda Guerra Mundial emigró, junto con un grupo de italianos, a España.

“Aquí se encontraron con la Guerra Civil, se buscaron la vida y vieron que las heladerías podían ser un negocio”, cuenta Breda. Su padre puso en práctica lo aprendido en Veneto y comenzó en el oficio de heladero. Trabajó en San Sebastián, Pamplona, Zarauz, Zaragoza y otros muchas ciudades.

Heladería Di Breda

Heladería Di Breda en la Cuesta San Francisco

Primeras Heladerías Italianas

Pocos años después, en 1942 dio el salto a Vitoria, donde fundó las primeras Heladerías Italianas en la calle Libertad y la calle Dato. Valladolid y Miranda de Ebro también vieron negocios de Breda en sus calles.

En aquella época el concepto de las heladerías era diferente: “Comerse un helado por la calle en esos tiempos era hasta vulgar, eso de sacar la lengua para chupar les parecía una cosa extraña, así que lo comían en tarrina y con cuchara”.

No existían las fábricas de cucuruchos, los hacían los propios heladeros. “Tenían una barquillera y en la época de invierno, que era muy larga, se dedicaban a hacerse sus propios cucuruchos. Era un trabajo muy laborioso”, cuenta Breda.

Helado Di Breda

Aunque Antonio no dejó de visitar Italia, encontró finalmente un hogar en la capital alavesa. “Le gustó la forma de vivir del País Vasco, vio que aquí había buen corazón y buena gente. Conoció a mi madre, se casaron y tuvieron hijos”, relata Breda, quien se formó como heladero en Italia.

“Hice un montón de cursos de heladería, incluso uno de frigorista, me iba a todas las ferias, aprendí la técnica del helado, a formular, a saber qué eran los azúcares y sus distintos tipos”, expresa. La formación técnica la hizo en Italia, pero el “gran maestro por excelencia” fue su padre.

Nuevo nombre y nueva imagen

En 1997 Breda tomó las riendas del negocio y abrió una nueva heladería en Vitoria, en la Plaza del General Loma. Es entonces cuando las Heladerías Italianas se convierten en la Heladería Di Breda.

Heladería Breda Vitoria

Heladería Di Breda en la Plaza del General Loma

Desde entonces, a lo largo de estos 82 años, han pasado por sus locales miles de personas a degustar sus helados artesanos. El secreto para su elaboración, según Breda, es emplear buen producto: "Utilizamos leche del día, nata Kaiku del 38%, fruta natural, azúcar y buena maquinaria para pasteurizar todos los elementos".

En el 97 Breda tomó las riendas del negocio y la Heladería Italiana se convirtió en Heladería Di Breda

Los sabores más vendidos son los de toda la vida: limón, fresa, mantecado, avellana, chocolate y nata. Pero a la tradición se le han sumado otros "más modernos", como Kinder, Oreo, pitufo, Lotus, coco tostado con mermelada de mango o pistacho salado entre otros.

Heladería Breda Vitoria

Preparación de uno de los helados de la heladería Di Breda.

"Somos muy clásicos"

Según cuenta Breda, el helado en Vitoria se come en verano: "En octubre ya te puede hacer 40 grados que se acabó, la gente aquí va sobre carriles, somos muy clásicos". A partir de Semana Santa, dice, los vitorianos empiezan a comprar helado "como si no hubiera un mañana", pero en invierno nada.

Sin embargo, Breda ha sabido funcionar todo el año. En septiembre y octubre fabrican el turrón que venderán después en navidades. "Aquí se han quedado varios, pero el resto de los trabajadores de Di Breda llevan un mes en Xixona preparando el turrón y los productos de pastelería", comenta el heladero.

"Los trabajadores de Di Breda llevan un mes en Xixona fabricando turrón y productos de pastelería"

Algunos de los ingredientes del turrón son la almendra Marcona y la miel mil flores, dos productos exclusivos y cada vez más caros. "Las abejas están desapareciendo y la miel está escaseando, por lo que ha encarecido muchísimo",expresa.

"No me da pena jubilarme"

Después de toda una vida trabajando, a Breda no le apena jubilarse. Sus heladerías siguen siendo para él lo más importante, pero sabe que el negocio está en buenas manos.

Aunque Breda es la segunda generación heladera, no ha habido relevo generacional: "Lo último que quiero para mis dos hijas es que se metan aquí, requiere un sacrificio total y absoluto que no deseo para ellas".

Las heladerías han sido para él su vida, ha tenido momentos muy buenos, pero también ha renunciado a muchas cosas. "Aquí trabajas mucho, pierdes ver crecer a tus hijas, tus amigos, tu época vacacional...", expresa. Y añade que ahora cobra mucho menos, pero está más feliz.

Helados Di Breda

Y es que Ramón Breda es por excelencia el heladero de Vitoria. Su cara, como dice él, ha sido siempre la imagen de las heladerías: "La gente me suele parar por la calle para felicitarme o decirme buenos comentarios sobre los helados, y eso a mí me llena el corazón", reconoce.

Ahora, de momento, está disfrutando de la vida y del tiempo libre. Pero en un futuro no descarta volver. "Todavía tengo fuerza, igual un día me aburro y hago como Sabina, que al final nunca se retira", asegura entre risas.