La lluvia aguó ayer parte de la fiesta a los vitorianos y hoy va camino de hacer lo mismo. No fue tan grave como parecía en un principio, cuando durante la retreta una intensa lluvia descargó sobre Vitoria, dejando la Plaza de La Provincia vacía de gente. Las actuaciones intermedias entre llamada y llamada a la fiesta tuvieron que suspenderse, pero no las llamadas a la fiesta. Mientras tanto sociedades y restaurantes seguían viviendo a resguardo la fiesta, pese a que muchos se quedaron en casa.
Y es que la lluvia descargó sobre todo antes de las 23:00. Fue a esa hora cuando dejó de llover, como si las sociedades gastronómicas hubieran cerrado un pacto con el diablo para esquivar la lluvia.
El sábado, sin embargo, no ha empezado de la mejor manera. La lluvia ha hecho acto de presencia, y a primera hora había más paraguas en Armentia que gente. A 5 euros se vendían algunos de ellos. Mientras tanto, los vendedores rezaban para que mejorara el tiempo. A las 12 del mediodía la campa de Armentia está desierta. Y es que las últimas lluvias no aconsejan sentarse en el césped.
Una hora antes, a las 11 del mediodía, ha dado comienzo la misa pontifical, y San Prudencio no ha podido hacer su tradicional recorrido alrededor de la basílica por la lluvia. Una vez más, el lehendakari no ha acudido a la cita, en un nuevo feo a nuestra provincia.
Pero los vitorianos no le han echado de menos. Sólo se ha echado en falta al Lorenzo. O, por lo menos, la ausencia de lluvia. Pero por algo se le llama a San Prudencio el Santo Meón. Un santo que, como aseguraron los pregoneros, "cala".
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