"Cada día, al despertar, miramos si nuestras familias están vivas"

"Cada día, al despertar, miramos si nuestras familias están vivas". Un horror convertido en cotidiano para las decenas de ucranianos que residen en Vitoria-Gasteiz, y que afrontan desde la distancia y la impotencia un año de invasión rusa.

Tatiana Hladkova es una de ellas. Con 45 años, desde hace cinco trabaja en la tienda Slavianka, en el barrio de Arana, convertida en estos meses en centro de referencia para la comunidad ucraniana y de recogida de ayuda humanitaria. También es miembro de la asociación Ucrania Euskadi, que desde el minuto 1 de la guerra se volcó en asistir a sus compatriotas.

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"Los ucranianos vienen sin nada"

No solo en la recogida de alimentos, ropa y todo tipo de objetos para enviar a su país. También en ofrecer apoyo, acompañamiento y respaldo para quienes siguen llegando tras huir de las bombas, el dolor y la muerte. Una odisea que concluye con la mayoría de ellos desorientados, tristes y perdidos.

Tetiana, en la tienda Slavianka donde trabaja.

"Cuando vienen ahora no tienen nada. Están allí, en una guerra, ven el fuego junto a su casa y corren a cualquier sitio. En tres días se marchan y no saben ni dónde llegan", se entristece Tetiana. Sabe de lo que habla. Ella también es refugiada. Aunque su situación fue diferente.

"De un día para otro les cambia la vida. Cuando les veo, están perdidos"

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Natural del Donbas, la región ucraniana limítrofe con Rusia. En 2014, los enfrentamientos entre el ejército ucraniano y las milicias prorrusas la incitaron a marcharse con su hijo"muy rápido de allí, era muy peligroso". Directora de servicios de telefonía y de alguna asociación en Ucrania, aguantó un tiempo más, pero llegó un momento en que necesitó un cambio vital y salió del país. Aterrizó en Madrid, tres semanas después recalaba en Vitoria-Gasteiz y, al cabo de seis meses, ya trabajaba en la tienda.

Al menos, gracias a su madre geógrafa, tenía nociones sobre el País Vasco. "De pequeña me hablaba sobre él, nos preguntábamos cómo había un país dentro de otro país", explica. Pero los ucranianos que escapan ahora no tienen esa información. "Son casos diferentes. Yo quería vivir fuera. Ellos no tienen nada, de un día para otro les cambia la vida. Cuando les veo, están perdidos", asume con tristeza.

Las vidas ucranianas

Por eso en Slavianka ejerce de vendedora, por supuesto, pero también de asesora y psicóloga. Y de informadora. Procura estar al tanto de todo lo que ocurre en la ciudad para poder transmitírselo a la comunidad ucraniana. "En lo que podemos, les damos un poco de corazón, comida y sonrisa", resume.

Reconoce que el flujo de refugiados ucranianos ha descendido a medida que la guerra en su país se prolonga. Aun así, cada familia ucraniana que reside en la capital alavesa acoge a uno o más refugiados en sus casas. Porque el goteo no parará. "Es un proceso largo y vivimos una situación que no había pasado en los últimos 70 años", asume.

La tensión y la preocupación no cesan. "Cada momento vivimos viendo a ver cuántas bombas hay. ¿Vemos 10? Ok, sabemos que habrá más. Es una vida muy mala y dura", detalla. En Alemania vive su hermano con su familia, pero sus padres continúan en Dnipro, en la parte central de Ucrania. "No quieren irse de allí. Y, aunque no están tan en primera línea, no hay sitio seguro. Antes pensábamos que, cuanto más lejos de la frontera de Rusia, más tranquilo. Pero no", razona.

"Para Ucrania, cada persona es una vida, para Rusia cada persona es un arma, algo que no vale"

El balance de estos meses tampoco es "tan bueno como nos gustaría" para el negocio. A la falta de dinero de los ucranianos para comprar se añaden las dificultades para importar muchos de sus productos habituales. Entre tanto contra, Tetiana se consuela con su mayor pro: su hijo, que vive con ella en Vitoria-Gasteiz y que estudia en la Escuela de Hostelería de Mendizorrotza.

No oculta su enfado ante lo que está viviendo el pueblo ucraniano. "Para Ucrania cada persona es una vida, pero Rusia tiene 150 millones de personas y, para ellos, cada persona es un arma, algo que no vale. Es muy diferente el valor que cada país concede a cada vida", sostiene.

Donaciones

Tampoco entiende qué pasa por la cabeza de quienes "tocan el botón para que exploten las bombas, ¿qué tienen en ella? ¿Piensan que lo pulsan y ya está, no pasa nada? Hay que pensar en la gente, les vas a matar".

Para ella, como para el resto de ucranianos en la capital alavesa, este último año "es imposible de explicar". "Está siendo el más largo de toda mi vida, pero al mismo tiempo, pasa tan rápido... Cada manaña cuando despertamos leemos las noticias, para ver si nuestros amigos y familiares están vivos o no", añade.

"Vamos a ayudar a Ucrania hasta la victoria y más"

Por eso intentan levantar los ánimos en la medida de lo posible. Así, hace unos meses prepararon una jornada en el centro cívico Iparralde donde elaboraron el plato ucraniano por excelencia: borscht. Y no descartan organizar algún concierto benéfico.

También agradece todas las donaciones recibidas en estos doce meses. Y, pese a que su volumen también ha descendido un poco, asegura que "nos siguen trayendo. Queremos dar las gracias, porque si la gente del País Vasco no nos ayuda, no podemos hacer nada. Vamos a ayudar a Ucrania hasta la victoria y más".

Manifestación

Un clamor que quieren lanzar bien alto. E invita a todos a hacerlo y  participar en la manifestación que han organizado para este viernes en las tres capitales vascas. La de Vitoria será a las 19 horas, partirá de la plaza Bilbao y finalizará en la plaza de la Virgen Blanca. "No se trata solo de recordar la fecha, también todas las vidas que perdemos cada día", recuerda Tetiana con emoción evidente.

Desde la asociación Ucrania Euskadi manifiestan que, un año después, Ucrania resiste "por mantener su libertad y soberanía. Nos reunimos para recordar que la federación rusa continúa con sus actos terroristas sistemáticos sobre la población ucraniana. Miles de vidas inocentes han sido arrebatadas y familias enteras han sido destrozadas".

Concentración en Vitoria hace un año en apoyo a Ucrania.

"Queremos recordar la necesidad de reconocer a Rusia como estado terrorista; reconocer los crímenes de guerra de Rusia en Ucrania como genocidio del pueblo ucraniano, que ha mostrado su valentía, determinación y derecho de vivir en su tierra", apuntan. "Este año también ha sido de generosidad, ayuda, apoyo, hospitalidad, lealtad y empatía", agradecen.

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