"Siempre lucharé por los más desgraciados"

20 junio, 2012

Satur García, presidente de Bultzain, prefiere salir a la calle en lugar de "pelear" con los políticos

El Celedón de Oro 2010 ha pasado gran parte de su vida intentando ayudar a los demás, a lo más desgraciados. Desde su propia experiencia de niño abandonado, Satur García nunca ha tirado la toalla por nadie. Reniega de la clase política  y confiesa su "miedo" por la actual situación. Aunque en los últimos tiempos trata de lidiar con las instituciones para exigir una mayor implicación, durante toda su vida se ha metido de lleno en el barro, y confiesa que lo que más le llena es ir con la furgoneta para poder alimentar y ayudar a los que nada tienen. Su último proyecto es el de Bultzain, un hogar en Puente Alto en el que habita lo que nadie quiere.

-Bultzain vive de la caridad y nosotros cogemos a la gente que no quiere nadie. Hay asociaciones que escogen a la gente. Cogen a algunos pero si no cumplen, los echan. Nosotros sí cogemos a esa gente, con unas pequeñas normas. Si vienen bebidos los metemos en la cama y al día siguiente hablamos con ellos para intentar solucionarlo.

-Hace falta mucha paciencia, intuyo

-Sí, sí. Mucha paciencia. Funcionamos con un empleado que La Caixa nos ha "regalado", con 12.000 euros. Pero el resto somos voluntarios de la asociación.

-¿Cuántos estáis día a día en la casa de Puente Alto?

-Hay 4 personas siempre trabajando para que funcione. Y tenemos capacidad para 38 personas. 'Lo mejor de Vitoria'. Hay gente que también está sin trabajo, que está tres días en el albergue y que luego vuelve a salir.

-Vuelven a la calle.

-En la mayoría de los casos sí.

-¿Con esta crisis nos preocupamos tanto de los demás, de los que no tienen dónde ir?

-No, no. Ahora se mira más la gente a sí mismo. A mucha gente los de la calle le importan tres narices. Pero aún así responden bien en algunas campañas que hemos hecho con el Banco de Alimentos, con la recogida de productos básicos que permite a la gente comer. Porque nosotros a la gente que no tiene recursos pero no se encuentra en mal estado la mandamos al Ayuntamiento. El problema es que  las ayudas municipales tardan 2 meses o 3 como poco.

-¿Hay demasiada burocracia?

-El problema es que se está desbordando esto y llegará un momento en que no haya dinero. Y una situación como la que estamos pasando ahora me asusta. Qué va a ser de toda esta gente. Podríamos quitar de muchas cosas del Ayuntamiento: de tonterías como el Alavés, la nueva Avenida...

Hay muchos gastos inútiles. Y son millones y millones que se han tirado a la papelera, con Lazcoz y con Maroto. Nadie les pide responsabilidades. Y ellos mismos no se recortan. Y luego le pides al Ayuntamiento para los pobres y nada. Y encima, siempre paga el más inocente, el más desgraciado. Te pongo el caso de una chica a la que han quitado las ayudas: una chica a la que le dieron un sueldo de 150 euros por dar unas clases, y a cambio le quitaron todas las ayudas que recibía y necesitaba.

Por suerte nosotros vivimos de las ayudas, de la caridad: de las comidas de José Ángel, de Santa María, de ayudas de los colegios a los que les sobra comida... Y luego las facturas y el alquiler de la casa, que son más de 1.500, tenemos que pagarlos, además de la gasolina de la furgoneta.

-Notáis vosotros también la presencia de los 'nuevos pobres'

-Nos han tocado tres casos, pero nosotros les hemos redirigido a Caritas o al Ayuntamiento. No es una casa para ellos. En Bultzain tenemos tres tipos de gente. En primer lugar el de gente que nunca se va a poder recuperar por mucho que lo intentemos. Luego está el colectivo de inmigrantes, muy enfermos, algunos enfermos mentales en un mal estado. Y en tercer lugar están aquellos que sí, que se pueden recuperar, pero con las dificultades que existen ahora para incorporarse al trabajo, está muy difícil.

Allí en Puente Alto están separados. Tenemos camas rotatorias, para gente que sólo se queda a dormir, y otras para que se queden si quieren. Nosotros no les echamos ni les obligamos a quedarse. Nosotros hablamos con ellos. Quienes vienen tienen sus días buenos y sus días malos. Normalmente tienen muchos, muchos días malos. Y cuando están bien son muy simpáticos, pero cuando están mal hay que aguantar.

Cuando me dicen "Satur, yo no sé cómo aguantas", pues es que yo, hace muchos años pasé también por el mismo calvario. Y sé que, cuando te toca, te toca.

-La clave está en que desde tu propia experiencia has ayudado.

-Yo nunca he tirado la toalla. Sé que, tarde o temprano, alguno se recuperará. A mí me da mucha pena que, cuando se abre un centro, se imponen unas normas concretas. En nuestro caso, cuando uno viene borracho, lo aceptas y lo metes en la cama. Y al día siguiente te suele pedir perdón. Pero no lo echas. Yo soy alguien de corazón. En este sentido tengo muchas conversaciones con José Ángel Cuerda. Y siempre le digo que él es muy técnico.

-El anterior proyecto, en Betoño,  fue conjunto de vosotros dos.

-Yo soy muy amigo de Cuerda. Cuando montamos Betoño, yo quería que fuese de una forma, pero luego no fue así. Porque yo quería hacer algo como es ahora Bultzain. Por eso, cogí y me separé, y dejé al Hogar Betoño trabajando. Eso no era para mí. Y aunque hay gente que quiso participar, soy yo el presidente de Bultzain. Pero lo que yo quiero es, cuando esto salga adelante volver a la calle con la furgoneta. Esa es la gran ilusión que tengo. Llevar a la gente que pueda.

-Lo que le gusta a Satur es meterse en el barro

-Esto de ser presidente lo llevo mal porque tienes que ir a las instituciones  a pelear, y no me gusta tratar con estos políticos. Mi ilusión es la de estar en la calle. Yo he ayudado a levantar cuatro asociaciones y todas sufriendo como un condenado, hipotecando la casa y haciendo maravillas para que saliese todo adelante. Yo no quiero que me agradezcan nada, pero que se den cuenta de lo que se lucha.

-Toda esa vida es para contarla

-En unos meses voy a publicar una autobiografía llamada 'Segunda oportunidad'. Un libro en el que cuento cómo, poco a poco, vas consiguiendo algo en la vida, con mis cuatro etapas, desde que fui abandonado, hasta el momento actual de mi matrimonio. Y demostrando que al final siempre se sale.

-Quizás la visión de Satur sea precisamente la del lado optimista de la vida.

-Siempre he luchado por los más desgraciados, y siempre lo haré. Hay veces que te planteas si retirarte, pero esto es tela marinera. Tienes que ayudar, y las cosas es cierto que no son como las de antes.

-Antes, por ejemplo, había chabolismo, y ahora eso prácticamente no existe.

-Llegará un momento en que haya chabolos. Tal y como vamos lo va a haber. Pero se puede solucionar recortando en otras cosas. Lo que hay que hacer es apoyar a las familias y a los jóvenes. Toda esta gente que no tiene trabajo, que no lo encuentran y que luego los viernes se van de fiesta. ¿Por qué? Porque están hasta los cojones  y al final van a terminar mal. Lo primordial es eso. Déjate de tantas chorradas de proyectos y de esas cosas, que lo que hay que hacer es apoyar a los ciudadanos.

-¿Y para eso qué hace falta?

-Interés. Olvídate del soterramiento y de otros proyectos. Hay que ayudar al pueblo, hay que protegerles para que no terminen alcoholizados y desesperados. Y la droga también se consume más. ¿Por qué? Porque la gente está hasta las narices. Y las familias empiezan a no tener. Esa tiene que ser la prioridad del Ayuntamiento: apoyarles en lo que haga falta porque al final va a terminar en la calle.

-La gente que tenéis en Puente Alto es joven o mayor.

-Hay de todo. hay mayores a los que no los cambias ni con humo, pero también hay jóvenes. Cada vez hay más robos y delincuencia. Y ante ello la solución es más policía. NO. Tienes que ayudarles, para evitar llegar a esta situación. Sin embargo, no hay interés. Yo no entiendo a los políticos.

-¿Notas su lejanía de la calle?

-Claro, es que los políticos de ahora no están en la calle. Yo ya les he invitado a venir con la furgoneta por las noches  repartir bocadillos, pero ninguno ha querido. Ellos cobran y punto.  Y ellos saben lo que hay. Tienen informes de técnicos, que, el día antes de ir gente como yo, se lo leen y luego te dicen: ¡Oye mira, que nosotros hacemos esto! Pero no bajan al barro.