De Chillida a Balenciaga: los secretos de restaurar textiles históricos
Itziar Viana es una restauradora textil alavesa que rescata textiles que marcaron época
¿Qué secretos se revelan al restaurar textiles que marcaron la historia? Cuando pensamos en la conservación del patrimonio cultural, suelen venir a la mente cuadros, esculturas o monumentos históricos. Pero hay un arte discreto y menos conocido que también preserva nuestra historia: la restauración textil.
Aunque pasa desapercibida para la mayoría, esta labor resulta fundamental para proteger la memoria de generaciones pasadas. Desde banderas que ondearon en momentos importantes hasta trajes que vistieron figuras icónicas, los textiles cuentan historias que de otro modo se perderían en el tiempo.
Preservar este legado no es tarea sencilla por lo que es imprescindible destacar la labor minuciosa de las restauradoras textiles, guardianas de nuestro patrimonio. Con cada puntada estas artistas devuelven a las piezas como prendas, tapices y alfombras su esplendor original.
En Álava la restauración textil es un oficio minoritario. Solo dos profesionales se dedican a esta labor y una de ellas, Itziar Viana, lleva más de 25 años rodeada de delicadas telas, hilos y agujas. A lo largo de su carrera profesional ha trabajado en piezas únicas como tapices de Chillida, un vestido de Balenciaga, una cazadora de un fallecido durante la Guerra Civil y trajes históricos de los maceros y los miñones.
Su último trabajo ha sido la restauración de la alfombra de la sala de Receptores del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Una alfombra histórica de grandes dimensiones que ha sufrido desgarros tras años de uso.
Tapices de Chillida y traje de Balenciaga: el arte de restaurar textiles
Itziar comenzó su carrera profesional en 1997 tras graduarse de Bellas Artes y especializarse en restauración en la UPV/EHU. Aunque no sentía interés por este campo, un profesor le animó a explorar la restauración textil y su perspectiva cambió cuando realizó un curso en Madrid que incluyó unas prácticas en el Museo de América y el Museo del Traje.
Un poco más tarde trabajó en la restauración de banderas históricas en el Museo del Ejército de Madrid y en el Museo de San Telmo de San Sebastián donde intervino en una colección de indumentaria del siglo XVIII.
Desde entonces Itziar no ha parado de trabajar. En la mayoría de las ocasiones ha asumido los retos sola, sin ayuda. Acude allí donde la llaman con su equipo habitual: una lupa, agujas curvas e hilos.
Itziar asume los retos sin ayuda y trabaja con su equipo habitual: una lupa, agujas curvas e hilos
El foco de su trabajo son instituciones como la Iglesia, ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas, encargadas de custodiar piezas históricas de alto valor cultural y económico.
Por ejemplo, Itziar restauró dos tapices de Eduardo Chillida, ubicados en la entrada de Lehendakaritza. Estos habían sido dañados por el calor de las calefacciones situadas tras las paredes. Itziar se encargó tanto de la recuperación de las piezas como de la implementación de un sistema para evitar futuros deterioros.
También reformó la sillería de las Juntas Generales de Álava y participó en la recuperación de las reliquias de Mártioda. Pero entre sus trabajos más llamativos se encuentra la restauración de los trajes de los maceros y los miñones, estos últimos datados en los años 70. En el caso de los maceros, mejoró el característico forro rojo de los trajes de 1988.
Asimismo, recibió la llama del Museo de Balenciaga para devolver a su esplendor un traje rojo confeccionado por el diseñador guipuzcoano. Este vestido, perteneciente a la colección del museo, es un ejemplo de la alta costura que vestía la élite española. Una prenda que había sufrido daños como manchas y pequeñas roturas por su uso.
La memoria en textiles: de la fábrica al campo de batalla
Además de las obras mencionadas, Itziar también ha trabajado con textiles que forman parte de la historia de la clase obrera: "Estos casos me hacen especial ilusión", comenta.
Uno de estos ejemplos es una bata de trabajo de un armero, ubicado en el Museo de la Industria Armera en Eibar. Se trata de una ropa que se utilizaba en ese sector mucho antes de que se estandarizasen los buzos y los pantalones de trabajo.
Perteneció a Pio Zulaica Unamuno y fue donada al museo por su familia. En 2021 Itziar se encargó de restaurarla, enfrentándose a problemas como manchas, decoloración y desgaste. Pero intervino lo mínimo posible para preservar la autenticidad de la prenda.
Otra de las piezas que marcó su carrera fue la restauración de un abrigo, una txapela y una manta de un miliciano vasco fallecido durante la Guerra Civil. Un caso que se convirtió durante meses en una obsesión personal.
Itziar también ha restaurado una bata de trabajo de un armero y un abrigo de un miliciano vasco
La sociedad Aranzadi trabajaba en un municipio vasco cuando encontró estos elementos en un estado lamentable y llenos de barro. Solo aparecieron las prendas, sin rastro del cuerpo: "Quizás el miliciano se quitó las prendas porque tenía calor y después fue asesinado", plantea Itziar.
Todo son suposiciones ya que no se ha identificado al propietario de estas indumentarias, aunque Itziar encontró cabellos en ellas que guardó minuciosamente en botes para su futura investigación.
Un oficio en peligro en Euskadi
La restauración textil es un oficio que está en peligro en Euskadi. En Álava solo hay dos profesionales dedicadas a esta labor, una más que en Bizkaia y Gipuzkoa lo que hace un total de solo cuatro restauradoras textiles en toda la comunidad autónoma.
Cada vez que Itziar recibe la visita de estudiantes de la UPV/EHU intenta atraerlos a este mundo, pero sin mucho éxito: "No sé por qué no les atrae nada", confiesa. Sin embargo, asegura que trabajo no les faltaría ya que el sector necesita urgentemente un relevo generacional: "Cuando las viejas nos jubilemos no sé qué pasará", lamenta.
"Cuando las viejas nos jubilemos no sé qué pasará"
El oficio, aunque gratificante, no está exento de desafíos. La mayoría de las restauradoras textiles son autónomas y deben desplazarse allí donde se las necesite.
A veces acuden a la llamada de instituciones pequeñas, como ayuntamientos que gracias a ayudas de la Diputación Foral de Álava tienen la opción de invertir en la conservación y restauración de su patrimonio cultural.
Itziar, por ejemplo, ha trabajado en Elciego gracias a esta subvención. Su labor ha sido restaurar una capa pluvial y una casulla del siglo XIX y XX guardado en la sacristía de la Iglesia de San Andrés de ese mismo municipio.
Así, su labor, aunque discreta, es vital para que el legado cultural y artístico de Euskadi siga vivo. Cada prenda y cada hilo que pasa por sus manos no solo recupera su esplendor también le da años de vida.
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