La segunda vida de Santi Gotxikoa: 78 días de UCI y siete meses ingresado por el Covid
Este vitoriano acaba de recibir el alta después de siete meses: los médicos no contaban con que sobreviviera al coronavirus
Santiago Gotxikoa fue la última persona en abandonar las UCIs en Álava después de la primera ola del coronavirus. Este vitoriano de 58 años fue noticia en junio por representar el fin de la primera batalla contra el virus. Hoy lo es porque ha recibido el alta médica, siete meses después ingresar por el Covid. También ha ganado su batalla personal.
Pero lo importante no es cuándo. Ni los dos meses y medio de UCI ni el más de medio año en una cama de hospital. Lo importante es que lo ha conseguido. Porque cuando este vecino de Aranbizkarra estaba intubado en la UCI de Santiago los médicos no contaban con que volviera a abrir los ojos. Pero lo hizo.
Santiago representa la lucha más cruel contra este virus. Como muchos otros gasteiztarras, comenzó a notar los síntomas del Covid a finales de marzo, dos semanas después de cerrar el Bar Gotxikoa que regenta con su hermano. La fiebre subió demasiado en unos días, y el 2 de abril acabó ingresado en el Hospital de Santiago. Es lo último que recuerda hasta que le trasladaron a Leza el 1 de julio, una vez salió de la UCI.
Nos dijeron que no contáramos con verlo de vuelta, tenía un 76% de saturación de oxígeno en la sangre
Estuvo intubado 78 días. Boca abajo, sin estar consciente ni un segundo y con su familia temiendo lo peor en cada momento. "Cada vez que me llamaban al móvil me ponía muy nervioso porque creía que era del hospital y que me iban a dar la mala noticia", cuenta su hermano José. "Nos dijeron muy claro que no contáramos con verle de vuelta. Estaba muy grave, solo tenía un 76% de saturación de oxígeno". Lo normal es tener entre 95% y 100%.
Salida de la UCI
Aun así, milagrosamente, Santi salió de la UCI y comenzó su recuperación en el Hospital de Leza. Pero todavía le quedaba mucho camino por recorrer. Es otro ejemplo más de las brutales secuelas que deja el virus: "Estuve del 1 al 15 de julio sin poder moverme. Después empecé la rehabilitación, pero no empecé a andar hasta el día 21. Al principio con andador, luego con mulestas y luego con bastón.
Finalmente, este miércoles Santi recibió el alta. Fue sin duda el momento más emotivo de todo el proceso: "Me lo dijeron mi médica y enfermera de rehabilitación. Me abrazaron y me hicieron llorar después de 7 meses".
Pero ahí no acabaron las emociones para el alavés. Tocaba regresar a casa, ver a sus seres queridos de nuevo y también a los de su día a día. "Ayer salimos a andar un rato mi hermano y yo por el barrio, pero nos paramos cada dos minutos: me saludaban vecinos y clientes del bar, la carnicería, la droguería y mucha más gente a la que no veía desde hacía siete meses. Se me han caído las lágrimas", contaba emocionado.
Esto no es una broma. Tendrían que venir a un hospital y ver lo que pasa allí
Han sido siete meses sin ver a sus personas del día a día y también estando al margen de la sociedad. Por eso lo que ha visto en su regreso también le ha impactado: "Esto no es una broma. Que se lo piense la juventud y todos los que no ven el peligro. Tendrían que venir a un hospital y ver lo que pasa allí. No es para hacer chorradas".
Y es que el virus también puede dejar secuelas a largo plazo. Teniendo en cuenta su gravedad, Santiago ha salido bien parado de la enfermedad: "Tengo los pulmones bastante bien, no me han quedado secuelas de momento. La única es una que me afecta al brazo izquierdo. No lo puedo levantar del todo, pero con tiempo y rehabilitación me dicen que volverá a su normalidad". La otra secuela es más positiva: antes tenía sobrepeso y pesaba 110 kilos. Ahora ha perdido 41, y está en 69. Aunque lógicamente aún debe fortalecerse, ahora tiene un perfil más saludable.
Aun así, la precaución de él y de su familia es extrema. Gotxikoa era un perfil de riesgo (tuvo un infarto hace dos años) y los médicos le instan a que tome las máximas precauciones posibles, por si pudiera coger de nuevo el virus.
Ahora su objetivo y el de su familia es recuperar una vida normal lo antes posible, y abrir de nuevo el bar que tenían él y su hermano. Aunque Santi aún tardará en dar servicio detrás de la barra del Gotxikoa, seguro que todos sus habituales esperarán con ganas su regreso. Se lo ha merecido.
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